Señor Director:
Se hace evidente que los dados ya están echados respecto del futuro inmediato de nuestro país, ya que el resultado de la elección de mañana no alterará la composición del Poder Legislativo. Por tanto, podemos esperar que la actitud de los partidos políticos y sus representantes no varíe sustantivamente de lo que ha sido tradicional en nuestro país en los últimos años: predominarán los desacuerdos, tramitaciones y conveniencias particulares, antes que el abordaje serio y decidido de aquellos problemas que realmente interesan a la población en general, como la salud, educación, previsión, seguridad, drogadicción, legislación laboral, costos de transporte y energía, entre otros.
Para lograrlo se requiere de un cambio fundamental en la forma de hacer política. Pasar de una visión cortoplacista y circunscrita a la conveniencia partidista, a una actitud en favor del bien común y de las necesidades propias de la gente.
La solución de nuestros problemas requiere definir políticas públicas de largo aliento, lo cual debe realizarse de cara a la gente y con plazos y presupuestos que se apliquen a un proceso predefinido, con metas claras y controles adecuados. Está claro que en cuatro años ningún gobierno es capaz de solucionar por sí solo alguno de nuestros problemas en su totalidad, por lo que se requiere de una nueva forma de hacer política que permita al país en su conjunto concordar en cómo abordar soluciones definitivas.
Ello sin duda significará asumir mayores costos y se crearán nuevas necesidades de recaudación, lo que será factible en la medida que se conozca con anticipación la forma en que se utilizarán los recursos. Lo anterior permitirá que exista mayor predisposición a aportar los recursos necesarios por parte de la ciudadanía. El país se encarecerá para algunos, pero todos nos alegraremos de vivir en un país más justo en lo social y más sustentable en lo económico.
Es de esperar que los políticos sepan guiarnos adecuadamente, en concordancia con las necesidades de nuestro país. Tienen la palabra.
Ronald Bown Fernández
Se hace evidente que los dados ya están echados respecto del futuro inmediato de nuestro país, ya que el resultado de la elección de mañana no alterará la composición del Poder Legislativo. Por tanto, podemos esperar que la actitud de los partidos políticos y sus representantes no varíe sustantivamente de lo que ha sido tradicional en nuestro país en los últimos años: predominarán los desacuerdos, tramitaciones y conveniencias particulares, antes que el abordaje serio y decidido de aquellos problemas que realmente interesan a la población en general, como la salud, educación, previsión, seguridad, drogadicción, legislación laboral, costos de transporte y energía, entre otros.
Para lograrlo se requiere de un cambio fundamental en la forma de hacer política. Pasar de una visión cortoplacista y circunscrita a la conveniencia partidista, a una actitud en favor del bien común y de las necesidades propias de la gente.
La solución de nuestros problemas requiere definir políticas públicas de largo aliento, lo cual debe realizarse de cara a la gente y con plazos y presupuestos que se apliquen a un proceso predefinido, con metas claras y controles adecuados. Está claro que en cuatro años ningún gobierno es capaz de solucionar por sí solo alguno de nuestros problemas en su totalidad, por lo que se requiere de una nueva forma de hacer política que permita al país en su conjunto concordar en cómo abordar soluciones definitivas.
Ello sin duda significará asumir mayores costos y se crearán nuevas necesidades de recaudación, lo que será factible en la medida que se conozca con anticipación la forma en que se utilizarán los recursos. Lo anterior permitirá que exista mayor predisposición a aportar los recursos necesarios por parte de la ciudadanía. El país se encarecerá para algunos, pero todos nos alegraremos de vivir en un país más justo en lo social y más sustentable en lo económico.
Es de esperar que los políticos sepan guiarnos adecuadamente, en concordancia con las necesidades de nuestro país. Tienen la palabra.
Ronald Bown Fernández
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