Es una realidad que todos conocemos, pero que por esas cosas de la vida o de la humanidad no se refleja en la organización de la sociedad. Uno de cada cinco niños en Chile tiene necesidades educativas especiales. Y con mucha probabilidad todos conocemos a alguno o alguna de ese casi millón de niños que vive algún tipo de discriminación en nuestro sistema escolar homogeneizador.
Los datos son concluyentes, cerca de 15% corresponde a Necesidades Educativas Especiales (NEE) transitorias: trastorno específico del lenguaje o del aprendizaje, hiperactividad, rendimiento en pruebas de coeficiente intelectual en rango limítrofe con limitaciones significativas en conducta adaptativa. Cerca del 5% corresponde a NEE permanentes: discapacidad auditiva, motora, visual o intelectual, autismo y disfasia.
En condiciones de pobreza y vulnerabilidad se amplifican los casos. Y el porcentaje aumenta en los quintiles más bajos.
Según cifras consignadas por la Fundación Mis Talentos, el 2007 eran atendidos en programas especiales del ministerio de Educación 243 mil niños, cerca del 5% del total de la población con NEE. El mismo año solo 55 mil eran atendidos en Programas de Integración Escolar (PIE).
Los niños y niñas con NEE en general, se ubican en la cola inferior de rendimiento escolar. Además desertan de la educación formal y si ingresan a la fuerza laboral, lo hacen a más temprana edad, con el consecuente deterioro de sus ingresos durante su ciclo de vida y la trasmisión de pobreza intergeneracional.
La formación inicial de los docentes y otros profesionales de la educación regular no da cuenta de la variedad de NEE que debieran enfrentar en su desempeño profesional. Y lo que la evidencia científica y práctica demuestra, es que estos niños y niñas mejoran sus expectativas de rendimiento escolar, laboral y social cuando tienen la oportunidad de integrarse a un régimen escolar tradicional.
La experiencia demostrada en la literatura especializada es el efecto virtuoso que produce la inclusión en los niños y niños sin NEE. Estos aprenden a convivir y a socializar en un entorno más abierto y con menos defensas ante los casos de NEE.
En Chile, la Fundación Mis Talentos desde hace algunos años viene predicando con la práctica para dar cuenta de esta situación y se propone “Contribuir a la igualdad de oportunidades educativas de niños y niñas con Necesidades Educativas Especiales mediante el aumento en cobertura y calidad de inclusión como modelo educativo”.
Conozco de cerca el caso de un niño con diagnóstico de esquizofrenia infantil, que deambuló por los “mejores” colegios tradicionales, también por las “mejores” escuelas especiales, bajo tratamiento personalizado con especialistas de alto nivel hasta los 12 años. Ese año su madre se decidió a matricularlo en un colegio con régimen de integración de NEE. Al cabo de una semana en su nuevo curso y colegio, por primera vez en su vida fue invitado a la casa de un compañero después de la jornada escolar. Al cabo de un tiempo fue elegido presidente de curso.
La experiencia de Pedrito (lo llamaremos así) en su nuevo colegio no sólo le cambió la vida, sino que le ofreció la oportunidad de disfrutar por primera vez sentirse parte de una comunidad que lo acogía como uno más, que esperaba de él mucho más que “problemas”; que confiaba en él.
Ciertamente muchos Pedritos deambulan como niños problemas por el sistema escolar, ganando experiencias de rechazos y, lo que es más triste, convenciéndose en la medida que crecen que son niños “sin talentos”.
De seguro, todos tenemos a alguien cercano con NEE. Los casos tienen un alto grado de masividad. Lo dramático o paradojal, es que la masividad de este fenómeno, es proporcional a la diversificación de formas de exclusión como la selección en la admisión a colegios.
La Fundación está abocada desde esta semana a una campaña que se llama Un Chile que no quiere ver. Un llamado de atención para visibilizar la realidad de los niños con NEE y para luchar por los talentos ocultos de miles de niños en nuestro país.
Es necesario romper las inequidades que hoy el sistema tiene, tanto para los niños y niñas con NEE, como para sus compañeros en el desarrollo de habilidades sociales que no son fomentadas cuando no ven otras realidades. Estas habilidades son importantes para su "éxito" privado y también para generar un cambio que nos beneficia a todos como sociedad. La empatía, la capacidad para estar, trabajar y dialogar con el que es diferente, estimula la creatividad, forma en la tolerancia, “abre la mente”, dispone a la aceptación del otro. Devela los talentos de los que parecen carentes de ellos y hace emerger los mejores talentos para quienes relacionarse con otros, solucionar una ecuación matemática o aprender a escribir fue siempre una tarea fácil. La integración de NEE en el modelo educativo ofrece el espacio justo y necesario para que niños y niñas con y sin NEE se relacionen bajo la premisa que “tus talentos son mis talentos”.
Los invito apoyar la campaña y quitar un velo más en nuestro querido Chile.
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