Tatuajes: Historias que caminan
Crecieron con la modestia como estandarte
Exclusivo: habla Nicanor Parra
por Liberty Valance
Diario El Mercurio, Revista El Sábado, 21 de abril de 2012
-Estoy en Las Cruces. Es otoño, el día está nublado y la puerta de rejas de la casa, una de esas casas con jardín anterior, permanece abierta. Los visillos y cortinas tan cerrados como las ventanas, pero algo tiene el lugar. Creo que está embrujado de poesía. Necesito golpear. Escucho el graznido de una gaviota, un niño se acerca con ganas de desánimo y me dice que no le abre a nadie. Su poesía se abrió al mundo hace años, ahora al Premio Cervantes y mañana al Nobel de Literatura, que sería tan merecido.
Es lo que creo como chileno. Creo más cosas: Chile es un país de poetas y en Chile no hay culebras venenosas. Necesito golpear. Mis nudillos de periodista ya presienten la madera. Ahora los golpes resuenan en el interior. ¿Cuál es la correcta onomatopeya, la académica y legal?: Toc, Toc, Toc. No es así, me rebelo y le pongo nombre: Parra, Parra, Parra.
-...
-Creo que me va a abrir y por eso sigo golpeando y ahora más fuertemente, con golpes y antigolpes que suenan Parra, Parra, Parra. Déjame tutearte: la juventud te admira, aunque no te conoce, y a lo mejor es por eso. Los viejos te envidian, porque no te entran balas, balines ni bolones, ni de goma, caucho o fierro. Esto que está pasando, en lo formal no es una entrevista, pero yo creo que sí, digamos que es una antientrevista, para decir algo ocurrente. Es que no puedo evitar golpear, una y otra vez, yo creo que nací para esto: Parra, Parra, Parra.
-¿Quién es?
-¡¡Poeta!! Poeta, soy del censo 2012.
-Ya vinieron.
-Bueno, en ese caso, maestro, ¿sabe lo que voy a hacer? Me arrodillo sobre este felpudo gastado, que igual me lo llevo de recuerdo, porque está pisado por usted. Digo que esto no es felpudo, sino palimpsesto simbólico de su poesía, que es espejo y reflejo a la vez, porque en su mundo todo puede ser poesía. El felpudo, esta calle, la gaviota, incluso el que habla y pregunta en voz alta: ¿Don Nicanor, es usted?
-Porque no se va a la cresta.
-Entiendo la paradoja y la ironía como parte de la estructura poética que resume el universo en una tapa de botella. Eso es la antipoesía, que es algo que es y no es, porque si es de una manera no es de otra y si es de otra no es lo que es. De estas cosas me gustaría hablar. Hágalo por Chile.
-No sea imbécil y no moleste más.
-Ja, ja, ja... genial, verdaderamente genial, no hay nada como el timbre de lo chileno, tan presente en su obra. Esa cadencia de lo popular en los palacios de lo académico, creo que opera de dos maneras: le quita solemnidad a lo solemne y al mismo tiempo, ennoblece lo vulgar. Es una doble dirección, pero en el encuentro están el poeta y la poesía. ¿Por qué no me abre?
-¡Ándate a la c... de tu madre!
-¡Un artefacto! ¡Un artefacto para mí! Gracias, gracias por la entrevista distinta. La verdad no me esperaba otra cosa. Sería cosa de cinco minutos. Y sin fotos, si quiere.
-¡Ándate a la ch...¡
-En todo caso me voy contento. De nuevo: gracias por la exclusiva. Me voy de Las Cruces con la satisfacción del deber cumplido, porque perdí la capacidad de asombro, pero me encontré con la poesía. No tengo nada más que añadir y con esta frase alegre y cadenciosa me despido: me voy por la vereda tropical del periodismo cultural.
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