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Una mejor manera de enfrentar el tema del manejo del agua en toda su globalidad por Martina Salvo de Oliveira


Diario El Mercurio, Revista del Campo,
Lunes 11 de marzo de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/04/11/revista_del_campo/_portada/noticias/E8A68147-67C4-4E8E-B117-658AE9D458AC.htm?id={E8A68147-67C4-4E8E-B117-658AE9D458AC}
 
En temas como el mercado del agua, infiltración y administración del
recurso, California está a años luz. Chile podría, con una baja
inversión, usar la experiencia para enfrentar la escasez; pero habría
que sacar el tapón a las trabas.
 
"Soy regante del embalse Convento Viejo. Mi campo está a 70 kilómetros
en Marchigüe. Cuando necesito agua tengo que comprarla y pagarla en el
embalse. Pero por la distancia, desde el canal hasta que el agua llega
a mi campo, se pierde más de 30% del recurso en el camino. La roban,
se filtra, se evapora, la absorben los árboles. Eso conlleva un costo
muy alto".
 
Patricio Crespo, productor de maíz y canalista, tiene rabia. Ha tocado
puertas, ha reclamado y gritado para que lo escuchen. Incluso fue el
jueves pasado, propuesta bajo el brazo, al Ministerio de Obras
Públicas a presentarle al ministro Hernán de Solminihac un plan para
confrontar la escasez de agua en la zona de Marchigüe, imitando lo que
se viene haciendo en California. Su propósito es que le autoricen a
recargar artificialmente un acuífero -napas subterráneas que funcionan
de forma similar a un embalse-, lo que no sólo le permitiría sacar
agua en la entrada de su campo, sino que además beneficiaría a 10 mil
hectáreas de agricultores de la zona.
 
La fe ciega puesta en lo que están haciendo en California tiene sus
explicaciones.
 
Hoy por hoy allá no falta agua. No importa si es año de sequía o hay
abundancia del recurso. El sistema que tienen implementado está hecho
para que nadie pase penurias o vea peligrar su producción. Y eso que
tienen 5 millones de hectáreas que regar, 4 veces más que las que hay
en Chile.
 
Resulta que en esa zona de Estados Unidos hace alrededor de 20 años se
dieron cuenta que manejar adecuadamente el agua era clave para tener
una agricultura competitiva. Con la implementación del trasvasije de
cuencas, avances en infiltración y una forma más ordenada y
comunitaria de administrar el recurso, han logrado marcar la
diferencia, convirtiéndose en líderes de la producción de alimentos
con valor agregado. La peculiaridad de California radica en la manera
como ha enfrentado el tema del manejo del agua en toda su globalidad.
 
Y el modelo que aplican tiene oportunidad de ser utilizado en Chile,
por las similitudes existentes. Ambas regiones enfrentan períodos de
escasez, son valles protegidos por cordilleras y tienen la misma
variabilidad climática. Según los expertos, con inversiones menores,
se podría implementar el modelo californiano en Chile, lo que ayudaría
a enfrentar la escasa y esquiva disponibilidad de agua en el país.
 
Pero antes habría que solucionar algunas trabas.
 
Modelo californiano
 
Desde Santiago a Aysén, en la XI Región, hay un trecho largo.
Dependiendo de la ruta, pueden ser hasta 1.500 kilómetros. En Chile
hoy sería impensado tener un canal así de largo llevando agua. Pero en
California no. Justamente son 1.500 kilómetros la distancia que cubren
sus canales.
 
Desde sus ríos más largos, Sacramento y San Joaquín, nace un canal que
cruza el desierto y es capaz de trasladar un millón 300 mil metros
cúbicos al año. Su recorrido termina en San Diego y Los Ángeles. Un
productor tranquilamente puede comprar los metros cúbicos que necesita
en el punto A y tiene la confianza que, al día siguiente, va a tener
el volumen solicitado en el punto B.
 
"Puedes llamar hoy para pedir a mil kilómetros de distancia que te
envíen 100 m3. Te los vende la organización de regantes de la zona
donde haya agua disponible. Al día siguiente tienes el agua", explica
Felipe Martín, jefe de la División de Estudios y Desarrollo de la
Comisión Nacional de Riego.
 
Además en la zona se aprovechan las napas subterráneas como almacenes
naturales de agua. Perforaciones muy profundas permiten extraer el
recurso en tiempos de escasez y llenar los acuíferos en tiempos de
abundancia.
 
En paralelo, para fomentar la irrigación de suelos, los embalses
superficiales no se revisten con concreto sino que se levantan
directamente en la tierra, lo que permite la infiltración y por tanto
la alimentación de las napas.
 
Lo que están haciendo los norteamericanos, es un ciclo que está
regulado y con reglas y costos claros.
 
 "En California el agua cuesta alrededor de 65 mil pesos por hectárea
al año, cuando el año fue lluvioso. Cuando hay años secos ese costo
puede ascender a $700.000. Es un castigo para dueños de derechos que
no se han preocupado de mantener agua en sus embalses. Por eso los
productores están atentos en hacer inversiones en infiltración",
explica Patricio Crespo, quien además es presidente de la Comisión de
Aguas de la Sociedad Nacional de Agricultura, SNA.
 
Otra experiencia interesante en California tiene que ver con la
recarga de acuíferos con aguas servidas. A través de complejos y
exhaustivos sistemas, el recurso se infiltra y es derivado a usos
industriales o riego, bajo estándares de calidad y medidas
bacteriológicas que permiten sacar el jugo al recurso.
 
Y toda la dinámica de trabajo en las tierras del Tío Sam se corona con
la forma que tienen de administrar el agua.
 
