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Apacienta mis ovejas



Padre Patricio Astorquiza Fabry
Diario El Mercurio, domingo 14 de abril de 2013
Comentario del Evangelio de Hoy 
Tercer Domingo del Tiempo de Pascua

Este domingo tercero de Pascua
se puede leer una versión más corta de San Juan.

En ella aparece la pesca milagrosa
después de la resurrección.

Pero si se lee el Evangelio más extenso,
lo sigue la escena en que Jesús encarga 
a San Pedro apacentar sus ovejas.

Con la elección del nuevo Papa todavía reciente,
aprovecharemos para considerar esta bella escena.

Jesús desayuna con todos los Apóstoles en la orilla del lago.

Él mismo les ha preparado lo que comen,
además de haberles hecho pescar
ciento cincuenta y tres peces grandes.

Pero no les es fácil reconocerlo.

Jesús los va habituando 
a lo que será su presencia escondida
desde la Ascensión en adelante.

No se atrevieron a preguntarle
por qué se les aparecía así, dice el Evangelio.

Echan de menos su presencia más notoria,
y lo mismo nos sucederá de ahí en adelante
a todos sus seguidores.

Después de comer saca a Simón Pedro
a caminar con Él a lo largo de la playa.

Y vienen las tres inquietantes preguntas:
"Simón, hijo de Juan, ¿Me amas más que estos?"…
"Simón, hijo de Juan, ¿Me amas más?"…
"Simón, hijo de Juan, ¿Me quieres?".

Los comentaristas suelen recordar
que las tres preguntas corresponden
a las negaciones de Pedro.

Pero es la pregunta permanente de Jesús
a todo el que ocupe el oficio de Pedro,
también al Papa actual.

No se dirige a Pedro, sino
al pobre "Simón, hijo de Juan".

Por eso, al pedir ayuda 
para el Sumo Pontífice,
hemos de aspirar primero 
a los carismas mayores:
que Dios le haga sentir a diario 
el amor divino por Él,
y que él pueda responder: 
"Señor, tú lo sabes todo, 
tu sabes que te quiero".

Y a las respuestas de Pedro
se siguen de un modo inmediato
los reiterados encargos de Jesús:
"Apaciente mis corderos"…
"Pastorea mis ovejas"…
"Apacienta mis ovejas".

No las tuyas, sino las mías.
Y no sólo las ovejas dóciles,
sino también las más díscolas.

Y en primer lugar
los más débiles de mi rebaño,
es decir mis corderos.

Nuestro deber de pedir 
y ofrecer sacrificios
por el Santo Padre
también incluye 
su labor pastoral.

Que los sacerdotes sepamos cumplir
lo que él mismo aconsejó en su homilía
del reciente Jueves Santo.

Él dijo, entre otras cosas:
"El que no sale de sí,
en vez de mediador
se va convirtiendo poco a poco 
en intermediario, en gestor".

Y también: "Esto les pido:
que sean pastores con olor a oveja,
que eso se note".

Y en esa misma ocasión
el Papa Francisco se dirigió
a los fieles ahí presentes,
y también a todos nosotros:
"Queridos fieles: 
acompañen a sus sacerdotes
con el afecto y la oración, 
para que sean siempre pastores 
según el corazón de Dios".










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