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¿A qué edad comienza la gente a ser feliz?

Los Nuevos hallazgos sobre la felicidad
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 22 de enero de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/01/22/el_sabado/_portada/noticias/A3905ED3-FAF5-4BFE-9253-F3B93DA5A29E.htm?id={A3905ED3-FAF5-4BFE-9253-F3B93DA5A29E}
Extractado y traducido de The Economist

Los últimos estudios han
demostrado que el promedio mundial son los 46 años.

Si le preguntan a la gente cómo se siente cuando envejece,
probablemente responderá algo similar a lo que dijo Maurice Chevalier:
"La vejez no es tan mala cuando piensas en la otra alternativa".
Articulaciones más rígidas, músculos más débiles, pérdida de la vista
y la memoria, sumado a la falta de cuidados del mundo moderno con los
mayores, parece una terrible perspectiva; mejor que la muerte tal vez,
pero no por mucho. Sin embargo, la humanidad se equivoca cuando tiene
miedo al envejecer. La vida no es un largo y lento declive de las
tierras altas iluminadas por el sol hacia el valle de la muerte. Es,
más bien, una vuelta en U.

Cuando las personas comienzan su vida adulta, por lo general, están
alegres. Las cosas van cuesta abajo desde la juventud a la edad
madura, hasta llegar a su punto más bajo conocido como la crisis de la
mediana edad. Hasta ahora, eso es lo familiar. La parte sorprendente
sucede después de eso. Pese a que la gente que camina hacia la vejez
pierde cualidades preciadas -vitalidad, agudeza mental, la figura-,
gana en lo que se pasa la vida persiguiendo: la felicidad.

Este curioso hallazgo ha surgido de una nueva rama de la economía que
busca una medida más satisfactoria que el dinero para dar cuenta del
bienestar humano. La economía convencional utiliza el dinero como un
indicador útil. Sin embargo, algunos economistas, no convencidos de
que exista una relación directa entre el dinero y el bienestar, han
decidido ir al núcleo del asunto y medir la felicidad en sí misma.

Estas ideas han penetrado en el campo de las políticas públicas. Uno
de los países pioneros es Bután, donde el concepto de Felicidad
Nacional Bruta (FNB) forma parte del proceso de planificación. En
2008, el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, pidió a dos
economistas y premios Nobel, Amartya Sen y Joseph Stiglitz, una
fórmula para llegar a una medida más amplia de bienestar que el PIB
nacional. Y el mes pasado, en un gesto bastante sentimental y atípico
para Gran Bretaña, David Cameron anunció que su gobierno empezará a
recoger datos acerca del bienestar de la población.

Ya hay mucha información recopilada sobre el tema por el Registro
Social de Estados Unidos, el Eurobarómetro y Gallup. En las encuestas
hacen dos tipos de entrevistas. Una se preocupa de la evaluación que
las personas dan a sus vidas, y otra que responde a cómo se sienten en
un momento determinado. El primero va en la línea de preguntas como:
"Tomando en cuenta su vida como un todo, ¿cómo se siente?". El segundo
es algo así como: "¿Ayer se sintió feliz / contento / enfadado /
ansioso?". El primer tipo de pregunta busca medir el bienestar global,
y el segundo, el bienestar de tipo hedónico o emocional. No siempre
entregan la misma respuesta: tener hijos, por ejemplo, tiende a hacer
que la gente se sienta mejor acerca de su vida como un todo, pero
también aumenta la probabilidad de que se hayan sentido enojados o
ansiosos en el día anterior.

Los estadísticos revisan las enormes cantidades de datos que estas
encuestas producen. Tratan de encontrar la respuesta a la eterna
pregunta, ¿qué hace feliz a la gente?

