..nuestro país se equivoca cuando corre el riesgo de hacer lo provisorio como definitivo. La simple "plantación" de casas solo ha creado guetos, en donde el desamparo, la delincuencia, la falta de parques y plazas han producido un sinsentido..."
La reconstrucción debe encontrar la atmósfera de los lugares devastados por el incendio. Lo primero y más urgente es renunciar a la idea equívoca de que la solución es sacar a las familias de su lugar. La manera de restablecer el equilibrio es olvidarse del concepto de "dominar la naturaleza". La naturaleza fue y será siempre más poderosa, y hay que saber habitar con ella, pero con conciencia.
Tratar de resolver este drama con la solución habitual de "sembrar" casas nos dejará nuevamente vulnerables, privándonos de la cuestión esencial: reconocer que cada uno de esos cerros, cada una de esas quebradas, tiene una condición única, distinta y muy particular.
Esto nos lleva a pensar en que la naturaleza no es algo dominable. La naturaleza es algo con lo que debemos convivir armónicamente. Hay que saber tratarla y adorarla como a una madre.
Lo fundamental es encontrar rápidamente, pero con la mayor conciencia, la coincidencia con lo esencial de cada uno de los lugares a intervenir. Solo es viable esta acción acompañada de la observación y la contemplación (el descubrimiento de lo previo es la esencia del acto arquitectónico), para saber con reparo resolver estas dos dimensiones al mismo tiempo.
Visité los cerros y, al recorrerlos, se cae en la cuenta de la urgencia de encontrar una solución para cada lugar afectado. La solución es proyectar barrios de acuerdo con sus condiciones topográficas, respetando y realzando las quebradas con plazas y parques, y los lugares de las casas con arquitectura y diseño aptos para la pendiente y la propia topografía existente.
Se nos presenta como país una gran oportunidad de realizar las cosas bien, en forma inteligente y con mucha solidaridad.
Crear un sector de ciudad en los cerros es fácil y es mucho más que tratar de resolver el tema mediante una nueva "plantación" de casas a la manera de hortalizas. Nunca más seguir la idea de "sembrar" techos. Se trata ahora de realizar viviendas dignas. Lo que corresponde, más allá de la voluntad de los "operadores políticos", es volver (como Chile lo realizó hace más de cinco décadas) a integrar arquitectura, diseño urbano y gestión financiera con la misma jerarquía.
Nuestro país se equivoca cuando corre el riesgo de hacer lo provisorio como definitivo. La simple plantación de casas solo ha creado guetos, en donde el desamparo, la delincuencia, la falta de parques y plazas han producido un sinsentido. En esta senda sin sentido, el Estado chileno se ha convertido durante muchas décadas en el mayor degradador, creando periferias en entornos de marginalidad urbana con resultados nefastos por todos conocidos.
La desvinculación hoy de la buena arquitectura con la vivienda social es un hecho real, y la responsabilidad mayor no es de los arquitectos, sino que de las políticas de los organismos públicos, que han dejado fuera de acción el campo de lo arquitectónico, dejando solo en manos de las empresas constructoras el tema de la vivienda social.
Tras la tragedia del 27-F visité un asentamiento de carpas rusas en Talcahuano. Las familias estaban en paz, protegidas y con la conciencia que habitaban en lo provisorio.
La oportunidad de reconstruir con conciencia, transformando calles bien urbanizadas con buena arquitectura, poniendo el énfasis en la vida pública, en el espacio urbano es una prioridad y una posibilidad real y simple frente a esta última catástrofe de Valparaíso.
La solución de lo urgente debe resolverse en sitios privados prestados, arrendados, fiscales o de bienes nacionales. También cabe la expropiación en los casos de sitios en situación irregular (tomas). Esto permitiría resolver el drama de la urgencia mediante soluciones efímeras, dejando el tiempo necesario para la solución definitiva.
En este sentido, las normativas urgentes no permiten una acción que conduzca a una reconstrucción que ponga el énfasis necesario en un trozo de ciudad con calidad de sus viviendas, con calidad urbana y espacial. Soluciones que sean capaces de reconocer lo propio de esos lugares, sin abandonar en ningún momento su visión de futuro y de innovación, e intentar con la mayor urgencia regularizar lo que no está normado.
Para esto es necesario un trabajo minucioso con las personas, en donde ellas, como ciudadanos, tendrán una oportunidad maravillosa donde se beneficien todos.
En esta tarea, el gobierno central, los gobiernos locales y los empresarios solidarios pueden resolver este gran desafío.
