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Oleadas de belleza moduladas por el canto gregoriano...‏

El Oficio Divino
que se celebra cotidianamente
en la iglesia abacial
del Monasterio Benedictino
de la Santísima Trinidad de Las Condes,
va marcado por los Tiempos Litúrgicos,
las solemnidades y el santoral.

Hay eso sí una matriz que contempla
-por ejemplo para la Hora de Vísperas-
el Versículo Introductorio
un Himno, las Antífonas 
que acompañan a la Salmodia,
el Cántico tomado del Nuevo Testamento;
la Lectura y el Responsorio Breve;
el Magnificat con su correspondiente Antífona,
la Súplica de la Letanía, el Padre Nuestro
la Oración Conclusiva y la Aclamación Final.

El Himno y las antífonas 
se rezan en latín y castellano
alternándose semanalmente.

La salmodia, eso sí, 
junto con las demás oraciones 
no cambian al latín,
aunque van siguiendo, como dije,
los tiempos litúrgicos, las solemnidades
y conmemoraciones de santos, vírgenes y mártires.

En la semana de este Tiempo de Cuaresma,
posterior al Miércoles de Ceniza,
correspondió al latín y uno se sentía
ungido y transportado por estas oleadas de belleza
que provienen del Audi, benigne Conditor,
cuya letra se le atribuye a San Gregorio Magno
por allá por el siglo VI, creo, y cuya música 
fue compuesta  por Guillaume 
o Willem Dufay (Du Fay, Du Fayt) 
quien fuera un compositor y músico 
franco-flamenco del primer Renacimiento
y que como figura central en la escuela borgoñona, 
fue el más famoso e influyente compositor 
de la escena musical europea de mediados del siglo XV.

En el caso que comentamos 
encabeza el himno un monje (el Hermano Basilio) 
que canta solo una estrofa acompañada por el órgano
(a cargo del muy joven Hermano Antonio),
alternando con el coro de monjes
y la mayor intensidad y variaciones
que se le imprime al órgano en dichas partes,
para concluir en  la última estrofa
que comienza con el Praesta, beata Trinitas,…
con todos cantando y el órgano desplegando
toda su fuerza y esplendor sonoro.

Mi versión preferida
de las que me ha tocado escuchar,
no tanto porque los monjes locales
posean grandes voces
-más bien éstas son minoría-
sino debido el fervor del conjunto
y la belleza e ímpetu
que le imprime el órgano
en esta alternancia que mencionaba,
hacen que al caer la tarde
se vaya aguardando expectantes
el momento de sumergirse 
aunque sea por pocos momentos
en esta singular maravilla
que viene para decirlo
de manera profana,
como «bonus track» cuaresmal.

El Padre Gabriel Guarda, OSB,
contó alguna vez, que antes de hacerse monje
fue conquistado por la belleza de la liturgia,
aspecto que va en sintonía 
con el propio Papa Francisco
que en la Encíclica Evangelii Gaudium dice:

«La evangelización gozosa 
se vuelve belleza en la liturgia
en medio de la exigencia diaria 
de extender el bien.

La Iglesia evangeliza 
y se evangeliza a sí misma
con la belleza de la liturgia…»


Audi, benigne Conditor,
Nostras preces cum fletibus,
In hoc sacro jejunio
Fusas quadragenario.

Scrutator alme cordium,
Infirma tu scis virium:
Ad te reversis exhibe
Remissionis gratiam.

Multum quidem peccavimus,
Sed parce confitentibus:
Ad nominis laudem tui
Confer medelam languidis.

Concede nostrum conteri
Corpus per abstinentiam;
Culpae ut relinquant pabulum
Jejuna corda criminum.

Praesta, beata Trinitas,
Concede, simplex Unitas;
Ut fructuosa sint tuis
Jejuniorum munera. Amen.

Oh Dios, Creador misericordioso
acoge nuestro llanto y nuestras plegarias
durante estos cuarenta días de ayuno sagrado.

Tú, conocedor augusto de nuestros corazones,
no ignores la fragilidad de nuestras fuerzas;
concede a quienes volvemos a Ti,
la gracia celestial de tu indulgencia.

Ciertamente mucho hemos pecado 
pero Tú perdonas  a los que arrepentidos
lo reconocen y te piden, por tu excelso Nombre,
que nos cures de los males que sufrimos.

Permítenos que por la virtud de la abstinencia
podamos dominar nuestros cuerpos, 
y que el alma también ayune
para que no pequen más los corazones nuestros.

Oh Trinidad Santísima, oh simplicísima Unidad,
concédenos, que sea provechosa
para tus fieles la ofrenda de este ayuno.

Amén


Aunque ninguna de las versiones que aparecen en YouTube
me satisfacen tanto como la versión local benedictina
cantada por monjes chilenos, aquí va una muestra
que se encuentra en Internet




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