Según el imaginario
de los que gobiernan el Estado,
el contribuyente real
vive en mansiones fastuosas
rodeadas de parques de ensueño
a la orilla de ríos de dinero.
Parapetados tras sus altos muros,
símbolo de la exclusión y la desigualdad
se levanta nuevamente el espectro
otrora famoso, que nuevamente
recorre el espinazo de Chile
arrinconando a los ricos imaginarios
en sus castillos imaginarios,
tratando de resistir estas hordas
que quieren tomar por asalto
al futuro y que exigen justicia.
De las casas de muchos
de estos ricos imaginarios
que perciben fabulosas
rentas atribuidas imaginarias,
y de la cual pende
una incertidumbre para nada imaginaria,
y la sombra de una desempleo real
acompañado de sueños de igualdad
y de prosperidad imaginarias,
se ve como se acrecientan
las irreparables grietas no tan imaginarias
que representan hechos delirantes
que están por ocurrir
en mundos más ideologizados que imaginarios
basados en idealizados sueños de la historia
ocurridas en lugares y tiempos pretéritos
que nos llevaron a pesadillas
que ojalá hubiesen sido imaginarias.
Todas las tardes, tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje devastado
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
en los cuales se produce
un desarrollo imaginario.
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando consignas
a la muerte del sol
del progreso imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que lo ilusionó con su dulzura imaginaria
y vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo temblor
y vuelve a palpitar
y remecerse
el corazón del contribuyente real
que desapareció como el hombre imaginario...
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