WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Un trágico geniecillo de la melancolía y de la perpetua adolescencia‏



JUAN MANUEL VIAL, DIARIO LA TERCERA, SÁBADO 3 DE MAYO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/05/03/JUAN-MANUEL-VIAL/UN-TIPO-DE-RAZA-TRISTE/1888833



A través de una versión corregida y aumentada, la biografía de Andrés Caicedo vuelve a estar en librerías. El libro es singular y revive la llamativa figura literaria del colombiano suicida.
La biografía de Andrés Caicedo que armó Alberto Fuguet tiene como principal gracia la de estar construida exclusivamente con textos autobiográficos (cartas, reflexiones, trozos de diario, críticas de cine, poemas). En buenas cuentas, se trata de una recolección de documentos muy bien dispuesta, en la que el colombiano suicida, sin jamás habérselo propuesto, se convierte en narrador casual de su atormentada y breve existencia. Al no haber sido éste un ejercicio premeditado -lo anterior es medianamente discutible, pues Caicedo guardaba copia de todas las cartas que enviaba-, el grado de intimidad y honestidad es muy alto, y eso, por sobre otras consideraciones, es lo primero que uno debe exigirle a un libro de esta índole.
Nacido en la clase media de Cali en 1951, Caicedo demostró desde niño una pasión inusual por el cine. Luego vendrían el amor por la literatura y una necesidad acuciante de expresarse por escrito. Los textos que componen Mi cuerpo es una celda van desde 1966 hasta 1977, lo que revela que el joven que murió joven fue un tipo bastante precoz en el oficio de las letras (en cierto momento asegura que el grueso de su obra lo escribió entre los 15 y los 17 años), y un ser que a la vez estaba muy consciente de que su vida no iba a ser larga. Con inusitada claridad y persistencia, Caicedo informa que envejeció antes de cumplir 20, que el miedo y la angustia ya no le permiten vivir, que las reglas de este mundo son para él imposibles de cumplir. “De todos modos yo voy a morir pobre. Lo que no voy a permitir es que muera pobre y viejo”.
En otro momento rescata un elocuente error involuntario:“Curioso, en una carta que les escribí, al decir mi visa expira puse, por lapsus que me apresuré a corregir, mi vida expira”. En este sentido, el autor siempre se deja ver como un suicida sumamente lúcido. Caicedo escribió y publicó varios cuentos y una novela, Que viva la música, pero, sin lugar a dudas, el material más llamativo de su producción consiste, precisamente, en toda la documentación que da pie a esta biografía en primera persona. Ya sea mientras intenta en vano vender un par de guiones en Los Angeles, California, o cuando divaga acerca de su ambigua condición sexual, o cuando se entrega a la más desatada autocompasión, o al momento de reflexionar con una sensibilidad única acerca de tal o cual película amada, Caicedo demuestra ser un personaje peculiar, una especie de geniecillo de la melancolía y de la perpetua adolescencia que, pese a todo el miedo y el dolor del mundo acumulados, está absolutamente obseso con algo tan material como su obra.
Sus apreciaciones de cine son siempre profundas: “La vida contemplativa ya no es como la describieron los antiguos, en el campo, observando mañanas y atardeceres, etc., el ruido de los pájaros y la pureza de la sangre: la vida contemplativa del siglo XX se encuentra dentro de la atmósfera confortable de una sala de cine”. Y el deslumbramiento que el narrador experimenta una y otra vez con el séptimo arte llega a ser sobrecogedor. En un instante admite estar dedicado a recopilar por escrito toda la información cinematográfica adquirida en su vida (monumental, por cierto): “Es o puede ser o será un libro que se puede llamar ‘Todo lo que tenía lo perdí en el cine’”. Pero por sobre todo (más que un cinéfilo, más que un sufriente, más que un narcisista de nota, más que un suicida recalcitrante, más que un drogo), Caicedo fue un narrador de primera importancia. Un tipo “de raza triste”, según se define él, que escribió compulsivamente, y con singular belleza, acerca de todo aquello que puede hundir a un tipo de una inteligencia excepcional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS