Es una falacia considerar que solo algunos aceptan la diversidad y están abiertos a todas las doctrinas, mientras los otros tienen dependencias que les imposibilitan una mirada pluralista‏

Las diferencias en las universidades

por Jorge Peña

Diario el Mercurio, Jueves 24 de abril de 2014

http://www.elmercurio.com/blogs/2014/04/24/21337/Las-diferencias-en-las-universidades-II.aspx

Señor Director:

Agustín Squella ha enfatizado que el pluralismo en las universidades del Estado es una exigencia perentoria que no cabe pedir a universidades católicas o confesionales deudoras de un determinado ideario.

Según este planteamiento, pareciera que el pluralismo es monopolio de las estatales, situadas por encima del bien y el mal, y de algunas universidades privadas que voluntariamente así se lo propusieran. El profesor Squella parece no darse cuenta de que siempre todos, sean cuales sean nuestras intenciones de estar abiertos a diversas doctrinas, estamos insertos en una determinada tradición intelectual.

Como ha planteado Alasdair MacIntyre, hay tres grandes tradiciones de pensamiento; y aquella que se presenta a sí misma como del todo objetiva, neutral y pluralista, es la moderna ilustrada racionalista, que como tal es también una tradición de pensamiento, aunque no se esté consciente de ello por considerarse del todo abstracta, racional, atemporal y sin raíces históricas determinadas. Pero ella forma parte del ideal racionalista de origen ilustrado que persiste hasta hoy. Lo queramos o no, todos los profesores y universidades somos deudores de determinadas tradiciones de pensamiento, ya sea de la tradición católica-tomista, de la moderna-racionalista o de la posmoderna-genealógica.

No podemos sustraernos a los desarrollos de concretas y determinadas tradiciones de pensamiento, porque debemos reconocernos formando parte de ella.

Lo que sí cabe es el diálogo y la discusión intelectual entre las diferentes tradiciones y ella debe darse en toda universidad que merezca el nombre de tal. Así, una universidad, ya sea católica o estatal, debe enseñar tanto a Aristóteles, Kant o Nietzsche (representantes paradigmáticos de las tres tradiciones), porque los tres de alguna manera han forjado nuestra actual condición histórica y cultural y no pueden ignorarse. Pero es una falacia considerar que solo algunos aceptan la diversidad y están abiertos a todas las doctrinas, mientras los otros tienen dependencias que les imposibilitan una mirada pluralista.

Jorge Peña Vial
Director del Instituto de Filosofía, U. de los Andes