por Nicolás Luco La arlesiana de Van Gogh me mira. Me mira una Madonna azul de Ingres. Y un retrato de noble que Velázquez pintó a los 24 años. Rembrandt joven y de frente angustiada me desafía desde el siglo XVII. Con angustia de Cristo antes de la cruz me observa un Gauguin polinésico vestido de lino blanco. Debo arrancar del Museo de Arte de Sao Paulo, MASP, porque al sur de la ciudad me espera Futurecom, la feria más importante de tecnología de América Latina, dicen. Pero la paz de un Courbet me arrebata, y los ojos de un Modiglani me transportan al interior de mí mismo. El único autorretrato que Modigliani pintó está en otro museo de Sao Paulo, el MAC. Pero no alcanzo. Tengo que ir a a ver la complejidad contemporánea. ¿Qué no es un Greco el que se sumerge en una esquina? ¿Y un Jerónimo Bosch el que juega con las tentaciones de un San Antonio que no se atreve a salir de su capilla, al fondo, escondido? Tengo que partir a la atmósfera virtual, donde todo va a ocurrir. Pero un árbol de Cézanne paraliza a cualquiera. Esta es complejidad, deleite en cada equilibrio y cada audacia. Si la Futurecom es la Feria de Informática y Telecomunicaciones más importante de América Latina, éste, el MASP, debe ser el museo de arte más rico del continente, en esta ciudad, la que ocupa el lugar 16 en el mundo en capacidad económica. Antes de partir a la feria, me capturan los alemanes contemporáneos. Por suerte Anton Henning me alivia con su océano porque Martin Kippenberger me arroja un "I hate you". Otros escupos me propinan otros alemanes, retorcidos en un vivir que no consiguen descifrar. Me voy a la feria, me esperan allí los TIMs, la IBM, la Siemens, Huawei, Cisco, Qualcomm, NEC, LG-Ericsson. Nombres que evocan otras complejidades. Entre todos, dicen, operarán el mundo desde una atmósfera virtual que ellos llaman "la nube". Es costoso construir la nube informática, me convencen. Pero ellos ayudan a subir, a un pequeño costo, dicen. Allá yo puedo ser significativo, encontrarme con los otros significativos en la complejidad de este mundo global. Antes de reportear la Futurecom pensaba que internet permitiría que una persona sencilla, como el pintor Honoré Daumier, podría hacerse significativo. Pero ahora veo que la complejidad exige un poder económico y tecnológico. Está aquí. Hay aquí buenos hombres y mujeres, que quieren construir una expresividad más humana y negocios en esta nueva atmósfera, la nube. Pero cuesta. La arlesiana, en el museo, me miraba desde su fondo rosa. Van Gogh pintó varias versiones. Ésta ocupa Sao Paulo. Logró romper todas las atmósferas, todas las virtualidades. Me miraba a mí directamente, sin nubes.
CLASE DEL 70 SGC
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Los computadores clasifican la vida, los artistas la expresan
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