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Los nuevos padres "dueños de casa"

Dejaron la fuerza laboral clásica y se unieron a las filas cada vez más grandes de papás que regresan a sus casas para hacerse cargo de la crianza de sus hijos. Hoy marcan tendencia en Estados Unidos. No se consideran una "nueva mamá" sino que un nuevo arquetipo de padre, que da más importancia a la satisfacción personal y familiar que al dinero.   

Por Alex Williams. Texto y Fotos: The New York Times.
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 28 de agosto de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/08/28/ya/_portada/noticias/BBA3F36D-326B-4124-8F13-33F6DB72A468.htm?id={BBA3F36D-326B-4124-8F13-33F6DB72A468}
  

En 2006, James Griffioen era un abogado litigante de una firma nacional en San Francisco con una hija de 18 meses y un problema. "Al tener que trabajar 70 horas a la semana -o 90, si uno quiere ser socio- eso alteró algo en mí. Algo se rompió", dice. "Fue el impulso y la ambición que yo tenía como abogado. Me imaginé los próximos cinco años y pensé: "Así de ningún modo voy a poder ver a mi hija alguna vez".
Por lo tanto, se reunió con su esposa, también abogada, para conversar al respecto. Analizaron detalladamente la relativa satisfacción profesional de ambos, discutieron sobre el deseo que tenían de que uno de los dos se quedara en casa en vez de depender de la sala cuna y decidieron que tenía sentido para ellos dar un giro a esa visión de la familia estadounidense de las comedias de situaciones de la década de 1950 y que Griffioen, ahora de 35 años, dejara la fuerza laboral y se uniera a las filas cada vez más grandes de los papás que se quedan en casa.
Seis años más tarde, él no se considera tanto una mamá como un nuevo arquetipo del padre como proveedor. "En cierto modo, yo me encargo de las cosas", dice Griffioen, cuya familia sumó otro hijo y se trasladó a Detroit. "Aprendí distintos oficios que jamás habría tenido tiempo de aprender si estuviera sentado en una oficina en el piso 28 con vista a San Francisco".
Hasta hace poco, los padres que se quedaban en casa constituían una minúscula porción del espectro de la familia estadounidense. Como eran pocos, y carecían de voz, tendían a no revelarlo para evitar que los miraran como bicho raro.
En la última década, no obstante, la cantidad de hombres que han dejado la fuerza laboral por completo para criar a los hijos se ha más que duplicado: llegó a los 176 mil, de acuerdo con datos recientes del censo del país. Si se expande esta categoría para incluir a los hombres que mantienen un empleo freelance o de media jornada pero igual están al cuidado de los hijos menores de 15 años mientras su esposa trabaja, la cifra llega a 626 mil, según los cálculos que hizo la oficina del censo para este artículo.
Mientras tanto, la identidad del papá "dueño de casa" está evolucionando. Para este nuevo grupo, la decisión de quedarse en casa con los hijos se considera no como un fracaso en sus deberes como hombres, sino como una elección de estilo de vida; una que tiene sentido en una época en la que los sueldos crecientes de las mujeres han alterado la antigua jerarquía familiar, y los hombres han adoptado una interpretación más fluida de una carrera que da mayor importancia a la satisfacción personal, no al dinero ni al estatus.

