No hay progreso posible sin crecimiento y sin empleo,
y eso depende de la inversión. Eso es lo que está en juego.
Lo que beneficia a los pobres y a la clase media es el empleo.
La respuesta de este gobierno es que la reforma tributaria
aumenta el crecimiento, lo que es una negación
de principios económicos muy básicos, puro voluntarismo ideológico.
El argumento de los ideólogos del gobierno dice,
“lo mismo criticaban en la reforma de Aylwin
y no pasó lo que decían”. Curioso argumento.
Aylwin creció al 7,7%, Lagos ya sólo lo hizo al 5,4%,
Frei al 4,4%, y Bachelet al magro 3%. ¿No pasó nada?
Si el problema es la elusión del 1% de los más ricos,
lo obvio es fiscalizarlos uno por uno,
no botar el árbol entero, que es lo que van a hacer.
Esta reforma tributaria
es como esos remedios que curan una enfermedad,
pero cuyos efectos colaterales matan al enfermo.
Claramente bajará el ahorro, subirán los precios,
aumentará el endeudamiento de las empresas,
habrá menos inversión, menos empleo,
subirán las viviendas de la clase media profesional,
aumentará la elusión, recaudará menos de lo proyectado
y generará déficit fiscal, afectará las pensiones
vía valor de las empresas, generará
mayor burocracia y gasto público
que no llega a las personas,
sólo por mencionar algunos efectos laterales.
Melnick, Sergio
Diario La Segunda, Jueves 24 de Abril de 2014
Diario La Segunda, Jueves 24 de Abril de 2014
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2014/04/24/reforma-tributaria-ideologia-v.aspReforma tributaria: ideología vs. técnica
El Gobierno ofrece una reforma estructural que, según dicen, durará los próximos 30 años, pero que debe ser discutida en un par de meses. ¿Es eso racional?
El Gobierno dice que esto estaba en “el programa”, que la gente votó por eso. No obstante, en primer término nadie lo leyó, ya que fue publicado sólo un par de semanas antes de la elección; y segundo, contenía sólo ideas generales, no el cómo, ni menos las implicancias. No era un programa propiamente tal, eran declaraciones de intenciones, eran titulares.
El diablo está en los detalles. No se gobierna con puras intenciones, sino con la adecuada elaboración e implementación de lo propuesto. Lo que hemos visto es un proyecto elaborado por economistas de escritorio, extremadamente ideológicos en un tema extremadamente técnico. Desde Allende que no teníamos tanta ideología en hacienda, lo que fue una de las claves por las que tuvimos 30 años sostenidos de progreso. En ese período, lo más reguleque fueron precisamente los resultados de Bachelet en su primera administración, y eso no lo podemos perder de vista.
Ya sabemos que Bachelet no es ordenada en el gasto, como lo demostró en su gobierno. Eso ocurrió desde el primer año, no sólo en la crisis financiera, y terminó con un déficit fiscal del 4%, en cifras del FMI. Ya partió con un bono permanente, que es una tragedia como política pública. Sabemos también que no es prolija en la gestión, eso nos lo recuerdan Transantiago, EFE, ENAP, Sename, Chiledeportes, 27-F, etc. Y ahora nos lo recuerdan la lamentable telenovela de los nombramientos inapropiados o los 10 proyectos de ley en educación que irá improvisando en el camino.
La oposición es denostada y descalificada, en vez de enfrentada con argumentos técnicos. “Es que defienden a los ricos”, es el titular inmediato. Pero no es así. No hay progreso posible sin crecimiento y sin empleo, y eso depende de la inversión. Eso es lo que está en juego. Lo que beneficia a los pobres y a la clase media es el empleo, y en el período de Piñera se generaron un millón de nuevos puestos de trabajo, el resto es sólo música. La respuesta de este gobierno es que la reforma tributaria aumenta el crecimiento, lo que es una negación de principios económicos muy básicos, puro voluntarismo ideológico.
El argumento de los ideólogos del gobierno dice, “lo mismo criticaban en la reforma de Aylwin y no pasó lo que decían”. Curioso argumento. Aylwin creció al 7,7%, Lagos ya sólo lo hizo al 5,4%, Frei al 4,4%, y Bachelet al magro 3%. ¿No pasó nada? Piñera tuvo la enorme crisis europea y los efectos del horrible terremoto, y a pesar de ello creció al doble que Bachelet, y no tuvo desequilibrio en las finanzas, además de restaurar el fondo del cobre a más de US$ 23.000 millones. Si el problema es la elusión del 1% de los más ricos, lo obvio es fiscalizarlos uno por uno, no botar el árbol entero, que es lo que van a hacer.
Esta reforma tributaria es como esos remedios que curan una enfermedad, pero cuyos efectos colaterales matan al enfermo. Claramente bajará el ahorro, subirán los precios, aumentará el endeudamiento de las empresas, habrá menos inversión, menos empleo, subirán las viviendas de la clase media profesional, aumentará la elusión, recaudará menos de lo proyectado y generará déficit fiscal, afectará las pensiones vía valor de las empresas, generará mayor burocracia y gasto público que no llega a las personas, sólo por mencionar algunos efectos laterales.
¿No será mejor conversar y discutir en profundidad estos temas? ¿Por qué el apuro de pasar la aplanadora? Más grave aún, ni siquiera sabemos cómo se gastarán esos recursos en educación. ¿Y si el proyecto es malo? ¿Y si sólo se focaliza en la gratuidad y lo público sin llegar a hacer nada relevante en calidad para el siglo 21?
Entre tanto, las pugnas y descalificaciones internas de la Nueva Mayoría son un pésimo pronóstico. A 40 días del nuevo gobierno, empieza a reaparecer un ideologismo polarizador propio de los 60, como ocurre en Argentina y Venezuela.
La reforma tributaria es un golpe bajo a las Pymes
ResponderEliminar#GolpeAlaPyme
http://youtu.be/ReZbvzL5Kqs