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La estrategia de Juan Fernández para salvar sus especies de la extinción


El archipiélago es Patrimonio de la Biosfera: de las 213 especies que posee, 137 sólo existen ahí. Pero la introducción de plantas exóticas amenazan su permanencia. Con ingenio y pocos recursos, Conaf y científicos luchan porque el bosque no desaparezca en 80 años.

por Cristina Espinoza - 16/12/2013 - 09:23
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Vista hacia la Bahía Cumberland desde el mirador Salsipuedes. © Julián Rus
Vista hacia la Bahía Cumberland desde el mirador Salsipuedes.
Las nubes están gran parte del año sobre la cima del cerro El Yunque, el más alto de la isla Robinson Crusoe, en el archipiélago Juan Fernández. La humedad permanente, causada por la neblina o la llovizna, es el hábitat de la yunquea (Yunquea tenzii), planta de hasta seis metros de altura y grandes hojas. Es el único lugar donde es posible encontrarla, o al menos lo era hace 14 años, cuando detectaron una población por última vez. No se sabe si aún está allí.
Por eso, guardaparques del Parque Nacional Juan Fernández, junto a pobladores y hasta el alcalde, esperan que mejoren las condiciones climáticas para subir a buscarla. Si no está será una nueva pérdida para el ecosistema del archipiélago, considerado Patrimonio de la Biosfera.

Picaflor de Juan Fernández está en peligro crítico.Foto: Julián Rus.
En los últimos 10 años han perdido dos especies endémicas. Con otra -la Dendroseris gigantea- al menos lograron salvar sus semillas antes de que desapareciera. “Aún estamos de duelo”, cuenta Iván Leiva, administrador del parque, sobre la especie que desapareció en marzo de este año. “Es como que se muera un paciente”.
Quedaba sólo un ejemplar. Había estado en un acantilado a 700 metros de altura, en la isla Alejandro Selkirk, desde hace unos cien años, lejos de las cabras, ratones, conejos y plantas invasoras.
Los guardaparques la vigilaron ocho meses, hasta que soltó sus semillas. Las guardaron, cultivaron y las observan desde hace ocho años. Una de ellas dio nuevas semillas, pero luego murió. No saben por qué. “Es todo una incógnita”, dice.
Las otras aún subsisten, pero nadie sabe hasta cuándo. Por eso, y para evitar nuevas pérdidas, el equipo de Conaf se ha centrado en una lista de 30 especies, las más críticas, y cada guardaparque (son ocho) tiene a su cuidado dos o más. Sus exploraciones han permitido encontrar nuevas especies y poblaciones de otras en peligro.

Vivero con plantas nativas de la isla. Foto: Julián Rus.
Necesidades científicasA pesar de que unos 100 investigadores visitan el parque al año, aún faltan detalles por conocer sobre la biodiversidad del archipiélago que podrían ayudar a protegerlo. La idea del parque es enfocarse sólo en los que busquen soluciones a problemas locales.
Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad, lidera grupos de estudiantes que desde hace cinco años viajan para ayudar a combatir plantas invasoras (maqui, murta y mora), además de buscar soluciones a problemas de conservación.
Apoyan a la fundación Oikonos, que ha estado pendiente de atacar a las plantas invasoras, sin embargo, estas avanzan más rápido que lo que se logra mitigar.  “El bosque no avanza, sólo retrocede. Además de atacar a las plantas invasoras, descompactar el suelo (presionado por el ganado), para que pueda volver a ser sano, es clave para que se recupere el bosque”, dice Smith.
Con todo, las estimaciones dicen que el bosque desaparecerá en 80 años.

Sólo quedan dos Dendroseris nerriifolia en la isla. Foto: Julián Rus.
Rodrigo Vargas, investigador de la U. de la Frontera, dice que no están los recursos para salvarlo y el ecosistema nativo es débil. “Las plantas en la isla son menos agresivas. Cuando entra un agente externo se comportan de manera pasiva, no son capaces de competir”, dice.
Cuando se cae un árbol en el bosque y entra la luz, son las invasoras las que lo aprovechan. El maqui y la mora avanzan desde el interior del bosque y la murta lo estrangula por fuera. Crítico, porque el 5% de las especies endémicas de Chile están en Juan Fernández y el 75% de esas están en el bosque, dice.
Iván Leiva dice que la isla debiera convertirse  en una base científica, como Galápagos, también Patrimonio de la Biosfera (con 34% de endemismo), con laboratorios para recibir científicos y donde la biblioteca les sirva para encontrar soluciones a sus problemas.
Pero les falta presupuesto. Funcionan con $ 14 millones que aporta el Estado, y aunque con fondos extranjeros incluso han logrado triplicar ese presupuesto, aún falta.

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