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La escuela abierta


por Pedro Gandolfo
Diario El Mercurio,
Sábado 08 de Enero de 2011http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/01/08/la-escuela-abierta.asp
 
Hace más de 20 años que mantengo un diálogo con un gran educador y
conocedor del mundo rural, Juan Oligier Salvatierra. Juan ha dedicado
su vida a mejorar las condiciones de quienes moran y trabajan en el
campo chileno. Su mayor orgullo, luego de 40 años de experiencia, es
el modelo de “Escuela abierta” que llevó a la práctica con gran éxito
en comunas como Ovalle, Portezuelo, Yungay, Peralillo, Marchigüe,
Alhué y Salamanca, entre otras. Éste, en palabras muy gruesas, implica
revertir el enfoque educativo y volcar la enseñanza escolar hacia la
vida y para la vida. Mientras la educación escolar rural, en general,
obedece a planes y programas de estudios, textos y guías de enseñanza
elaborados e impuestos por la élite urbana moderna, “la escuela
abierta” propone un esfuerzo máximo de contextualización, abriendo la
escuela rural hacia el entorno natural, familiar y social inmediato.
Los profesores, alumnos y familias tienen que percibir claramente la
cultura que se les pretende transmitir como conectada a su vida
cotidiana y con un impacto verdadero y real en ella, sacando al
proceso del aislamiento actual del aula, del encierro de unos
“contenidos y objetivos” impuestos centralmente y potenciando las
virtualidades creativas de profesores y alumnos. Todo este modelo, que
está lejos de ser sencillo, ha sido aplicado con rigor y cuidado en
sus aspectos prácticos.
 
Pertenezco a una generación que (aunque en mi caso provengo de una
familia de larga estirpe campesina en su sentido más estricto) concibe
el campo no como lugar de trabajo y modo de vida, sino como paisaje,
es decir, un objeto de contemplación, o como oportunidad de negocios,
es decir, un objeto de enriquecimiento y preocupación económica.
Siento que, sin idealizar, en ello hay una pérdida deplorable.
 
Estamos construyendo una sociedad, sobre todo en las últimas décadas,
a espaldas del mundo agrícola y campesino y sus valores. Es preciso
entretejer puentes entre la cultura urbana de élite y lo que va
restando de la cultura agraria, prestándole atención y respeto. Uno de
los ámbitos claves para restablecer esos lazos es, precisamente, el de
la educación.
 
Si pensamos en lo demasiado que le debe la cultura a la agricultura,
no podemos tolerar este descuido. La palabra misma “cultura” y “culto”
en su acepción más antigua se remonta al “cultivo” de la tierra.
Muchos términos que hoy indican acciones o bienes intelectuales y
espirituales muy abstractos y refinados, si se escarba en su
etimología, prontamente revelan también su origen agrícola. Todavía es
posible seguir aprendiendo de ese mundo. La experiencia del modelo de
“Escuela Abierta” proporciona lecciones que considerar y ponderar para
su aplicación en escuelas urbanas. Acaso la sabiduría, otra vez, viene
del campo.

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