"Yo soy el nuevo normal"
En mayo, The New Yorker publicó una ilustración que los papás dueños de casa aclamaron como prueba: una mamá que va con un coche de guagua queda desconcertada en un parque al ver que la mitad de los adultos que estaban ahí con mamaderas y demases eran hombres.
"Yo vivo eso todos los días", dice Lance Somerfeld, un papá dueño de casa y fundador de NYC Dads Group, una red de apoyo y grupo de actividades con 600 miembros.
En los cuatro años desde que fundó la organización, han surgido grupos similares en Chicago, Washington y Portland, y las actitudes entre las mujeres en las áreas de juego, como parques y plazas, han cambiado. "Hace sólo algunos años, generalmente yo era el único papá en el parque durante el día", dice Somerfeld, de 39 años, una soleada mañana hace poco, mientras se encontraba con otros ocho papás en el Heckscher Playground en el Central Park. "Las mamás y nanas me miraban con asombro como si yo fuera una muestra en el zoológico. Ahora, soy el nuevo normal".
Hay una nueva sensación de aceptación que se refleja en la cultura popular. El rol de Chris, que interpreta a Will Arnett en la comedia de situaciones de la NBC "Up All Night", es un abogado que se convirtió en dueño de casa y no se avergüenza de su decisión. Igualmente, la nueva novela de Karl Taro Greenfeld, "Triburbia", refleja una estructura familiar flexible (al menos entre aquellos de buena situación económica), donde ser un papá en casa ya no se considera algo excepcional. Los personajes principales, que incluyen un escultor, un ingeniero de sonido y un dramaturgo pasan sus días junto a sus hijos en clases de cerámica mientras sus esposas trabajan en torres de oficinas.  Y nadie cuestiona su identidad como hombres.
"Esa es la evolución", dice Greenfeld. "El que tenga más tiempo puede asumir más labores domésticas. No hay ninguna vergüenza, como tampoco una incomodidad social. Ni siquiera es visto como algo distintivo o digno de un comentario".
Casi no hubo discusión sobre el ego masculino cuando David Worford, un ex editor de web en Fort Collins, Colorado, y su esposa Cherie, ginecóloga y obstetra, acordaron que él permaneciera en casa con los niños hace algunos años.
"De todos modos yo ya estaba haciendo gran parte del trabajo doméstico debido a que Cherie pasaba más tiempo en su trabajo. Tenía sentido hacer esto tanto por el factor económico como por la vida familiar. Fue fantástico".
La decisión, dice la doctora Worford, la libera de la "culpa materna" por tener que dejar a los niños durante el día para desarrollar una carrera. "Yo sé que él los quiere y les da de comer -dice-Además facilita mi trabajo, porque sé que no tengo que preocuparme".
Sin dudas, hay más hombres disponibles para hacerse cargo de los deberes familiares en la casa debido a las consecuencias de la crisis económica. Las estadísticas federales muestran que los hombres perdieron dos veces y media más de empleos que las mujeres en la recesión. Sin embargo, Brad Harrington, director del Boston College Center for Work and Family, quien ha realizado múltiples estudios que involucran la paternidad, explica que muchos hombres ahora se sienten libres para elegir ser un papá dueño de casa por las retribuciones más profundas que eso significa, incluso cuando sus empleos son seguros.
De aquellos que habían hecho la elección, agrega el profesor Harrington, "muchos expresaron: Éste tal vez sea el trabajo más significativo que haga en mi vida".

La versión moderna de la familia
Algunos podrían pensar que los papás dueños de casa podrían ser una amenaza a la estructura familiar de la serie televisiva "Leave it to Beaver", excepto que difícilmente existe algo de eso ya.
En 2011, sólo el 16 por ciento de las familias estadounidenses estaba formada por un marido proveedor y una esposa dueña de casa, de acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos. En realidad, una versión moderna de la serie podría presentar a June con un sueldo de seis cifras como consultora de administración, mientras Ward trabaja en su oficina en casa como diseñador de la web, dejando tiempo entre los proyectos freelance para llevar a Beaver al parque.
Cerca del 40 por ciento de las mujeres ahora gana más que el marido, según las estadísticas, y eso puede ser el comienzo de un cambio de poder, si se cree lo que dicen los nuevos libros como "The Richer Sex: How the new majority of female breadwinners is transforming sex, love, and family" (Cómo la nueva mayoría de mujeres proveedoras está transformando el sexo, el amor y la familia), de Liza Mundy, y "The End of Men: And the rise of women" (El fin de los hombres: Y el surgimiento de las mujeres), de Hanna Rosin. Rosin sostiene en su libro -que estará en las librerías el próximo mes- que muchas parejas profesionales están pasando a ser sociedades que fluyen libres, o "parejas balancín", en las que cada cónyuge ajusta continuamente su rol en respuesta a las circunstancias familiares cambiantes. "Un marido puede trabajar para mantener a su esposa mientras estudia y luego ella puede hacerse cargo y ser la abogada brillante", escribe Rosin. "Cualquiera puede desempeñar el rol de sostén de la familia por un período", agrega.
Un arreglo como ése es atractivo para las parejas en las que la esposa mantiene una carrera profesional lucrativa y el marido trabaja en un área creativa. Es el caso de Christopher Michel, un papá en casa de Sunset Park, Brooklyn. Ex becario Fulbright, Michel, de 35 años, pasa 12 horas diarias respondiendo a las necesidades de su hija de 21 meses, Akiko, mientras su esposa, Karen Shimizu, trabaja en Manhattan como editora para pagar el arriendo.
Aunque, técnicamente, él no tiene empleo, en cierto sentido tiene dos. También trabaja como escritor freelance y poeta entre las 5 y 7 a.m., antes que despierte su hija, o durante la siesta.
La semana pasada, él dijo: "Íbamos caminando por el parque cuando se me vino a la mente una bella frase, saqué el teléfono y  traté de escribirla frenéticamente. Por supuesto, en cuanto abrí el teléfono, ella quiso mostrarme un bicho que había encontrado".

