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Pestes inolvidables…



Alejandro Navarro, conocido senador chavista con residencia en Chile, acaba de notificar a la Presidenta que la “Asamblea Constituyente no depende de su sola voluntad”. Es una afirmación algo fuerte considerando que la entera NM y la izquierda en general existe, depende, respira, lucra política y monetariamente y se pavonea por los pasillos del poder gracias a las virtudes de la Presidenta. Por eso dicha aseveración ha hecho recordar a observadores quizás algo alarmistas y/o dados a asociaciones insólitas el cómo, a lo largo de la historia, “ese relato de crímenes, miserias y locuras” según la describía un autor, la humanidad no ha dejado de sufrir el embate de pestes no sólo de carácter biológico, sino también ideológico. Entre las primeras las hubo tan intensas y extendidas que devastaron las sociedades donde se desataron, como sucedió con la peste negra, la cual mató entre un tercio y la mitad (¡!) de la población europea en el siglo XIV, aceleró el deterioro de la sociedad feudal y precipitó, en Europa occidental, el desarrollo del comercio, la vida urbana y la cascada de efectos sociales y culturales que llevarían al mundo moderno.Las peores, sin embargo, son las segundas, las asociadas a religiones, visiones políticas, sueños apocalípticos, utopías fantásticas y fiebres nacionalistas, étnicas o tribales, todas ellas por igual nacidas de las prédicas orales y/o escritas de alguna clase de profeta y sus posteriores mistagogos. Son los movimientos que han involucrado a millones de individuos en la persecución de una idea imaginaria que normalmente ha conducido a sus naciones a la ruina y, en casos de escopeta, desatado la coerción, opresión y eventual matanza de los infieles o descreídos de turno. Estas oleadas de fanatismo, las cuales de tanto en tanto recorren el cuerpo de la humanidad como un estremecimiento de fiebre delirante, casi siempre son peores y más letales que la gripe española o la peste negra y tienen siempre muchos voceros. Estos a veces son ad honórem, a veces a honorarios y a veces son Honorables.
Surtido de Pestes
Ha habido muchas pestes de esta última clase. En los primeros siglos del cristianismo hordas de fanáticos recorrían las ciudades destruyendo edificios de gran valor, quemando bibliotecas y masacrando a miles de paganos, entre ellas, desollándola viva, a la genio físico-matemática Hypatia, en Alejandría. En la Edad Media, en nombre de la cruz, se quemó a miles de personas por herejía, brujería, ateísmo o magia. Los judíos eran masacrados periódicamente por una chusma ignorante que los sindicaba culpables de las plagas, del asesinato de niños cristianos, de intrigas terribles y en especial de ser más laboriosos y prósperos que sus vecinos. La ideología comunista, en Rusia, entrañó la muerte de millones de personas por hambre o ejecuciones con un tiro en la nuca, a la Katyn, el bosque donde en 1940 se ejecutó de ese modo a la entera oficialidad del ejército polaco y a todos los intelectuales que no profesaban la Buena Nueva. Hoy, en Corea del Norte, el régimen despótico de Kim Jong-un, férreamente asociado al culto del comunismo, ha hundido a su país en sucesivas hambrunas, liquidado a miles de coreanos -incluyendo familiares del monarca- y marcado el alma, al menos de labios para afuera, de toda la población de ese país; en Corea se ríe, se celebra y se llora por decreto. Para qué hablar de las monstruosidades inconcebibles a que dio lugar la ideología racista nazi. En todos los casos -religiones e ideologías- la matanza y el salvajismo es precedido por una doctrina que se considera dueña de la Verdad absoluta, define de una vez y para siempre a los buenos y a los malos y además pretende tener la fórmula precisa para llevar a la humanidad a una “fase superior” o complacer a una celosa y vengativa divinidad. Lo único necesario para llegar al paraíso es mandar al infierno a los descreídos o siquiera ponerlos en lista negra.
