LIQUIDACION DE CARTONES

Liquidación de cartones
por Leonardo Sanhueza
Diario Las Últimas Noticias, martes 4 de enero de 2011
 
La publicación de los resultados de la PSU,
como la inauguración de las fondas de septiembre
o las ofertas de la calle Meiggs en marzo,
produce el mismo tipo de noticias todos los años.
 
Los jóvenes que obtuvieron los mejores puntajes
lucen radiantes en las portadas de los diarios,
se prestan para fotos festivas, hacen morisquetas,
muestran el lado divertido de los mateos
y finalmente nos cuentan, con una seguridad que da susto,
que estudiarán medicina, ingeniería o derecho;
el más extravagante dice astronomía.
 
Sería muy difícil convencer a uno
de esos futuros universitarios
de cambiar de planes. Al menos no todavía.
 
Quizás en tercer año, en cuarto,
cuando le venga la chiripiolca vocacional
o se enamoren hasta las orejas
o se caigan al frasco
o su mundo sólido y prepicado
se les dé vuelta como un calcetín.
 
Pero por ahora se ven tan seguros
de sus deseos y decisiones
que no parecen jóvenes,
sino misiles teledirigidos.
 
Más interesantes son las muchedumbres
de despistados y temerosos que
buscan un destino plausible
mientras van de un lado a otro
con sus puntajes escondidos en la carpeta
como si fueran defectos personales o cicatrices.
 
Curiosamente, son ellos el plato fuerte
de los leones en el foso de los estudios superiores:
se los pelean las universidades privadas y los institutos.
 
El negocio no está en las mejores cabezas
de cada generación, sino en el perraje
azotado por las pretensiones familiares,
las presiones sociales, las ambiciones vacuas
y la transformación de la vida universitaria
en mera acreditación profesional.
 
Sin cartón, no eres nada:
ése ha sido el lema desde siempre,
pero ahora lo es de manera comercial.
 
Así que corre a comprar tu cartón,
únete al club, llama ahora, llama ya.
 
Este año la propaganda de las universidades e institutos,
así como la de los bancos que ofrecen créditos universitarios,
ha sido particularmente agresiva,
usando lenguajes publicitarios que no se diferencian
de los de las agencias de viajes o el retail.
 
La vida universitaria es liquidada
como un tránsito hacia el éxito monetario
y la educación significa tanto
como un seguro de vida
o una tumba comprada con anticipación.
 
El colmo de todo esto ha sido
una serie de tablas comparativas
y rankings con que todos los medios
han "aconsejado" a los estudiantes
acerca de su futuro, estableciendo
una ecuación entre dinero invertido
y los ingresos de sus futuras rentas.
 
Exactamente: la educación
en función de su rentabilidad.
 
Cada ingeniero, médico o abogado
podrá considerarse a sí mismo
como una fábrica unipersonal,
comprada con plata del bolsillo
y trabajada por y para el individuo.
 
A cada rato nos quejamos
de los desastres sociales a que lleva
la monetarización de la educación,
pero se mire adonde se mire
sólo se ve una profundización
del mercado educacional
como una compraventa
de certificados y títulos.
 
Es un hecho que muchas universidades
se comportan como parques de diversiones o guarderías,
en donde los profesores están de manos atadas
porque el único objetivo es respetar
las normas básicas del comercio:
que el cliente tiene siempre la razón
y que nunca se debe perder un cliente.
 
El resultado es obvio:
universitarios inválidos, torpes,
que terminan sus carreras en un santiamén,
confiados en el espaldarazo de su red de contactos,
si la tienen, o extremadamente perdidos si están solos.