El padre artesanal
En cierta forma, la decisión de retirarse de aquella competencia inexorable por el avance profesional con el fin de perseguir una carrera más "significativa" como padre se hace eco del clásico relato del Plan B del profesional atontado por el estrés que da un salto para sumergirse en un trabajo que exige subirse las mangas, por ejemplo,  dedicarse a la apicultura.
"Para el hombre creativo, freelance, del tipo "hágalo usted mismo" -dijo Rosin en una entrevista- "el ser un papá dueño de casa se siente como una forma de rebelión, como vivir fuera de la estructura machista".
Dentro de ese espíritu, Mike Adamick, de 35 años, quien dejó su empleo como reportero de un diario para ser un papá dueño de casa en San Francisco hace seis años, a menudo pasa las tardes en la semana cosiendo ropa para su hija Emmeline, de seis años. 
"Esto no es el siglo XX. Hay 300 millones de personas en Estados Unidos, por lo tanto hay 150 millones de formas de ser un hombre", dice.
Al igual que varios de los entrevistados, Mike cuenta que su vida como un papá en casa ha producido una carrera adicional: bloguero. Él escribe un popular blog sobre ser "dueño de casa", "Cry it out", y colabora con artículos sobre la crianza de los hijos en Jezebel y otros sitios.
No está solo. Desde que dejó la abogacía para quedarse en casa con su hija, Griffioen empezó una activa carrera adicional como bloguero, escritor y fotógrafo, aun cuando el cuidado de los niños sigue siendo su labor diaria. El blog de Griffioen, "Sweet Juniper!" atrae hasta 300 mil visitas a la página al mes, y produce un saludable ingreso adicional, gracias a los avisos de publicidad.
Sin embargo,  el blogueo también aprovecha una red de apoyo de otros papás que se quedan en casa. "Mi blog es mi forma de compartir el nuevo comienzo de mi vida con el mundo", dice Griffioen.

La enfermedad de Betty Draper
Aun cuando estos nuevos papás están finalmente "saliendo de la despensa", como bromean algunos, los desafíos persisten. Este padre moderno no es inmune a la enfermedad de Betty Draper: el aislamiento y el tedio que es común entre las dueñas de casa a toda edad.
Las interrogantes sobre la división de las labores pueden ser un desafío, incluso cuando las parejas parten de muy buena gana con este arreglo. "Asegúrese de que quede todo bien definido con su cónyuge", dice Dan Bryk, un papá en casa de Nueva York. "Hay veces en que su cónyuge que trabaja fuera de casa, llegará de una jornada especialmente dura en la oficina y simplemente olvidará lo difícil que es esta labor. Como estoy seguro que lo hicieron los hombres durante un siglo".
E incluso, dice Matthew Pritchard, un papá dueño de casa de Nueva York, ¿cómo se aproxima un hombre solo a una mujer sola en el parque sin darle a ella una idea equivocada? "Tengo la impresión de que algunas mamás se han mostrado distantes conmigo en el parque o en cualquier parte que nos encontramos, porque tal vez piensan que estoy coqueteando o tengo alguna intención oculta", dice Pritchard, de 47 años. "Como nuevo padre, lo encuentro un poco divertido. No sólo no tengo deseos de hacer ninguna otra cosa excepto jugar; no tengo energía ni tiempo, tampoco".

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