WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Ese discreto encanto de la formalita colorada

Hay ciudades de bares, ciudades de cafés y está Santiago, una ciudad de fuentes de soda. Si hubiera una imagen, una sola imagen, que representara con sencilla nitidez nuestra manera de habitar la ciudad callejera, esa imagen sería, casi con certeza, la de una mesa de formalita roja adornada por tres dispensadores plásticos con la tapa en forma de cono: uno amarillo para la mayonesa, otro rojo para el kétchup y un tercero verde para el ají.  
La tradición de la fuente de soda local está emparentada con los diner norteamericanos mucho más que con el bar europeo. El diner es el imperio de la comida barata -que no es lo mismo que chatarra-, el café aguado y los desayunos abundantes. Ese ambiente visitado por el cine y el arte. Edward Hopper retrató la soledad de estos lugares en un cuadro y el fotógrafo Martin Parr, su casposa cotidianidad. Lady Gaga fue mesera de uno y escenas de películas inmortales -como Perros de la Calle, Cuando Harry Conoció a Sally y Buenos Muchachos- suceden dentro de esos locales.
Nuestra fuente de soda es una adaptación de aquel ensueño norteamericano de colores brillosos y asientos dobles, con jarras transparentes de café y meseras diligentes. El diner era la encarnación de una imagen de futuro amable y funcional, con muros espejados y superficies lisas fáciles de limpiar. Una estética que hizo del plástico un emblema de optimismo naif sobre los beneficios de la modernidad y que traducido al idioma local cobró nuevas formas y sentidos. Tan propio acabó siendo el ambiente de las fuentes de soda para Santiago, tan incorporado al paisaje de la capital, que en 1962 Nicanor Parra tituló Fuente de Soda uno de sus poemas. Los versos dicen poco de comida y más de un hombre solo que ocupa su almuerzo para examinarse, rodeado de extraños parroquianos que de tan anónimos resultan familiares.
José Angel Cuevas, otro poeta, puso en la portada de su libro Restaurant Chile, la imagen de un lector en una de esas barras iluminadas por letreros de neón parpadeando en medianoche.
Estos lugares se esparcieron, desde el centro hacia los barrios, con la discreción propia de lo que nunca está de moda, porque siempre está presente con esa humildad silenciosa de lo descartable. En gran medida la popularidad del sánguche -producto que según el New York Times “obsesiona a los santiaguinos”- tiene que ver con la arraigada tradición de la fuente de soda en la capital. La más popular de todas, Dominó, tiene como sello justamente la manufactura diligente de una abundante carta de emparedados, algo que supone, la existencia de un personaje clave: el maestro sanguchero. La figura de éste debe estar a la vista del cliente, demostrar públicamente el dominio sobre los secretos de la cocción y la plancha caliente y exhibir destreza en el manejo del pan y sus agregados. El maestro sanguchero es a la fuente de soda lo que el bartender al pub.
Pero más que la alimentación en sí, lo que distingue a estos boliches singulares es su digna discreción, una humildad honesta de la que carecen muchos antros abajistas y que supone la convivencia de la cuerina con la enredadera plástica, el calendario añejo frente a los espejos que reflejan la imagen del día o de la noche y los dispensarios de servilletas dispuestos en forma de cono invertido. Es el boliche de paso y el de la resignación de una noche agitada con pocos resultados. El descanso de los guerreros que, de vuelta de una noche de juerga, apuran la madrugada en el Prosit de Plaza Italia o el Costa Brava de la Alameda. La fuente de una vida común, como las resacas de verano o los almuerzos de fin de semana en el Torremolinos de calle Lastarria.
____
COMENTARIO AGREGADO:

CLAUDIO BERTONI:

...no estoy en el poder
estoy en una fuente de soda
tomándome una malta

no estoy en el poder
estoy en una fuente de soda
comiéndome un completo

no estoy en el poder
estoy en una fuente de soda
viendo el festival de la una
en un televisor motorola

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS