Best Old Georgian 2013
Amigos del Saint George,
Lo primero que quiero decirles,
es que nunca recibí un premio,
en los 12 años que estuve en el colegio.
Tampoco fui “Honor Roll”, y por eso,
les agradezco inmensamente,
que me hayan escogido
como “Best Old Georgian”.
La verdad es que nunca soñé
con recibir un premio como éste,
que es el que más me gusta.
En las premiaciones escolares,
siempre miraba a mi alrededor,
y pensaba que todos mis compañeros
los merecían más que yo.
Hoy, miro nuevamente a mi alrededor,
y sigo pensando lo mismo,
¡Salvo en el fútbol!.-
En la historia del Saint George,
fuimos los primeros
campeones interescolares de fútbol,
en la categoría superior.
Y aunque nunca soñé con diplomas,
ni tampoco los recibí,
guardo del Saint George el mejor recuerdo
y el más grande agradecimiento
porque fui tremendamente feliz en este colegio.
Yo era un palomilla (medio rubio/medio colorín,
y por eso me pusieron Choclo…)
y seguramente en la actualidad
me habrían diagnosticado déficit atencional,
y más que seguro, me habrían recetado Ritalín.
En esos tiempos yo sólo era un pelusa
que en vez de salir a las 4.15 de la tarde,
junto con el resto del colegio,
me tenía que quedar aprendiendo poesías,
hasta las 5.15, o haciendo tareas,
en la oficina del gran Father Whelan,
mientras él preparaba sus clases para el día siguiente.
Era de esos “pinganillas”
que veían pasar una mosca
y ya se estaba riendo.
Un experto en calentar exámenes
a partir de los imbatibles resúmenes
que me hacía mi mamá
para sacar una buena nota
en el examen de final de año.
Era de esos “palomillas”
que se avergonzaba
del pan con membrillo
que le mandaban de colación
y que llegó a tener el escritorio
con más panes que cuadernos.
Un alumno, que tenía la cabeza
llena de pelotas de fútbol,
y que tuvo que ser derivado
-por un año- a otro colegio
con el objetivo que madurara.
Así y todo, debo decirles
que siempre encontré justos
los castigos las salidas tardes,
y las poesías que tenía que aprenderme.
Nunca me los cuestioné,
porque me sentía acogido
y muy querido por mis compañeros
por mis profesores y por los queridos curas.
- Porque me sentía parte
de un gran colegio con tradición
que era admirado y respetado
por los otros colegios.
- Porque estar en el Saint George
me agrandaba como persona,
me hacía sentir orgulloso.
Comprenderán ustedes,
que no salí del Saint George
con un gran promedio,
pero sí egresé
con la autoestima bien alta
y sin las alas rotas.
Nunca recibí el mensaje
que el colegio era solo de los aplicados.
Todos cabíamos en él.
Era un colegio diverso,
en el sentido más amplio de la palabra.
Cuando entré Ingeniería Comercial
de la Universidad Católica,
rodeado de excelentes alumnos
de distintos colegios, al poco tiempo,
me di cuenta que el Saint George
me había entregado las bases
para ser también un buen estudiante,
y terminé la carrera siendo un alumno distinguido.
Por eso al recibir este premio
que, de modo paradójico,
lo recibo como ex alumno,
quisiera modestamente formular
un llamado a los colegios
a los profesores y a los padres actuales,
diciéndoles que: los buenos alumnos
no pueden ser los únicos
que se sientan felices yendo al colegio;
que los aplicados no pueden ser los únicos
que se sientan queridos y reconocidos
en el colegio y en sus familias.
Los inquietos y los desordenados,
deben salir del colegio
con una buena autoestima
y con la convicción de que ellos
también pueden llegar lejos y triunfar en la vida.
Los colegios hoy en día,
parecen obsesionados y exigidos
por los Rankings PSU y SIMCE.
Me parece excelente que se premie
y se reconozca a los mejores,
pero soy un convencido
que los colegios deben abrir sus ojos
-y en sus mediciones-
darles también un espacio a los creativos,
a los desordenados, a los distraídos,
a los que tienen diferentes capacidades,
y así descubrir el potencial que hay en ellos,
en vez de tratar de modelarlos infructuosamente
o intentar derivarlos a otros colegios,
con un menor prestigio académico.
El mundo está lleno de “palomillas”
que fueron exitosos en distintas áreas,
porque éstos en general
tienen una cuota de rebeldía,
de intuición, de audacia,
que el resto no tiene,
porque se han equivocado tantas veces,
porque saben ponerse de pie,
y se atreven a correr riesgos.
Por eso, quiero agradecer
a mi querido colegio Saint George
porque, como ya se lo dije,
fui inmensamente feliz en él
y porque me dio las herramientas
para salir adelante en la vida.
Sobre todo, porque me dio
¡¡¡ ALAS PARA VOLAR !!!
Termino agradeciendo
a la Fundación de ex Alumnos
por este reconocimiento,
una fundación que se acaba de formar
con el objetivo que ningún Georgians
se sienta solo a lo largo de su vida,
que ningún palomilla
se sienta solo y triste en la vida.
Gracias Pablo Ayala
por tu genial idea
al crear esta Fundación.
Este premio, lo guardaré
en un lugar importante de mi corazón
y será el primero que colgaré
en el muro de mi oficina.
Este premio, lo recibo
queriendo expresarles
a todos los Old Georgians,
que cuenten conmigo,
como si fuera su compañero de curso.
Muchas gracias al gran Father Whelan, por creer en mí.
Muchas gracias a mis padres,
que a Dios gracias todavía están conmigo,
por haber elegido este colegio,
y por toda la paciencia que tuvieron,
con este hijo palomilla.
Muchas gracias a todos mis compañeros
por este reconocimiento, en especial,
a mi querido amigo Mario Livingstone
por explicarme tantas materias,
mientras practicábamos
distintas jugadas para los partidos de fútbol.
¡¡ Viva la Holly Cross.!!
Vivan sus profesores.
Vivan sus profesores.
Vivan todos los Georgians y los Old Georgians.
Viva el Colegio Saint George.
Santiago, 20 de Noviembre de 2013
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