Después de visitar este lunes y caminar los cerros de la catástrofe tuve la posibilidad y privilegio de conversar con empresarios solidarios que están dispuestos a realizar importantes aportes para logar este sueño país.
La tarea es unir los esfuerzos del Estado con el de los empresarios solidarios.
Gonzalo Mardones Viviani
Arquitecto
Tratar de resolver este drama con la solución habitual de "sembrar" casas nos dejará nuevamente vulnerables, privándonos de la cuestión esencial: reconocer que cada uno de esos cerros, cada una de esas quebradas, tiene una condición única, distinta y muy particular.
Esto nos lleva a pensar en que la naturaleza no es algo dominable. La naturaleza es algo con lo que debemos convivir armónicamente. Hay que saber tratarla y adorarla como a una madre.
Lo fundamental es encontrar rápidamente, pero con la mayor conciencia, la coincidencia con lo esencial de cada uno de los lugares a intervenir. Solo es viable esta acción acompañada de la observación y la contemplación (el descubrimiento de lo previo es la esencia del acto arquitectónico), para saber con reparo resolver estas dos dimensiones al mismo tiempo.
Visité los cerros y, al recorrerlos, se cae en la cuenta de la urgencia de encontrar una solución para cada lugar afectado. La solución es proyectar barrios de acuerdo con sus condiciones topográficas, respetando y realzando las quebradas con plazas y parques, y los lugares de las casas con arquitectura y diseño aptos para la pendiente y la propia topografía existente.
Se nos presenta como país una gran oportunidad de realizar las cosas bien, en forma inteligente y con mucha solidaridad.
Crear un sector de ciudad en los cerros es fácil y es mucho más que tratar de resolver el tema mediante una nueva "plantación" de casas a la manera de hortalizas. Nunca más seguir la idea de "sembrar" techos. Se trata ahora de realizar viviendas dignas. Lo que corresponde, más allá de la voluntad de los "operadores políticos", es volver (como Chile lo realizó hace más de cinco décadas) a integrar arquitectura, diseño urbano y gestión financiera con la misma jerarquía.
Nuestro país se equivoca cuando corre el riesgo de hacer lo provisorio como definitivo. La simple plantación de casas solo ha creado guetos, en donde el desamparo, la delincuencia, la falta de parques y plazas han producido un sinsentido. En esta senda sin sentido, el Estado chileno se ha convertido durante muchas décadas en el mayor degradador, creando periferias en entornos de marginalidad urbana con resultados nefastos por todos conocidos.
La desvinculación hoy de la buena arquitectura con la vivienda social es un hecho real, y la responsabilidad mayor no es de los arquitectos, sino que de las políticas de los organismos públicos, que han dejado fuera de acción el campo de lo arquitectónico, dejando solo en manos de las empresas constructoras el tema de la vivienda social.
Tras la tragedia del 27-F visité un asentamiento de carpas rusas en Talcahuano. Las familias estaban en paz, protegidas y con la conciencia que habitaban en lo provisorio.
La oportunidad de reconstruir con conciencia, transformando calles bien urbanizadas con buena arquitectura, poniendo el énfasis en la vida pública, en el espacio urbano es una prioridad y una posibilidad real y simple frente a esta última catástrofe de Valparaíso.
La solución de lo urgente debe resolverse en sitios privados prestados, arrendados, fiscales o de bienes nacionales. También cabe la expropiación en los casos de sitios en situación irregular (tomas). Esto permitiría resolver el drama de la urgencia mediante soluciones efímeras, dejando el tiempo necesario para la solución definitiva.
En este sentido, las normativas urgentes no permiten una acción que conduzca a una reconstrucción que ponga el énfasis necesario en un trozo de ciudad con calidad de sus viviendas, con calidad urbana y espacial. Soluciones que sean capaces de reconocer lo propio de esos lugares, sin abandonar en ningún momento su visión de futuro y de innovación, e intentar con la mayor urgencia regularizar lo que no está normado.
Para esto es necesario un trabajo minucioso con las personas, en donde ellas, como ciudadanos, tendrán una oportunidad maravillosa donde se beneficien todos.
En esta tarea, el gobierno central, los gobiernos locales y los empresarios solidarios pueden resolver este gran desafío.
Después de visitar este lunes y caminar los cerros de la catástrofe tuve la posibilidad y privilegio de conversar con empresarios solidarios que están dispuestos a realizar importantes aportes para logar este sueño país.
La tarea es unir los esfuerzos del Estado con el de los empresarios solidarios.
Gonzalo Mardones Viviani
Arquitecto
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