Vivir el ocaso de la vida
desprovisto de toda pretensión,
sintiendo en todo momento
la necesidad de agradecer
y de pedir perdón.
Evitando quejarse,
ayudando sin que se note.
Aproximarse a dicho tránsito
de forma generosa y acogedora,
perceptiva y atenta;
estoica y muy paciente
cada vez que sea necesario.
Intentando asimilar la sabiduría
insondable poco a poco revelada.
Con humildad, compasión
y mucha fe y esperanza.
Abandonados absolutamente
en las manos del Señor
y su Providencia divinas
con aquella confianza
que nos irá preparando para partir.
Con el espontáneo desprendimiento,
proverbial belleza y elegancia
con que caen las hojas de los árboles…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS