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Vallejo: lograr sacar el lenguaje más hablado de lo más complejo, eso es... (Maquieira dixit)‏



César Vallejo
Extracto de GIVE ME A BREAK:
Conversaciones con Diego Maquieira
Patricio Hidalgo & Daniel Hopenhayn
Editorial Universitaria (Santiago de Chile, 2008)

• César Vallejo

...Mi libro de Vallejo es sin duda 'Poemas humanos'.
Creo que es la cumbre de las cumbres hispanoamericanas del siglo XX, lejos.
Incluso lo considero un poeta más sólido,
y que va a permanecer más tiempo en el porvenir, que Neruda.
Mi poeta número uno es Vallejo, y de ahí para abajo.

'Trilce' es interesante porque es medio revolucionario, mallarmeliano,
y se publica el mismo año en que Joyce publica su Ulises.
Pero nunca me logró entrar, precisamente por la frialdad del experimento.

En esa época yo leía primero por contacto,
y si el contacto me contagiaba, volvía,
pero no volví mucho sobre 'Trilce'.

Me aboqué a 'Poemas humanos' y a 'España, aparta de mí este cáliz',
que es el equivalente al España en el corazón de Neruda,
pero es muy superior lo de Vallejo, eso lo declaro abiertamente.

La poesía de Vallejo para mí es...¡uff!,
es la piedra angular de la lengua que yo he heredado.

Es la que está más compacta, más plena,
sin retórica, sin grandilocuencia,
sin ampulosidad, sin ningún tipo
de adefesio o artificio.
O sea, realmente implacable.

-¿Cuál podría ser la llave de ese lenguaje?

Yo diría que Vallejo es el lenguaje hablado
de lo más intrincado e interior de la condición humana.
Logra sacar el lenguaje más hablado
de lo más complejo, eso es 'Poemas humanos'.

Por ejemplo, hay un verso,
que es uno de mis favoritos de Vallejo, que dice:
“Observa como el aire empieza a ser cielo levantándose”.

Esa complejidad, ese drama,
esa mezcla de pasión con ternura,
y todo con un gran dominio de la matriz
en la cual se está hurgando.

Como ese otro poema:

“Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose”,
“y luego canta, almuerza, se abotona”,
y después cuando termina:
“¡Qué más da!  Emocionado...Emocionado...”

Son poemas notables,
del mismo nivel que “Walking around”, de Neruda,
o “Ritual de mis piernas”.

Pero Neruda es mucho más sensual, erótico,
mucho más ampuloso y grandilocuente.
Vallejo no es grandilocuente, es grande no más.

- ¿No ves ampulosidad en el uso tan abundante
que hace Vallejo de algunos signos de puntuación,
como las exclamaciones o los puntos suspensivos?

Ninguna, porque si quiere reflejar algo ampuloso lo hace,
pero a través de un lenguaje absolutamente limpio,
exento de cualquier accesorio, llegando a escribir versos así:
“Hay mucho de exacto en el espacio”. ¡Maravilloso!

Es como esas carnes molidas que tienen cero grasa, ése es Vallejo.
En cambio la carne molida de Neruda tiene harta grasa, tiene más colesterol.

-¿Crees que de no morir joven, Vallejo habría podido superar el
lenguaje de 'Poemas humanos'?

Es muy difícil ir más allá de eso.  Es como pedirle a Neruda
que haga algo mejor que Residencia en la tierra.
No lo hizo nunca, ése fue el tope.

Vallejo, no sé en cuanto tiempo más,
doscientos años, trescientos máximo,
va a ser las ruinas de Machu Picchu,
van a andar todos paseándose alrededor.

Por eso creo que el idioma está ahí,
ése es el terreno que pisamos nosotros.

-Y ese terreno común, ¿se da a partir de la dimensión indígena de su poesía?

Claro, es el que funda el castellano indígena,
por eso Vallejo es la piedra angular.