La gestión queda a cargo de las juntas de vigilancia que, aunque son
parecidas a las que hay en Chile, no son iguales. Allá los dueños de
derechos ven tanto el agua superficial, como el agua subterránea del
terreno. Asimismo, el presidente recibe un sueldo por su labor y
tienen máquinas y camionetas para recorrer los canales. Además, el
Gobierno no se involucra en los problemas legales, lo que, según los
expertos, hace que sea más rápido solucionar los conflictos.
 
A la chilena
 
Cuando en el último tiempo se declaró escasez hídrica e incluso sequía
en algunas localidades del país, pocos fueron a ver in situ la
incongruencia de la situación en zonas como San Felipe y Los Andes.
Mientras en las secciones más altas se veía al río Aconcagua sin
caudal, al cruzar la cordillera de la costa y ver la desembocadura en
Concón, causaba sorpresa el gran volumen de agua. El fenómeno según
los expertos tiene que ver con excedentes de agua de acuíferos que se
infiltran naturalmente por grietas desde la cordillera de la costa al
mar.
 
Por eso instan a que, al igual como lo hacen en California, se mejore
la infraestructura de acuíferos subterráneos ya que requieren una
inversión menor comparada a los embalses superficiales.
 
Otra alternativa para Chile sería imitar a los norteamericanos en lo
referente a irrigación. El agua desde la punta de la cordillera hasta
el mar se demora 14 horas en llegar. Si se encauzara en canales
superficiales en los valles, y en vez de 14 horas se contuviera 100,
200 o más horas, se permitiría la alimentación natural y recarga de
los acuíferos; además de combatir la degradación de suelos y la
pérdida en la capacidad hidrológica.
 
Otro tema pendiente es el de la gestión del recurso. En California las
juntas de vigilancia, los productores, universidades como la de
California en Davis, y una serie de organizaciones como el Banco del
Agua, Yolo County (que ve la administración del recurso), el
Departamento de Recursos del Agua y el Instituto de Políticas
Públicas, trabajan en conjunto para enfrentar el tema con perspectivas
de soluciones globales.
 
En Chile las reuniones de caballeros todavía no son la tónica. Se dan
peleas y alegatos entre secciones de los ríos; agricultores riñen con
la industria y la minería por la disponibilidad del recurso; y hay
batallas legales que pasan de café a negro oscuro en todo el país por
el acceso al recurso.
 
La experiencia de California muestra que el trabajo conjunto entre
técnicos y los ámbitos público y privado es la solución para avanzar.
 
Algo está intentando hacer Chile. El mes pasado un grupo
multidisciplinario conformado por gente de la CNR, la SNA, Mideplan, y
otras organizaciones, fue a California a conocer la experiencia.
Llegaron con tal entusiasmo que ya están presentando iniciativas como
una en Copiapó para determinar en las napas cómo ha subido y bajado el
nivel freático. La idea es buscar cómo fomentar estas tecnologías para
el desarrollo y control de acuíferos.
 
Otra traba que hay que abrir está en las tecnologías. En California
éstas no sólo están más extendidas, sino que los usuarios saben
sacarles partido.
 
 "La tecnología que permite infiltrar y saber cuánto se recupera la
tenemos en Chile. Hay softwares a distancia, están los instrumentos
para medir los pozos a nivel estático y dinámico. Pero falta sacarles
partido", sostiene Martín.
 
Otro paso que hay que dar sí o sí es la sincronización de servicios a
la hora de levantar modelos de manejo de agua.
 
"Cuando construyes un embalse, juntas agua en invierno y liberas en
verano. Sin embargo, al liberar además se podría usar para fines
hidroeléctricos, para administración de agua potable, para minería,
para uso doméstico, industria, desalación o reutilización de aguas
servidas", puntualiza Fernando Britos, analista de inversiones del
Mideplan.
 
El agua en California está más dulce que nunca y Chile tiene las
condiciones para lograr el mismo sabor. Pero falta un trabajo más
sincronizado y mayor interés desde todas las partes. Habrá que ver
cuánta agua pasa bajo el puente.
 
 A favor y en contraActualmente no es fácil conseguir los permisos
para instalar bombas y perforar la tierra a cientos de kilómetros para
construir proyectos acuíferos como los de California. Hay muchos
sectores que cuestionan la apertura en esa línea y la discusión entre
quienes están a favor y los detractores está recién comenzando.
 
A fines del mes pasado, un grupo de diputados presentó una reforma al
Código de Aguas para resguardar el uso y asegurar la calidad del
recurso, enfatizando su importancia más allá del bien económico y como
insumo productivo. La propuesta que está siendo estudiada por la
Comisión de Recursos Naturales promete dar que hablar.
 
Quienes cuestionan la instalación de almacenes profundos de agua dicen
que hay peligro de contaminar las napas, de desestabilizar las
condiciones hidrológicas y naturales del lecho e incluso agotar el
recurso ante un mal manejo.Algunas cifras*Se producen 120 mil millones
de m3 de agua en Chile. De éstos se utilizan 20 mil millones y 100 mil
millones se pierden en el mar.
 
*Chile tiene capacidad de embalsar 4.500 millones de m3.
 
*Sacar un metro cúbico de agua, desde embalses como Convento Viejo,
cuesta alrededor de $1.000 teniendo en cuenta el servicio, la
administración, el pago por compuertas, los técnicos y la seguridad.
Todo eso, si se hiciera desde napas subterráneas, tendría un costo
entre $10 y $30.
 
Martina Salvo de Oliveira.

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