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Y ahora qué?


por José Ramón Valente
Diario La Tercera, viernes 15 de mayo de 2015
http://voces.latercera.com/2015/05/15/jose-ramon-valente/y-ahora-que-4/

La idea con que se instaló el gobierno de Bachelet en cuanto a que el sector público debía relegar al sector privado a un segundo plano y que la acción del Estado se convertiría en el principal motor de la economía, no resultó.
La economía chilena está creciendo muy por debajo de su potencial, la inflación está por sobre la meta del Banco Central, el gasto público está creciendo de manera insostenible, la recaudación fiscal ha caído a pesar del alza de impuestos y la confianza en el futuro de nuestra economía está por el suelo. Probablemente por esas y otras razones tenemos nuevo ministro de Hacienda. ¿Y ahora qué?
En mi opinión, la tarea más prioritaria del ministro Valdés es recuperar la confianza del sector privado, de manera que la inversión vuelva a crecer. Desde el segundo semestre del 2013, cuando se empezó a conocer el programa de Michelle Bachelet y su triunfo en las urnas era cosa de tiempo, la inversión privada ha caído desde un saludable 26% del PIB, a un paupérrimo 20% del PIB. Los siguientes datos no constituyen una verdad revelada, pero sí lo ayudarán a hacerse una idea bastante cercana a la realidad respecto de la importancia de la inversión para el crecimiento del país. En sus buenos años, China invertía alrededor de un 50% del PIB y obtenía tasas de crecimiento económico cercanas a un 10% anual, los tigres asiáticos invertían poco más de 30% del PIB para crecer en torno a 7% anual, mientras que países como Brasil, que invierten tan sólo 20% del PIB, tienen tasas de crecimiento promedio que, siendo generosos, se acercan a un 3% anual. Hasta el 2012 Chile podía aspirar a crecer cerca de 5% al año, mientras que con los actuales niveles de inversión nos vamos pareciendo cada vez más a Brasil.
Para reactivar la inversión privada se requiere que los chilenos recuperen la confianza en el futuro de nuestra economía. Hay quienes piensan que la presencia del ministro Valdés sería suficiente para ello; mi opinión es que no es así. La inversión no ha caído porque las reformas no hayan sido bien explicadas. Por el contrario, mientras más se sabe de ellas, peor es la percepción que los chilenos tienen del daño que éstas pueden ocasionarle al país. Cuando las reformas tributaria, educacional y laboral estaban a nivel de enunciado, cada una de ellas tenía niveles de aprobación superiores al 50%. Una vez conocido los detalles de las mismas, en cada uno de los casos su aprobación ha bajado a niveles cercanos al 30%. Sólo deteniendo el ímpetu refundacional de nuestra institucionalidad económica y política, y revisando las reformas ya realizadas será posible sacar a los chilenos del profundo pesimismo en que se encuentran hoy.
Si el ministro Valdés no está dispuesto a revisar el sesgo anti ahorro de la reforma tributaria; a frenar la pretensión de la CUT de eliminar el derecho a reemplazo en huelga y se autorizan las negociaciones colectivas a nivel de industria en vez de a nivel de empresa, como es hoy; a ponerle coto a la escalada insostenible del gasto público y a jugar un rol activo en cuanto a que las iniciativas que surjan de otros ministerios no tengan un sesgo anti crecimiento, me temo que la luna de miel será muy breve y que los llamados a la cooperación público privada serán estériles.

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