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La cueca de don Nico…

FERNANDO VILLEGAS, DIARIO LA TERCERA, DOMINGO 27 DE JULIO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/07/27/FERNANDO-VILLEGAS/LA-CUECA-DE-DON-NICO/nicolas eyzaguirre 1


A menudo se usa la expresión “cueca en pelotas”, reconocidamente de no mucha elegancia, cuando sirve al propósito de describir sintética y gráficamente una situación de desmedro que, descrita en detalle, requeriría volúmenes. Es lo que vemos en educación, donde el bailarín central o siquiera el más vistoso es el ministro, don Nicolás Eyzaguirre. Lamentablemente, la desnudez no es simplemente la de dicho miembro del gabinete, sino también del modo como se discute el tema, pese a ser esfera donde la totalidad del país considera, con razón, que se juega el futuro. ¿Quién no sabe cuán urgente es poner término al proceso que ahora estamos viviendo, esta prolífica producción de una generación tras otra de jóvenes cada vez menos alfabetos, menos educados aun en las cuestiones básicas de la convivencia en sociedad, con poca o ninguna inclinación al esfuerzo, ajenos a las disciplinas intelectuales y proclives en cambio a exigirlo todo? ¿Quién no mira con pasmo a estos estudiantes que ven los bienes de este mundo como cosas a las que se accede por una cuestión de derechos y tan fácilmente como pulsar el botón “ON” del control remoto?
Para remediarlo se habla con unción de “una educación gratuita y de CALIDAD”, y se estima que eso es prioritario y justifica la reforma tributaria. Se ha considerado indispensable lo gratuito para eliminar desigualdades enojosas en cuanto a la calidad a que se puede acceder, pero simultáneamente no se ha pensado nada acerca de qué significa dicha “calidad” deseada. Es esta carencia de análisis una falla enorme cuyas consecuencias las vemos en los contradictorios discursos que se espetan, los torpes proyectos que se enarbolan, las irreflexivas declaraciones de tantos, las oportunistas contradeclaraciones de muchos, los rápidos desmentidos de casi todos y la obsecuencia ya masiva, increíble y en verdad insana ante la “voz de la calle”.
Don Nico
Protagonista central de todo esto es, insistimos, el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre. Decimos “protagonista” por afecto personal y deferencia hacia su cargo, porque en verdad no hay protagonistas propiamente tales en esta tumultuosa obra. Demasiados protagonistas equivalen a ningún protagonista. Hijo como es de una actriz, don Nicolás sin duda lo sabe bien. Un ministro al que le embuten comisarios políticos cada semana no es ya protagonista. Un ministro que anuncia una cosa y luego se desmiente en el bueno y viejo estilo de Cantinflas es menos protagonista que humorista. Tampoco protagoniza nada un presidente de partido como Andrade, quien habla de metodologías “para obtener la más amplia base de apoyo”, como si mejorar la educación equivaliera a una elección de concejales. Ni aporta Ignacio Walker decretando la postura de lápidas en tal o cual ítem de la agenda educativa de la NM que a él no le gusta. Y fuera de estas personas suelen aparecer en escena, con su propio libreto, un inmenso elenco de primeras -y segundas- figuras, amén de miles de extras en acción.
Aun así, por la razón metodológica de obtener una base de apoyo para esta columna, digamos una vez más que don Nicolás es protagonista y en dicho papel no ha sido afortunado. Su última idea, la de otorgar cuatro primeros años universitarios de gratuidad para los niños y un quinto -si lo hay- con alguna clase de devolución por parte de los beneficiados, provocó inmediato repudio. La negó antes de que el gallo cantara tres veces el ministro Peñailillo y, por su lado, la Confech, adicta ciegamente al concepto de gratuidad universal, la rechazó con furia y exigió aclaraciones. ¿Cómo se le pudo ocurrir al ministro que los estudiantes chilenos quieran devolver algo a cambio de lo regalado? Entendiéndolo, don Nicolás declararía, a la salida de Palacio, que se le había entendido mal. A eso el columnista que lo entrevistó, el rector Carlos Peña, dijo que tenía la grabación de la entrevista.
