Señor Director:
En la edición de ayer, “El Mercurio” informa del nacimiento del hijo de la menor de ahora 12 años que quedó embarazada a los 11 producto de reiteradas violaciones por parte de su padrastro. El bebé tuvo una de las complicaciones frecuentes asociadas a la extrema juventud de la madre: restricción de crecimiento y el consiguiente menor peso de nacimiento, pero ambos parecen recuperarse bien.
Tal como lo dijimos en su momento, interrumpir el embarazo a las 14 semanas por la eventual posibilidad de complicaciones maternas o fetales o programar un parto a las 24 semanas sin causa médica que lo justificara constituía un grave error clínico.
Junto con alegrarnos por esta noticia, quiero hacer un llamado a los medios para que permitan que la niña-madre y su bebé tengan un apego seguro y ajeno de presiones externas. También a las autoridades correspondientes, para que brinden reales oportunidades a la menor para su desarrollo futuro, incluyendo no solo apoyo en la crianza (si es que decide criar a su bebé), sino que también condiciones para que termine su escolaridad. Como país, estamos en deuda con ella y con casi 800 niñas por año que son madres antes de los catorce.
Dra. Sofía Salas Ibarra
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana
Facultad de Medicina UDP
En la edición de ayer, “El Mercurio” informa del nacimiento del hijo de la menor de ahora 12 años que quedó embarazada a los 11 producto de reiteradas violaciones por parte de su padrastro. El bebé tuvo una de las complicaciones frecuentes asociadas a la extrema juventud de la madre: restricción de crecimiento y el consiguiente menor peso de nacimiento, pero ambos parecen recuperarse bien.
Tal como lo dijimos en su momento, interrumpir el embarazo a las 14 semanas por la eventual posibilidad de complicaciones maternas o fetales o programar un parto a las 24 semanas sin causa médica que lo justificara constituía un grave error clínico.
Junto con alegrarnos por esta noticia, quiero hacer un llamado a los medios para que permitan que la niña-madre y su bebé tengan un apego seguro y ajeno de presiones externas. También a las autoridades correspondientes, para que brinden reales oportunidades a la menor para su desarrollo futuro, incluyendo no solo apoyo en la crianza (si es que decide criar a su bebé), sino que también condiciones para que termine su escolaridad. Como país, estamos en deuda con ella y con casi 800 niñas por año que son madres antes de los catorce.
Dra. Sofía Salas Ibarra
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana
Facultad de Medicina UDP
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