Al caer la tarde
en la Plaza de la República
frente a la Catedral de Valdivia
levanto la vista hacia el cielo
para contemplar los tiuques
que sobrevuelan el lugar
en bandadas que se asemejan
a las palomas de las Plazas de Armas
de otras ciudades del país.
Y este tiuque, que no es
ninguna blanca paloma,
ni mucho menos,
observa con asombro
a sus congéneres,
los Milvago chimango, al igual
que en la mañana en la costanera
cuando una conífera 'emitía'
desde lo más alto de su espeso follaje
una seguidilla de graznidos de Yeco,
que más bien parecían gruñidos de cerdos.
Es sorprendente esta increíble Valdivia
en tantas cosas y es tan distinta al resto de Chile,
que no sólo destaca por una infinidad de características
que la convierten una especie única en su especie,
sin olvidar el detalle que de las rapaces
reemplazan a las palomas en las plazas
y que pareciera que hasta los chanchos vuelan...
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