Porque Neruda tiene cosas afrancesadas,
mucho más universales,
ha mamado de muchas fuentes distintas.

Vallejo no.

Vallejo emerge del choque, precisamente,
entre el Imperio inca y los conquistadores españoles.

Ésa es la fuerza.

En cambio siempre se destaca la “fuerza telúrica”,
esa gran paja, la fuerza telúrica, terremotos, pelotudeces.

Éste es el verdadero choque, la verdadera fricción,
la Piedra de los Doce Ángulos de los incas
contra el muro de los españoles
hecho con cemento con ripia.

Entonces Vallejo es para mí
el arquetipo, el modelo, el padre.

El padre es Vallejo, la madre es Neruda.

-¿Compartes la perplejidad de Vallejo frente a la vida, su “Yo no sé”?

Sí, tengo esa misma perplejidad,
pero yo estoy mucho más bruto, más duro.

No tengo en consideración la percepción
de matices demasiado sutiles,
los elimino, porque me parecen perturbadores.

Prefiero aplicar esa misma nitidez,
pero en sentido contrario.

En el fondo, lo que quiero es
tener el número preciso de bacterias
para que haya fricción
y que al mismo tiempo
no se me caigan los dientes.

Vallejo dice en un verso:
“Crece el mal por razones que ignoramos”.

Entonces siempre hay que mantener
un cierto número de anticuerpos,
aunque la cosa de todas maneras es mortal.

-¿Dirías que eres más frío que Vallejo frente a la condición humana?

Creo que soy frío para liquidar, pero cálido para preservar.
Por ahí podría haber un contrapunto que equilibre la balanza.

-Y así como el lenguaje de Vallejo
intenta reflejar lo más interior de lo humano,
¿tú has querido llevar el idioma más hacia la expansión?

Hacia la expansión y hacia la lengua inglesa.

Porque como ya dejamos de tener madre patria,
y nuestra madre patria actual es Estados Unidos,
había que buscar nuevos nutrientes para nuestra lengua
que impidieran su muerte.

Y había que hacer una poda para atenuar
la inflamación de los ganglios que había legado Neruda.

Incluso Parra, el lenguaje de Parra
también viene en línea directa de Vallejo,
aunque él nunca ha sido consciente de eso.

Y el otro, para mí hermano de Vallejo, en prosa
pero sin estar a una escala menor, es Juan Rulfo.

Son los dos padres.
Vallejo y Rulfo, los demás son otra cosa.

-¿Por qué los ves como los padres?

Porque encuentro que ésa
es la tierra madre del lenguaje,
por lo menos del que me afecta a mí.

Es un misterio cómo Rulfo logró llegar a eso,
no tengo otro ejemplo semejante.

Es probable que por eso no pudiera escribir
más de dos libros, dos libros extraordinarios.

En el que más me metí yo fue en 'El llano en llamas',
esos cuentos son verdaderos poemas en prosa.

Desgraciadamente no sé francés,
pero por las traducciones que he leído de Baudelaire,
los cuentos de Rulfo son superiores a los poemas en prosa de Baudelaire.

Creo que con Vallejo y Rulfo se pisa terreno firme
para plantar tu propia semilla,
y a partir de ahí crecer y producir frutos.

-¿No te pesan las atmósferas densas de Rulfo,
que están ligadas al sentido de la desintegración,
de la “caída a pedazos” que siempre has rechazado?

Lo que pasa es que él penetra ese universo de la desintegración,
pero con un lenguaje de una integridad indestructible.

Lo sostiene, lo soporta.

Entonces estaríamos hablando
de la materialidad del lenguaje de Rulfo
o, mejor dicho, de su espiritualidad hecha materia,
y en eso es extraordinario,
el tejido que hace ahí es muy fuerte.

Además es un genio
totalmente exento de vanidad,
que escribió dos obras y punto.