Al parecer, la respuesta es que hay cuatro factores principales: el
género, la personalidad, las circunstancias externas y la edad. Las
mujeres, en general, son ligeramente más felices que los hombres. Pero
también son más susceptibles a la depresión: entre un cuarto y un
quinto de las mujeres experimentan depresión en algún momento de sus
vidas, en comparación con alrededor de una décima parte de los
hombres. Lo que sugiere que, o las mujeres son más propensas a
experimentar emociones más extremas, o que algunas mujeres son más
miserables que los hombres, mientras que la mayoría son más alegres.

Dos rasgos de personalidad resaltan en los análisis: neurosis y
extraversión. La gente neurótica -propensa a la culpa, la ira y la
ansiedad- tiende a ser infeliz. Esto es más que una observación
tautológica sobre el estado de ánimo de la gente al ser consultada por
los encuestadores o economistas. Los estudios de panel, que siguen a
estas personas durante años, han mostrado que la neurosis es un rasgo
de personalidad estable y un buen indicador de los niveles de
felicidad. Los neuróticos no sólo son propensos a los sentimientos
negativos: también tienden a tener baja inteligencia emocional, lo que
les perjudica para establecer y manejar relaciones, y eso a su vez los
vuelve infelices.

Mientras la neurosis tiende a llevar aparejada una personalidad
sombría, la extroversión hace lo contrario. A quienes les gusta
trabajar en equipo y disfrutan de las fiestas tienden a ser más
felices que los que cierran la puerta de la oficina durante el día y
se encierran en su casa por las noches. Este rasgo de la personalidad
puede ayudar a explicar algunas diferencias entre las culturas: un
estudio comparativo descubrió que los británicos son, en promedio, más
extrovertidos y más felices que los chinos y japoneses.

Luego está el rol que tienen las circunstancias. Todo tipo de cosas en
la vida de las personas, como las relaciones, la educación, los
ingresos y la salud, construyen el cómo se sienten frente a la vida.
Estar casado entrega una elevación considerable, pero no tan grande
como la angustia de estar cesante. En Estados Unidos ser negro se
asociaba antes con niveles más bajos de felicidad. Las cifras más
recientes sugieren que ser negro o hispano hoy está asociado con una
mayor felicidad. Las personas con niños en la casa son menos felices
que los que no tienen. Las personas educadas son más felices, pero
este efecto desaparece una vez que los ingresos se estancan. La
educación, en otras palabras, hace más feliz a la gente, porque los
hace más ricos. Los ricos son más felices que los pobres, pero ¿hasta
qué punto es una fuente de argumentos?

LA VISTA DESDE EL INVIERNO

Por último, está la edad. Un estudio de la Universidad de Duke hizo el
siguiente ejercicio: puso frente a frente a un grupo de personas de 30
años y a otro de 70 años y les pidió que digan cuál creían que era el
grupo más feliz. Ambos apuntaron hacia el de 30 años. En cambio,
cuando se les pidió que analicen su propio bienestar, los de 70 años
eran más felices.

Las "siete edades del hombre", la imagen dominante del ciclo de vida
en los siglos 16 y 17, fue casi siempre concebido como el crecimiento
físico sumado a la satisfacción hasta la mediana edad, seguido de un
fuerte descenso hacia la tumba. Invertir esa curva es una idea
reciente. "Algunos notamos esa vuelta en U en la década de los 90",
dice Andrew Oswald, profesor de economía en la Warwick Business
School.

Desde entonces, el interés en esta nueva teoría ha ido creciendo. Su
efecto sobre la felicidad es significativo y la situación se repite en
todo el mundo.
Oswald y David Blanchflower, profesor de economía en la Universidad de
Dartmouth, investigaron los datos en 72 países. El punto más bajo de
felicidad varía según los países -los ucranianos, en la parte superior
de la gama, son más miserables a los 62 años, y Suiza, en la parte
inferior, a los 35-, pero en la gran mayoría de los países la gente
pasa por el periodo de mayor infelicidad entre los 40 y principios de
50. El promedio mundial es a los 46.

