por Christian Ramírez
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 6 de julio de 2014
En la medida en que entra -en buena parte- por los ojos, el cine tiende a ser un arte de primeras impresiones. No hay caso. Si la película no parece atractiva de entrada, es difícil que la audiencia deje espacios para segundas oportunidades, y es bajo esa presión por llamar la atención que los estudios nos tienen aplastados con material que intenta sorprender y conmover al minuto, como si los tipos encargados de fabricarlo olvidaran que incluso en la vida real, acá afuera, estos procesos son graduales y progresan a su propio ritmo.
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