Encuesta CEP y aborto
La semana pasada conocimos los resultados de una nueva encuesta de opinión del Centro de Estudios Públicos. Como es habitual, no pasó desapercibida y ha marcado la agenda durante todos estos días.
Si bien el mayor revuelo se centró en los debates sobre educación, reforma tributaria y en los liderazgos políticos, existe otro tema que también merece ser analizado más detalladamente, especialmente por las implicancias que tiene en el tipo de sociedad que queremos construir. No es trivial un Chile con o sin aborto.
Según la CEP de julio, más de un 70% de los chilenos estaría a favor de la despenalización del aborto en los casos extremos (violación, peligro de vida de la madre e inviabilidad fetal). Este grupo, en general, se compondría de un 20% que está por el aborto libre -en cualquier caso- y otro 50% que manifiesta que dicha normativa debería estar limitada sólo a situaciones puntuales.
Justamente este último grupo de personas es el que más ha crecido en los últimos años, como ya se observaba en los números entregados por la Encuesta Nacional Bicentenario UC – Adimark el año 2013, donde ya un 59% de los consultados estaba de acuerdo con la práctica del aborto en algunas circunstancias.
Estos resultados son verosímiles por muchas razones, y salir a contradecirlas o desacreditarlas debido a que no convienen al sector con el que nos identificamos, parece ser una estrategia simplista que no se hace cargo de la realidad. Con ello, se cae en la crítica al termómetro como culpable del frío o del calor.
Hacer aquello conduce a una contradicción tan evidente como la exhibida en la respuesta del Gobierno cuando comentó la encuesta CEP: por un lado celebraba la evaluación positiva que recibía la Presidenta en el instrumento, pero al mismo tiempo criticaba la metodología en la confección de las preguntas de educación, argumentando parcialidad, principalmente porque los resultados no les favorecían.
Siendo así las cosas, entonces, ¿Debería aprobarse sin más una despenalización parcial del aborto en nuestro país?
Aunque los números están ahí –y no mienten-, tampoco podemos asegurar que lo digan todo acerca de algún tema. Para cualquier chileno, resulta sumamente sensato proteger tanto la vida como la salud de la madre, y si el aborto se promociona como la solución de esos conflictos, obviamente que el apoyo a esa medida se incrementará con el tiempo. Si por el contrario, fuese el aborto en si mismo algo considerado por la mayoría como bueno y aceptable, lo que verdaderamente tendría un apoyo creciente sería su liberalización completa sin condiciones.
Entonces, es posible afirmar con cierto grado de certeza, que para la mayoría de las personas lo más relevante es que la mujer embarazada no sufra daños, más aún si se encuentra en contextos especialmente vulnerables como los descritos en los casos en discusión. En esas situaciones, se vislumbra al aborto como una posible ayuda o solución, pero no lo es. Muy por el contrario, es un daño adicional tanto psiquico como físico.
En Chile la mortalidad materna es bajísima (16 por 100.000 nacidos vivos) y el riesgo de morir por aborto es de 1 en 4 millones de embarazadas, según datos del Melisa Institute. Los médicos sabemos que tenemos dos pacientes, pero que si la vida de la madre está en riesgo, debemos actuar para salvarla, sin necesidad de una ley de aborto terapéutico, ya que la lex artis obliga a proteger la vida de la paciente, aunque como consecuencia no deseada se pierda la vida del hijo en gestación.
Por otro lado, luego de una violación, si es que se produce un embarazo, la madre no obtiene ningún beneficio psicológico ni físico en caso de terminar con la vida del niño. Más vale crear un programa de apoyo integral a las mujeres que pasen por esta situación, con o sin resultado de embarazo. Asimismo, debiese ampliarse la red de apoyo a mujeres con otros tipos de embarazos difíciles, especialmente cuando la vida del hijo puede acabarse poco después de nacer: no por estar gravemente enfermos, esos niños están condenados a fallecer deliberadamente en el vientre materno.Programas como ACompañarEs, realizado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, son un gran ejemplo exitoso de apoyo a las mujeres y familias que cursan embarazos complejos. ¿Quién podría oponerse a hacerlo una garantía AUGE?
Es responsabilidad de las instituciones de la sociedad civil dar a conocer estas realidades, que le quitan peso a la necesidad de aprobar leyes que despenalicen el aborto, ya que este no soluciona el problema de fondo, ni es de ayuda para las mujeres que viven los casos extremos descritos. De esta manera, se podrá revertir la tendencia de opinión exhibida en las encuestas, y así, lograr que Chile se mantenga orgulloso de seguir protegiendo a todo ser humano, sin discriminaciones arbitrarias, desde su concepción hasta su muerte natural
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS