Constituye ya un ejercicio
casi cotidiano, editar
a los comentaristas
que cubren los conciertos
y espectáculos musicales.
Una muestra reciente,
tomada más con humor
que con la cuasi-idolatría
del comentarista:
En el escenario, cuesta comprender
en su verdadera dimensión
a un personaje como Stevie Wonder.
Una clínica musical abrumadora.
Una habilidad bestial
para manejarse con cualquier instrumento.
Imbatible en su habilidad para colisionar
las raíces negras con la vanguardia.
Descubrir la belleza de la música
como un experimento de expresión humana.
Si su protagonismo
cada vez era más preponderante,
los catorce músicos que lo acompañaron
fueron unos maravillosos secundarios.
Como si estuvieran tocando en un salón,
cada uno de sus pasos era un voto de confianza...
Funk galáctico,
ritmo infalible,
el sentimiento a flor de piel…
Ligero y flotante,
suavidad y prestancia,
con una naturalidad propia
de quien lleva la música en la sangre.
Estar frente a la historia:
su presencia es de esas sombras
que sobrevuelan por toda
su nutrida descendencia...
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