Esta curva se muestra no sólo en los estudios de bienestar global,
sino que también se manifiesta en aquellos de carácter hedónico o el
bienestar emocional. Un documento, publicado por Arthur Stone, Joseph
Schwartz y Joan Broderick de la Universidad Stony Brook, y Angus
Deaton, de Princeton, separa el bienestar en sentimientos positivos y
negativos y analiza cómo la experiencia de las emociones varía a lo
largo de la vida. El disfrute y la felicidad cae en la edad madura, y
luego remonta; el estrés se eleva durante los 20 años, luego cae
bruscamente; los peaks de preocupación se alcanzan en la mediana edad,
y caen a partir de entonces, disminuye la ira a medida que la persona
va creciendo, la tristeza aumenta en la mediana edad, y cae a partir
de entonces.

Si se invierte la pregunta, el patrón se mantiene. Un estudio
británico preguntó a la gente cuándo sentía más depresión, y la U se
transformó en un arco, con el punto más álgido a los 46 años.

MÁS FELIZ, SIN IMPORTAR LO QUÉ PASE

Siempre existe la posibilidad de que las variaciones no sean el
resultado de los cambios durante el ciclo de vida, sino que de las
diferencias entre las distintas épocas. Un europeo de 70 años puede
sentirse diferente a uno de 30 años, no porque sea viejo, sino porque
creció durante la Segunda Guerra Mundial y se formó en consecuencia,
por diferentes experiencias. Pero la acumulación de datos socava la
idea de un efecto de cohorte. Por ejemplo, un habitante de Estados
Unidos y uno de Zimbabwe no han sido formados por experiencias
similares, pero la curva en U aparece en ambos países. Si dicho efecto
de cohorte fuera el responsable, el efecto en U no se habría apreciado
en forma regular en 40 años de datos.

Otra posible explicación es que la gente infeliz muere más joven. Es
difícil determinar si eso es cierto o no, pero, dado que la muerte en
la mediana edad es un fenómeno extraño, eso explicaría sólo parte del
fenómeno. Tal vez el efecto en U es sólo una expresión del efecto de
circunstancias externas. Después de todo, los factores comunes afectan
a las personas en las diferentes etapas del ciclo de vida. Las
personas de 40 años, por ejemplo, a menudo tienen hijos adolescentes.
¿Podría, la miseria de los de mediana edad, ser la consecuencia de
compartir el espacio con adolescentes molestos? Por otra parte, las
personas mayores tienden a tener más dinero. ¿Podría su satisfacción
tener relación con sus montones de efectivo?

La respuesta que resulta de esto es: no, existe control de dinero en
efectivo, ciertos niveles de empleo y la presencia de hijos, pero el
efecto en U se mantiene. Por lo tanto, la felicidad creciente que
sigue a la miseria de la mediana edad no guarda relación con
circunstancias externas como sí lo hace con cambios internos.

Las personas, demuestran los estudios, se comportan de maneras
distintas a distintas edades. Las personas mayores tienen menos
problemas y llegan a mejores soluciones en sus conflictos. Son mejores
para controlar sus emociones, tienen mejor aceptación de la desgracia
y son menos propensos a la ira. En un estudio, por ejemplo, se les
pidió a los sujetos que escucharan grabaciones de personas diciendo
cosas supuestamente despectivas acerca de ellos. Los mayores y los
jóvenes se entristecieron de manera similar, pero los ancianos
aparecieron menos enojados y menos inclinados a juzgar, al considerar,
como dijo uno de ellos, que "no se puede complacer a todo el mundo,
todo el tiempo".

