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Oscar Ríos acaba de ganar el "Sello de Excelencia al diseño" que por primera vez entrega el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes...‏



Premio a un maestro
 
Oscar Ríos acaba de ganar el "Sello de Excelencia al diseño" que por primera vez entrega el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Académico e investigador, ha formado por 40 años a cientos de diseñadores con su estilo lúdico y cariñosa formalidad. "Quiero despertar en los alumnos el interés y la observación fina", dice.   

Texto, Soledad Salgado S. | Fotografías, José Luis Rissetti
Diario El Mercurio, VD, sábado 29 de diciembre de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/12/29/vivienda_y_decoracion/entrevista/noticias/4BC9927F-A060-44FF-9B79-ED122F262B74.htm?id={4BC9927F-A060-44FF-9B79-ED122F262B74} 

Epifanía. Epi: por encima. Fanía, fanes: aparecer. Epifanía, una palabra que al diseñador Oscar Ríos le resulta precisa y que la desglosa para explicar sus propias revelaciones. "Hay momentos en que para ti tronan platillos, se ilumina el cielo y recibes cosas", dice, abriendo los ojos tras sus lentes. Lo más probable es que a lo largo de su vida no fuera consciente de que pequeñas apariciones gatillaron su camino hacia el diseño, pero hoy las celebra porque construyeron su historia. Todos quienes asistieron a la entrega del premio "Sello de excelencia al diseño" que le otorgó recientemente el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes se enteraron de las epifanías de Ríos a través de su discurso: su paso por una escuela alemana en el sur de Chile donde tempranamente supo del pintor holandés Hyeronimus Bosch y de las historietas del dibujante germano Wilhem Busch; o los textos de Julio Cortázar que fueron llegando a sus manos y cuyas líneas le hablaban del latido de metal y la suavidad satisfactoria de una simple cucharita, o las propiedades que podía tener un sillón. "Yo le he sacado partido a mis epifanías", dice sentado en el escritorio de su departamento.

Oscar Ríos se ve feliz. Y no es sólo por el premio -se entregó por primera vez-, sino porque es un gozador de la vida. Su firma no está en ningún producto fabricado, sino en los cientos de diseñadores que ha formado a lo largo de su destacada trayectoria como académico e investigador. "Yo podría haber hecho ropa, objetos, aparatos, arquitectura, pero nunca estuvo en mí el afán comercial, a mí me gusta dibujar, hacer dibujos para mis clases y crear puentes entre distintas épocas y disciplinas, despertar la observación fina y el interés de los alumnos", dice con una mezcla de entusiasmo, ingenio y sabiduría. Está impecablemente vestido con una de las tantas camisas que manda a hacer a su modista para que las rayas calcen perfecto en el cuello, lleva colleras de diseño, zapatos de cuero -más tarde dirá que son un clásico de 1840- chaqueta de lino con ojal y desde el cual cuelga una cadena que se esconde en el bolsillo. "¿Y eso qué es?", pregunta el fotógrafo. "Ah, esto es simplemente para tener un tema de conversación", bromea mostrando un relojito. 

A sus 71 años este profesor de Historia y Teoría del Diseño en la Universidad Diego Portales y titulado de arquitecto por la Universidad Católica de Valparaíso dice orgulloso que no tiene celular, tampoco email y no usa chequera. Oscar Ríos es un personaje particular.

¿Su facilidad para dibujar no lo acercó al diseño gráfico o la elaboración de afiches?

-Hice algunos afiches, recuerdo en particular uno que diseñé para la bienal de arte y diseño de 1998. Es un tema que me interesa, y sé bastante de los afiches en el mundo. ¡Pero es que acá somos tan malos para celebrar nuestra cultura! En el teatro chileno, por ejemplo, casi no hay afiches. Los dramaturgos son analfabetos visuales, sé que es políticamente incorrecto decir eso, pero bueno, lo que hacen es llamar a alguna chiquilla que le pegue al dibujo para que haga algo o que vaya con su cámara al ensayo y fotografíe una escena. Un dramaturgo inculto visualmente no se imagina que el afiche es una celebración y que habla de la memoria de un lugar. En otros países, en especial en Europa, se le da importancia.

¿Qué problemas cree usted que enfrenta el diseño hoy?

