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Liderar Chile evitando que nos secuestre la calle y nos arrastre a un callejón sin salida...‏


Diario El Mercurio, Sábado 10 de mayo de 2014

Secuestrados por la calle

Carlos Portales: "El gobierno entrante confundió el país con la calle y los movimientos sociales que por ella transitan. La actual administración pensaba que los dirigentes estudiantiles representaban al conjunto de la sociedad chilena y que, por tanto, había que simplemente transformar sus deseos en leyes..."

La desaprobación hacia la Presidenta Bachelet aumenta y la identificación con el Gobierno cae, ambos de manera significativa, según nos revelan encuestas recientes. Como cantaría el gran Buddy Richards, "tu cariño se me va" y el encanto de la antes candidata empieza a esfumarse. ¿Qué explica esta infidelidad repentina de los chilenos con quien hace poco fue votada mayoritariamente por la población?

El gobierno entrante confundió el país con la calle y los movimientos sociales que por ella transitan. La actual administración pensaba que los dirigentes estudiantiles representaban al conjunto de la sociedad chilena y que, por tanto, había que simplemente transformar sus deseos en leyes que interpretaran las demandas que exigían.

Hoy se castiga con severidad la conducción política de la Nueva Mayoría. Y no son los grandes empresarios, como nos intenta hacer creer la actual administración, sino diversos grupos de la sociedad que ya perciben mucha crispación y efectos negativos en la discusión de los impuestos y la educación. Precisamente los atributos peor evaluados en la Presidenta son su autoridad y liderazgo y la capacidad para solucionar problemas y manejar conflictos.

En lo tributario, Bachelet y su ministro Arenas pensaron que los chilenos entregaron un cheque en blanco para que las demandas ciudadanas por equidad fueran transformadas rápidamente en una reforma. Algo así de fácil como un penal sin arquero.

Una mayoría silenciosa, sin embargo, que dio su voto a la Mandataria, no quiere que el país sea gobernado exclusivamente por los deseos de los movimientos sociales y menos que un cambio impositivo sea el mero resultado de criterios redistributivos sin considerar sus impactos en el emprendimiento, el ahorro y el empleo. Por ello es que más de la mitad de los chilenos se ha informado sobre la reforma a los impuestos al tiempo que su desaprobación crece a un ritmo galopante. El error del Gobierno está en inferir que los estudiantes que marchan son Chile, cuando solo constituyen un puñado de ciudadanos con los mismos derechos que un trabajador que quiere un empleo digno y estable, los de un empresario pyme que quiere tomar decisiones de ahorro y contratación de personal para crecer, o los de un jubilado que pretende poner parte de sus ahorros en un departamento que le genere una renta, quienes hoy muestran su molestia.

Bachelet debería situarse como conductora del interés general y evitar complacer solo a aquellos grupos con poder de movilización que tal vez le dieron el triunfo electoral, que mostraron la cara más injusta de Chile, pero que de ninguna manera poseen el monopolio de las soluciones complejas, el instrumental sofisticado y el análisis riguroso que se requiere para procurar el interés general. Si no, como decía Lippmann, periodista y consejero de varios presidentes norteamericanos luego de la 2ª Guerra Mundial, ella dejará de conducir una nación y "se dedicará a cortejar a aquellos incansables grupos de presión en busca de su supervivencia política, abandonando completamente los principios y la seriedad en las políticas de gobierno". Ya fuimos testigos en el gobierno anterior de un presidente que, sumido en su ego, reaccionando a presiones de intereses particulares, desdibujó completamente el proyecto político de la derecha y provocó en ese sector la mayor caída electoral y fragmentación de su historia.

Esta misma conducta es la que también ha adoptado el ministro de Educación, quien parece más preocupado de su futuro presidenciable que imprimiéndole contenido a una reforma educacional vaporosa que a esta altura tiene paralizada la toma de decisiones de estudiantes, padres, sostenedores, municipios, universidades y centros de formación.

Puede ser atractivo y hasta rejuvenecedor para Eyzaguirre el contar con el cariño de los dirigentes estudiantiles. Olvida que junto a los derechos de los estudiantes que marcharon el jueves se encuentran también más de un millón de estudiantes universitarios silenciosos que no se movilizaron y millones de padres que esperan señales claras a la hora de optar por el colegio para sus hijos -sea con copago o gratuito-, toda vez que se les asegure la calidad de la enseñanza. Decía el ex Primer Ministro británico Blair: "Liderazgo es decir que no, y no decir siempre que sí. Es muy fácil decir que sí". Liderar en Chile hoy se trata de conducir a la calle, y no dejarse arrastrar por ella a un callejón que tal vez no tenga salida.

Carlos Portales E.

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