Existen varias teorías de por qué esto podría ser así. Laura
Carstensen, profesora de psicología en la Universidad de Stanford,
habla de "la capacidad exclusivamente humana de reconocer nuestra
propia mortalidad y vigilar nuestros horizontes temporales". Debido a
que los mayores saben que están cerca de la muerte, dice, son mejores
para vivir el presente. Se centran en las cosas que más les interesan,
como los sentimientos, y menos en los objetivos a largo plazo.
"Cuando los jóvenes buscan como referencia a personas mayores, piensan
en lo terrible que debe ser estar llegando al final de su vida. Pero
las personas mayores saben qué es lo que más importa". Por ejemplo,
dice, "los jóvenes van a fiestas ya que pueden conocer a alguien que
sea útil para ellos en el futuro, a pesar de que nadie que yo conozca
en realidad le gusta ir a esos cocktails".

LA MUERTE DE LA AMBICIÓN, EL NACIMIENTO DE LA ACEPTACIÓN

También existen otras posibles explicaciones. Tal vez el ver a sus
contemporáneos caer muertos, hace que los sobrevivientes tengan la
determinación de sacar el máximo provecho de sus años restantes. Tal
vez la gente comienza a aceptar sus fortalezas y debilidades, a
renunciar a la esperanza de convertirse en el gerente o de mostrar su
obra en la Academia Real y aprende a sentirse satisfecho como sub
gerente o exhibiendo su pintura en la iglesia local.

"Ser una solterona", dice uno de los personajes de una historia de
Edna Ferber, una (soltera) novelista de Estados Unidos, fue "como la
muerte por inmersión, una sensación muy agradable cuando se dejó de
luchar". Tal vez la aceptación de envejecimiento en sí mismo es una
fuente de alivio. "¡Qué agradable es el día", observó William James,
filósofo estadounidense, "en que nos damos por vencidos de ser jóvenes
o delgados!".

Cualquiera sea la causa de la curva en U, tiene consecuencias más allá
de lo emocional. La felicidad no sólo hace más felices a las personas,
sino que también más saludables. John Weinman, profesor de psiquiatría
del King College de Londres, controlaba los niveles de estrés de un
grupo de voluntarios, y luego infligía pequeñas heridas sobre ellos.
Las heridas de los menos estresados se curaban el doble de rápido que
las de aquellos que manejaban niveles más altos. En la Universidad
Carnegie Mellon en Pittsburgh, Sheldon Cohen contagió de resfriado y
gripe a un grupo de personas. Encontró que los tipos más felices eran
menos propensos a contraer el virus, y mostraron menos síntomas de la
enfermedad cuando lo hicieron. Así, aunque las personas mayores
tienden a ser menos sanos que los más jóvenes, su alegría puede ayudar
a contrarrestar su desintegración.

Las personas más felices son también más productivas. Oswald y dos
colegas, Eugenio Proto y Daniel Sgroi, animaron a un grupo de
voluntarios, mostrándoles una película divertida. Luego, los sometían
a pruebas mentales y comparaban su rendimiento con los grupos que
habían visto una película neutra, o que no habían visto ninguna
película. Los que habían visto la película divertida rindieron un 12
por ciento mejor. Esto lleva a dos conclusiones. En primer lugar, si
usted va a ser voluntario para un estudio, seleccione "el experimento
de los economistas, en vez de los que organizan psicólogos o
psiquiatras". En segundo lugar, la alegría de la edad avanzada viene a
contrarrestar la pérdida de productividad que viene de la disminución
de las habilidades cognitivas, un punto que vale la pena recordar,
debido al funcionamiento del mundo para hacer frente a una fuerza
laboral envejecida.

El envejecimiento de los países ricos es normalmente visto como una
carga para la economía y un problema a resolver. La estructura en U
aboga por una visión más positiva del asunto. A medida en que el mundo
se vuelve más gris, también es más brillante; una posibilidad
alentadora.
El disfrute y la felicidad cae en la edad madura, y luego remonta; el
estrés se eleva durante los 20 años, luego cae bruscamente.
El punto más bajo de felicidad varía según los países: los ucranianos
son más miserables a los 62 y los suizos a los 35.

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