Por eso me interesa mucho más que García Márquez,
me parece que tiene algo más duradero.

Vallejo también es más duradero,
siempre te va a dar una sorpresa.

Tú incursionas en Vallejo como en Rulfo,
pasan seis meses, vuelves,
y siempre encuentras algo nuevo, no hay caso.

Como decía Borges: “Los libros clásicos
son aquellos que se leen con previo fervor
y con una misteriosa y secreta lealtad”.

Eso es real, yo lo he vivido.

-También podríamos decir que,
a diferencia de la violencia psicótica
que tú desarrollas en  La Tirana,
la violencia en la obra de Rulfo es muy pasiva,
está más relacionada con lo latinoamericano, con la frustración.

Sí, es una violencia que no tiene espectáculo,
a diferencia de otras violencias
que también me han interesado.

Por ejemplo, la estética de la violencia de Kubrick
es la ritualización: convertir en danza, en ballet,
en ópera, sobre todo en La naranja mecánica.
Rulfo es la Revolución mexicana,
ya es otra atmósfera la que se respira ahí.

-¿Crees que en esa violencia de Rulfo hay algún registro moral?

Creo que en Rulfo hay una ética muy fuerte,
que es el de la infinita injusticia.

La violencia de la injusticia.

Además hay que ver el caso de Rulfo:
a toda su familia la mataron,
después se convirtió en un alcohólico,
y no sé si murió alcohólico,
pero en el fondo es un tipo
que nunca se pudo recuperar.

Me parece un alma pura, un tipo poderoso.

Yo leí en Madrid, no hace muchos años,
las cartas de amor de Rulfo,
que son de una ternura, de una inocencia,
de un espíritu de corazón...
Era un puro, no hay duda que era un puro.

-¿Te interesa su silencio,
el hecho mismo de que no haya publicado más?

Claro, siempre me han interesado los silencios
y siempre he fracasado en hacerle un homenaje a Rimbaud.

El silencio de Rulfo, el de Salinger,
esos silencios me intrigan,
donde los tipos realmente ¡paf!,
se queda ahí, se callan,
dejan de cantar, dejan de crear,
están en eso.

Como yo digo: el mar siempre vive para callado en el desierto.

-Si Vallejo y Rulfo son la tierra madre del castellano en América,
¿qué cercanía tienes con la poesía del Siglo de Oro español,
como tierra madre del castellano en España?

¿Incluido Renacimiento, Barroco,
Garcilaso, San Juan de la Cruz, Quevedo, Góngora?
¿Y antes? ¿Los trovadores? ¿Qué está antes?

Del Siglo de Oro mis afinidades son claramente
Garcilaso y San Juan de la Cruz.

Creo que Góngora y Quevedo son demasiado complejos,
muy recargados, por eso se llaman barrocos.

Son paellas, platos muy pesados.
Como Pablo de Rokha,
que tiene unas poesías de matadero.

No me gusta esa poesía tan pesada,
por eso prefiero esa ligereza
de San Juan de la Cruz
y esa maravilla que es Garcilaso.

Garcilaso es una especie de Horacio para mí,
y Horacio es mi poeta romano favorito.

Más que Ovidio, más que Propercio y más que Virgilio.

Esas son mis afinidades: Horacio
y por lo tanto en España, Garcilaso.

-¿Prefieres a Garcilaso que a San Juan de la Cruz
sólo por afinidad, o crees que como poeta dejó una obra mayor?

¿Saben lo que pasa?
Es que San Juan de la Cruz es muy beato.

No es dogmático, es un místico,
pero a la vez está pintado de beatitud,
tiene el sexo canonizado.

El tipo se disuelve en el espacio, en el aire.

Es un gran poeta etéreo: desaparece,
pero se ve cuando desaparece. Casi no existe.

A través de ese lenguaje
logra desaparecer,
eso es lo que me impresiona,
tiene una especie de llama de fuego,
como el Espíritu Santo.

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