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Tiempo de profesionalizar los oficios

Cartas
Diario El Mercurio, Lunes 25 de agosto de 2014
  
A lo ancho del espectro político se postula reducir la desigualdad y propiciar la inclusión, metas de las que nadie discrepa. Grandes reformas se debaten con ese fundamental propósito, y se discute un vasto instrumental de políticas para lograrlo en el mediano y largo plazo. Pocos piensan en otras herramientas, más inmediatas, que pueden contribuir eficazmente a ese fin.

Parece olvidarse la enorme gama de los oficios, que entre nosotros desempeñan decenas de miles de hombres y mujeres en virtualmente todas las áreas de la vida cotidiana -gasfíteres, jardineros, cerrajeros, electricistas, los "maestros" para servicios variados, cosmetólogas, manicuristas, entre incontables otros-. Algunos, los menos, cuentan con algún estudio sistemático. Los más han hecho un aprendizaje solo práctico, son trabajadores independientes.

Para que los prestadores de oficios obtengan mayores ingresos y estabilidad, y los usuarios reciban mejor calidad, Chile debe encaminar los oficios independientes hacia una posición similar a la que tienen en países desarrollados.

Los veloces cambios que experimenta la sociedad, la agilidad de los mercados, el surgimiento de nuevas demandas y la mayor complejidad técnica de equipos, herramientas y comunicaciones presentan un gran desafío para estos prestadores de oficios independientes. Hoy, instalar un riego automatizado -un equipo con sus instrucciones muy probablemente en inglés-, adiestrar a los perros para que puedan vivir en un departamento o asear a personas no autovalentes requiere prestadores cada vez más calificados. Son oficios que exigen, cada vez más, mayores conocimientos técnicos, clara orientación al servicio, más conectados a nuevas tecnologías y con mayor productividad.

Nuestro país está en un nivel de desarrollo en que estas actividades remuneradas ya no pueden quedar entregadas solo al vaivén espontáneo de las circunstancias. Es preciso potenciar los oficios, y hacerlo ahora.

No es imposible. Es factible integrar de manera menos compleja y más rápida la educación y el trabajo, mejorando la rentabilidad de una y otro y produciendo un efecto socialmente valioso al posicionar tales ocupaciones como opciones laborales enteramente válidas, que sean elegidas por vocación y no como único camino para quienes no tienen acceso a otra posibilidad de ganarse la vida.

Hoy, la creciente penetración de internet abre un espacio gigantesco para potenciar tales trabajos, especialmente los que se realizan por cuenta propia y de manera individual. La red permite la exposición de muchos prestadores, cuya oferta por esa vía no requiere intermediadores. Permite también aglutinar sistematizadamente la información sobre quiénes, dónde y en qué condiciones ofrecen determinados servicios. Y permite también que el potencial demandante de ellos tenga antecedentes sobre cómo evalúan anteriores clientes las prestaciones que han recibido. Esa evaluación directa genera información de alta calidad sobre el desempeño del prestador y su confiabilidad para una eventual contratación: sus atributos pueden ser fidedignamente ponderados y valorizados. Y hay en eso un factor inapreciable de reconocimiento social, además del natural efecto en el precio que enfrenta el cliente y que recibe el prestador.

Todo lo anterior crea un marco muy superior para constituir un mercado formal de oficios, amplio y transparente, que mediante claros incentivos empuje a sus prestadores a profesionalizar su actividad, acercándolos a niveles de remuneración y reconocimiento cercanos a los de carreras técnicas y profesiones universitarias, como ocurre en países más desarrollados.

Producir este cambio requiere articular a usuarios y proveedores de estos oficios, y en conjunto estructurar condiciones e incentivos adecuados para perfeccionar este mercado hoy muy retrasado, con beneficio para todos. La respuesta está hoy en internet. Lo que esta ha hecho por la compraventa de toda suerte de bienes muestra el camino que debe y puede abrirse a los oficios.

Cristóbal Camino

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