-Hay una enfermedad de productividad. Una palabra nefasta para el diseño es "valor agregado". Lo veo como tener la mala suerte de tener un bebé enfermo y que necesita suplementos para normalizarse. Si el objeto diseñado no es constituyente de celebrar un acto o ayudarte como persona, aunque tenga muchos valores agregados, no sirve. Los proyectos deben nacer con un buen ADN. Una obra arquitectónica por ejemplo nace en un lugar de acuerdo a tensiones urbanísticas, características del barrio, una sumatoria de cosas, anima a los otros a tener ese estándar y nace sin aditivos. Tú puedes tener el peor edificio con los mejores valores agregados y sigue siendo malo. Hay que mejorar las cosas y punto, pero no decir que es un valor agregado. Además, veo que hay muchos "emprendimientos", y que se basan en copiarle a otro que tuvo, además, un éxito relativo. 

¿Por qué se copia tanto?

-Porque consumimos muchas imágenes. Hay que preguntarse, cuestionarse, reflexionar. Hay que tener cuidado con las sirenas que te encantan con su canto. Se necesita tener más cultura para no subirse a todos los autos de colores y para no marearse. Hay que revisar los referentes antes de ponerse a diseñar. Yo, por ejemplo tengo estos zapatos que vienen de una tradición inglesa, que tienen la costura de la puntera en la parte exacta donde se flecta el pie. Es la elegancia de una silla Thonet, de una Bodoni, que está siempre presente.

Veo que le obsesionan los zapatos (varios pares se despliegan en un rincón del escritorio).

-Es una de mis tantas chifladuras. Me gustan. Me interesa saber cómo están hechos, cómo se llaman sus partes. Y fíjate que he encontrado que hay un elemento erótico en ellos que es lo apegado a la piel que son; es como un segundo cuerpo pegado a la piel, que tiene cintura, caderas... ¿ves? 

Oscar Ríos nació en una familia de clase media, con un padre que llegó a ser jefe de correos en Frutillar y una madre que tenía un taller de costura. El mayor de tres hermanos se pasaba el día recortando letras de la revista Life, dibujando aviones, husmeando en el taller y más tarde cosiendo su propia ropa: "Me acuerdo que les pegaba letras en paño lenci a las poleras". Entró a estudiar Arquitectura porque no existía Diseño como carrera, sin embargo, al poco tiempo y luego de enfermar gravemente de tuberculosis decidió congelar para irse a recorrer Europa. "Tengo que probarme que no me voy a morir, me dije, es una cosa de resiliencia, de sacarle partido a la vida", comenta. Quería conocer a los exponentes contemporáneos y trabajaba en albergues a cambio del alojamiento y comida. Hasta a Grecia llegó, y en Noruega tuvo la oportunidad de conocer a Eric Fromm en una charla a la que entró por casualidad. "Me han pasado cosas muy buenas en la vida. Otra epifanía", dice sonriendo.

De vuelta en Chile se tituló, pero a los pocos años derivó en el diseño, de hecho participó en la gestación de la revista Diseño con Hernán Garfias el año 1989, y luego en la creación de la Facultad de Arte, Arquitectura y Diseño de la UDP. "En esa época no se hacía ni un lápiz BIC acá, así es que tampoco tenía una gran motivación por hacer prototipos ni esas cosas. Me atraía la labor educadora, la discusión entorno a la disciplina, las cosas fundadoras", explica.

¿Ha cambiado el panorama?

-Claro. Hay gente con sus propias empresas, poca, pero buena. Se está haciendo muy buen diseño de muebles, de maderas, muy simples, muy finos. Los chiquillos de "Bravo!" lo han hecho muy bien. Francisco Javier Olea en ilustración es muy bueno, se replantea las cosas, lo mismo Alberto Montt; ambos han creado representaciones particulares.

Oscar Ríos es un profesor querido y un magnífico dibujante cuya croquera ya es parte de su mano. De las reuniones a las que asiste siempre sale con bosquejos interesantes o el estudio de una forma que viene a su cabeza mientras se discute algún tema. "Cocinerías", les llama. Varias de ellas formarán parte del libro que se lanzará en enero con parte de su inédita obra gráfica. No en vano el diseñador Manuel Figueroa Aguilera, quien editó un anterior texto en torno a la figura de Ríos, lo llamó "el más público de los anónimos". Ahora el mismo Figueroa señala sobre el premio: "Ha contribuido a la construcción de la cultura del diseño, siendo parte también de la historia de ésta. Ha generado un discurso en torno a la historia de la disciplina en Chile y el mundo, a través de un gran trabajo académico transversal en las distintas áreas... es reconocido como maestro por destacados diseñadores internacionales. Ha dictado conferencias fuera de Chile. Un hombre políglota y culto en el más amplio sentido de la palabra".

1 comentario:

  1. un excelente hombre, y muy interesante, solo por una tarea e llegado a el, a sus locuras, a su forma tan correcta y magnifica de expresarse. simplemente un hombre admirable. lastima que no encontré su biografía,.... pero pronto haré una yo misma.

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