ALFREDO JOCELYN-HOLT, DIARIO LA TERCERA, SÁBADO 21 DE DICIEMBRE DE 2013HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2013/12/21/ALFREDO-JOCELYN-HOLT/NUNCA-SEGUNDAS-PARTES-FUERON-BUENAS/
“Nunca segundas partes fueron buenas”
El segundo período de Arturo Alessandri fue la antítesis del primero, y no digamos que el primero haya sido una maravilla (terminamos en dos golpes de Estado y una dictadura). Esa segunda presidencia fue una dictadura legal y culminó sanguinariamente. La segunda administración Ibáñez, al tercer intento legal (hubo otros empeños golpistas), si bien se propuso no ser una dictadura (y eso que quizás era lo que quería la mayoría casi absoluta que votó por el “General de la Esperanza”), fue incoherente; hizo cosas, pero nada tan trascendental o parecido a lo del período 1927-31. En fin, somos varios los historiadores que pensamos que habría sido mejor que este dúo no nos hubiese agotado la paciencia.
Pero estamos en América donde estas situaciones son recurrentes. Saltémonos el siglo XIX (Santa Anna en México batió todos los récords, 11 veces en la presidencia y muchas otras intentonas). En el XX también hay repetidos especialmente viciosos: Velasco Ibarra en Ecuador, Leguía y Fujimori en Perú, Jiménez Oreamuno y Figueres en Costa Rica, Gómez y Chávez en Venezuela, Paz Estenssoro y Siles Zuazo en Bolivia, Perón en Argentina, Batlle y Terra en Uruguay, Trujillo y Balaguer en República Dominicana. Y los otros tanto que se han repetido el plato: los Somoza, Eloy Alfaro, Carlos Andrés Pérez, Caldera, Lleras Camargo, Uribe, Pardo, Odría, Prado, Belaunde, Alan García, Daniel Ortega, Oscar Arias, Menem, Cristina Fernández, Bordaberry, Sanguinetti, Getulio Vargas, Cardoso, “Lula”, Sánchez de Lozada, Evo Morales, McKinley, Wilson, Roosevelt (FDR), Eisenhower, Nixon, Reagan, Clinton, Bush jr., Obama. Esto sin contar las veces que la “sucesión” es dinástica, se la intenta al menos (v. gr. el “León” con hijos, yerno y hasta un nieto candidatos), o se recurre a sus señoras (modelo “peronista”).
La mayoría de los cuales no termina, no termina bien o decepciona, confirmándose el viejo refrán. Las razones son varias. La recurrencia es dictatorial, caudillista, o la ambición y vanidad son de tal magnitud que anula competidores. Cuando se produce es porque el sistema no se regenera, adolece de una falta de imaginación crónica, si es que no se atasca y sufre “reflujos”. De nuevo en el poder, la soberbia de los reelectos es un atolladero y, para peor, la familiaridad engendra repudio. Pero el lío más grave que explica el fenómeno es el hiperpresidencialismo, sólo quienes lo conocen pudiéndolo manejar. Este se viene acentuando en Chile desde Lagos (falta de espacio me impide ahondar) aunque, curioso, no fue él sino Bachelet quien pudo reelegirse. ¿Es que con Bachelet se ha estado taponeando a Lagos?
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