Sección: El Origen de las Cosas
por Carolina Edwards
Diario El Mercurio, Cultura, miércoles 27 de agosto de 2014
Cuando pienso en Venecia,
viene a la mente la imagen
de una góndola deslizándose
lenta y silenciosamente
por un angosto canal,
bordeado por maravillosos
muros desteñidos por la humedad
y el pasar de los años.
Esta singular embarcación,
que data del siglo XI,
nació como un medio de transporte
exclusivo para la aristocracia
pero, debido a su excepcional maniobrabilidad,
con el tiempo se hizo inmensamente popular.
Y aunque hoy existan
solamente alrededor de 400,
se cuenta que hasta 10 mil góndolas
navegaban los canales venecianos
durante su apogeo en el siglo XVI.
Ensambladas en astilleros
y compuestas por 280 piezas
de distintas maderas
como el tilo, roble, caoba, nogal,
cerezo, abeto, cedro y olmo,
su construcción tarda
aproximadamente dos meses.
El distintivo color negro que las caracteriza
se debe a un decreto que data de 1562,
en señal de luto por las miles de personas
que fallecieron por la peste negra.
Guiada por un gondolero
que cuenta con un solo remo
sujeto al lado derecho de la nave,
es capaz de deslizarse con gran facilidad
gracias a su casco asimétrico,
lo que le permite mantener
su rumbo en línea recta.
Una bella y elegante embarcación
con un singular diseño
que ha perdurado a través de los siglos,
y cuyo encanto ciertamente contribuye
a la magia de tan extraordinaria ciudad.
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«Es como una mujer,
sin demasiado maquillaje,
con un traje de noche Armani,
con sólo un diamante en la garganta».
Roberto Tramontin
(constructor de góndolas, astillero de Tramontin)
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