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Desenmascarar el pretexto con convicción y claridad conceptual no tiene por qué resultar impopular...

AXEL BUCHHEISTER, DIARIO LA TERCERA, DOMINGO 17 DE AGOSTO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/08/17/AXEL-BUCHHEISTER/QUIEN-NOS-DEFENDERA/nueva mayoría

¿Quién nos defenderá?


Según la encuesta Adimark, la caída en la aprobación de la reforma tributaria se revirtió. Si en junio el apoyo iba en 45%, en julio remontó a 50%. Ello probablemente fue expresión del ambiente positivo que se transmitió por el acuerdo tributario. Lo curioso es que los encuestados igual mantuvieron un cierto pesimismo al respecto, pues el sondeo muestra que un 60% piensa que dicha reforma tendrá efectos negativos para la clase media y que el 49% cree que va a disminuir la oferta de empleos.
Puede concluirse que la gente reaccionó positivamente al acuerdo, pero que igual siente que será perjudicada.Asimismo, que la consigna que sólo los ricos pagarían no se la compró casi nadie. La pregunta es a quiénes pensaban que defendían los políticos de oposición que suscribieron el “protocolo”, y si acaso no era preferible rechazarlo y proclamar la defensa del ciudadano común, en un tema que entronca fundamentalmente con el ideario de la centroderecha: no a más impuestos. Difícil hallar un momento más favorable para defender los principios y no se hizo. Porque es un fenómeno político mayor que la gente haya relacionado el aumento de la carga tributaria de las empresas con la disminución del empleo.
Y margen para hacer una defensa concreta había de sobra. La reforma tributaria no sólo crea una sensación de amenaza al empleo, sino que impacta “a la vena” del ciudadano común; de ese que probablemente no pierda su trabajo, sino que por tener un ingreso tendrá que pagar más. Así, con protocolo y todo, los cambios tributarios encarecerán comprarse una vivienda o un auto, fumar, tomarse una bebida o un trago, usar electricidad o pedir un crédito.
Además, era la oportunidad para desenmascarar los pretextos con que se justifican las cosas. Se habla de impuestos verdes o correctivos, pero en realidad no son más que subterfugios para sacarles plata a las personas. Porque si efectivamente se quiere mitigar un supuesto mal, como que la gente fume o ingiera mucha azúcar, ¿por qué los impuestos con que se pretende desincentivarlos terminan con una recaudación positiva? Es decir, el Fisco cuenta con que usted siga fumando para recaudar más; porque no se ha propuesto un mecanismo que realmente desincentive que lo haga, lo que, según el típico argumento, disminuiría el gasto en salud.
Resulta, además, que no era efectivo el gran pretexto que se vendió: que los recursos se necesitan para la reforma educacional, según lo pide “la calle”, aunque nadie sabe en qué consistirá y cuánto costará realmente. De manera asombrosa, a su turno la encuesta CEP consigna que sólo el 22% de los encuestados prefiere que la mayor recaudación de la reforma tributaria vaya a educación, mientras que el 56% privilegia como destino la salud.
La centroderecha debe abandonar su temor a que “nuestras ideas no son populares” y que oponerse a lo que pretende la izquierda puede costar votos. Sí son populares y la gente busca quién las defienda. Con el protocolo que firmó la oposición tendrán que seguir esperando por alguien. Quizás Ignacio Walker es más astuto de lo que sus críticos creen.

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