La Lista
En la lista negra de los réprobos y sus respectivas terapias hay casos donde se recurre a un tratamiento extremo, aunque otros son más benignos. Entre los primeros están las liquidaciones sumarias cometidas por presunta voluntad de Allah, del profeta, de divinidades varias...del proletariado, el Pueblo o hasta la Humanidad. Es en este lado brutal del recuento donde hoy, en el 2014, nos encontramos con la activista de derechos humanos libia, Salwa Bugaighis, quien acaba de ser liquidada a cuchilladas y de un tiro en la cabeza por una facción islámica, a las mujeres lapidadas por adulterio o conducir taxis, los bombazos que mutilan y matan a docenas de personas, al ISIS apoderándose de una ciudad tras otra en Irak y ejecutando a sangre fría a miles de personas, a Boko Haram, insalubre colección de energúmenos que ha aniquilado villorrios completos en Nigeria. Las diarias Jihad o Fatwa contra tal o cual infiel y la convocatoria a aniquilar el Estado de Israel también podrían sumarse.
El extremo más inocuo y más dado a verter saliva que sangre posee, en Chile, numerosos ejemplos. No han faltado las salvajadas letales, pero en lo principal se trata de brutalidad verbal y política, tomas destructivas de colegios y la hegemonía de patotas de energúmenos, fumadores de opio y funadores profesionales.
Doble hablar, Doble Pensar
Decir que esta variedad de peste es lo que hoy predomina provoca reacciones de indignado y despectivo rechazo en quienes asumen la vieja y consoladora teoría del “costo social”, siempre necesario para imponer el Cielo aquí en la Tierra, en especial si dicho costo lo pagan otros. Es gente con buenas intenciones y con ánimo de iluminar al prójimo, aunque suelen perder la paciencia y pronto toman medidas con quienes insisten en no dejarse convencer. Ya se le ha advertido al futuro vocero de la NM que “se muerda le lengua” antes de hablar. Hay también quienes miran hacia otro lado por oportunismo y miedo a las represalias. El discurso políticamente correcto, siempre en sintonía con el poder, se presta de maravillas para legitimar con sofismas similares a las que mencionaba George Orwell en su libro “1984”, la técnica del “doble-hablar” y del “doble-pensar”. Para este discurso no hay crímenes sino actos de liberación, no hay fanatismo sino compromiso, no hay matanzas sino “ajusticiamientos”, no hay violencia sino reacción ante las injusticias. Y siempre es posible afirmar que se representa al pueblo. Así entonces, se cometen barbaridades en nombre del pueblo palestino, en nombre del pueblo irlandés, en nombre del pueblo Vasco, en nombre del pueblo mapuche. Por cierto a dichos pueblos jamás se los consulta; al contrario, son la primera víctima de quienes los reducen a la condición de colaboradores so pena de ser calificados como traidores.
Volviendo a Alejandro
Es la clase de semántica y sintaxis -con variantes criollas- que encontramos en labios de A. Navarro y tantos otros políticos de su facción o “sensibilidad”, como poetiza la siutiquería de los tiempos. Nada hacen o dicen si no es en el nombre del pueblo, al cual jamás consultan salvo por obligación y atrincherados tras el binominal. La realidad es que si “el pueblo” es sinónimo de la mayoría de cualquier pueblo, NUNCA y con ninguna doctrina o credo se le ha visto o se lo verá masivamente llegando hasta donde quieren llegar los Navarro y Cía. La fe del carbonero, la cual por un momento puede haber convocado a “las mayorías”, rápidamente se desvanece o amortigua por obra y gracia de su sentido común y/o de su pereza y/o su comodidad y/o miedo a los riesgos y/o por rápido desinterés. De ahí que las mayorías, tan invocadas, sean una expresión vacía; muy pronto dan un paso al lado, se hacen invisibles e inaudibles y dejan el terreno a disposición de los que viven y medran por y para El Llamado.
Por ahora el territorio es de Alejandro y los suyos. La calle, la patota, las “asambleas” y los activistas están con él. O sea, el pueblo en su versión movilizacional. El pueblo encapuchado y con bien provistas mochilas. Que se cuide la señora Presidenta, que ya se le advirtió.

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