Don Nicolás no es la primera vez que se ve obligado a desdecirse, retroceder, tropezarse y ceder. Los estudiantes le pidieron participar en la mesa y dijo sí. Los estudiantes le piden borrar eso de sólo cuatro años regalados y dijo “bueno”. El “p’atras p’aelante” del ministro recuerda a veces ese viejo show radial, Residencial La Pichanga.
Desconcierto
Pero sería injusto endosarle al ministro y a su rica personalidad los desafueros que acompañan cada uno de sus pasos a lo largo del estrecho y abrupto sendero que conduce, Dios mediante, a la reforma de la educación. Este no es problema de que alguien sea locuaz, a veces excesivo, en otras soberbio, a menudo metedor de pata. No se trata de una deficiencia de quien muy probablemente sea el ciudadano más inteligente del gobierno, excepción hecha de la Presidenta, cuya inteligencia emocional no parece tener límites; este es un caso de desinteligencia del gobierno y su coalición política como un todo.
¿Cómo no va a haber distintos puntos de vistas, se publiquen o no, se cacareen o se callen, si hasta este minuto no ha habido NINGUNA reflexión ni anclaje conceptual respecto de qué es educación, qué modelo queremos y cómo se logra alta calidad en ella, sin lo cual, por definición, no puede haber consenso o siquiera acuerdo? ¿En qué, sobre qué se consensuaría algo? ¿Qué acordarían? No es suficiente ni como consenso ni como acuerdo el hablar de calidad en general; se requiere examinarla, explicitarla, desgranarla, exponerla.
Nada de eso ha sido hecho -al menos que se sepa- por Eyzaguirre.El ministro dice pensar que primero deben colocarse nuevas bases institucionales para, en dichas condiciones, mejorar la calidad de los profesores y la entrega pedagógica de los colegios. Es el clásico pensamiento con tufo dialéctico que usa y abusa de los términos “infraestructura” y “superestructura”. Quizás no se considera el elemental hecho de que la infraestructura requiere su propia infraestructura, un concepto claro, previo a todo, de qué se desea construir. Sin un plano e imagen del edificio ya completo, ¿qué cimientos cavar, qué infraestructura erigir?
Por eso el desconcierto de la Concertación es digno del Palacio de la Risa. Una sola cosa parecen tener en claro en La Moneda y en el ministerio del ramo; hay que capear las olas, evitar o disminuir las asonadas callejeras, domesticar a los lobos. En otras palabras, hacer política. Y como dice el alcalde de La pérgola de las flores, “en política y amores decir NO es barbaridad”.Entonces se dice SI: sí a colegiales de 14 años que desean sentarse en la mesa para dirimir los grandes principios de la Paideia; sí a los estudiantes universitarios de barbita y bigotes revolucionarios; sí a los jóvenes combatientes con un pie en la calle y el otro en el Congreso; sí a los vociferantes del No al Lucro. 
Bien lo sabe…
A esta confusión se agrega un hecho menos ruidoso, pero quizás hasta más patético; muchos prohombres de esas filas saben bien qué habría que hacer si se pudiera sin despertar las Furias desencadenas por ellos mismos. BIEN LO SABE EYZAGUIRRE. Bien sabe -y alguna vez lo ha dejado entender- que sin disciplina y esfuerzo no hay reforma que valga. Bien saben casi todos que sería necesario despedir o jubilar a no menos de 1/3 del profesorado, irremediablemente desinteresado, desmotivado y, peor aun, sin saber su propia materia. BIEN LO SABE EYZAGUIRRE. Bien se sabe que el estudiantado actual es hijo de una cultura nacional y familiar donde el libro, el esfuerzo, el orden, la sanción y el respeto a todo aquello están ausentes y que, sin eso, no se puede construir nada. BIEN LO SABE EYZAGUIRRE.
¿Qué es lo que NO sabe Eyzaguirre? No sabe cómo hacer para emprender la retirada sin dañar en exceso a doña Michelle, a quien mucho estima. No sabe cómo irse sin que parezca el caso del médico que abre y de inmediato cierra al operado porque el asunto no tiene remedio. No sabe cómo decir, pero sin que se oiga, que con este clima mental no hay iniciativa inteligente posible.

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