EN TU NOMBRE, SEÑOR...
Los Apóstoles siguen recibiendo el regalo
de las apariciones del Señor Resucitado.
Esta vez estaban pescando
y nada obtuvieron
de su trabajo y de su afán.
El Señor les manda echar nuevamente la red
y son saciados con tal abundancia,
que temían por la resistencia de la misma red.
Del mismo modo, nuestras obras, sin Cristo,
son como la red vacía de los Apóstoles;
nuestras obras, con Cristo,
en su Nombre o por su mandato,
son tan fructíferas que se desbordan
a nuestro alrededor como los peces de la red.
Esto no es simplemente un hermoso relato
o una linda historia, es la realidad.
Así como los peregrinos que visitan hoy
Tierra Santa pueden ver y tocar la piedra
sobre la cual comieron los Apóstoles y el Señor
según el relato evangélico de hoy,
así también lo que hacemos en el nombre del Señor
es, verdadera y realmente, más fructífero y provechoso
que lo que hacemos por y para nosotros mismos y sin el Señor.
No fue diversa la red, la barca o la manera
en que echaron la red, fue diverso
por obra y en nombre de quien lo hicieron.
El Señor no nos pide abandonar la red,
la barca o ser pescadores,
nos pide echar la red en Su Nombre
y ser, de ahora en adelante, pescadores de hombres.
A cada uno el Señor pide cosas distintas,
así como a cada uno da dones distintos.
A Pedro le pide dejar su barca de pescador y seguirlo,
y Pedro lo hace, pero de algún modo lo recupera centuplicado,
ya que al encontrarse con el Señor Resucitado
está nuevamente sobre la barca.
Lo que ha cambiado es la intención,
el motivo por el cual se hace lo que se hace.
Hacerlo todo en nombre del Señor,
nos pide san Pablo en sus cartas.
¿Cuántas veces olvidamos
que hasta lo más simple
en nuestras vidas es regalo del Señor?
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El Domingo día del Señor
Tercer Domingo de Pascua
14 de Abril de 2013
Año XXXVIII, N˚ 2.000
Comisión Nacional de Liturgia
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