Comienza a nevar acá cerca
de la precodillera de Santiago.
Es como una lluvia gruesa,
silenciosa y en cámara lenta.
Desaparece el horizonte
tras una capa espesa
de nubosidad baja
y un velo blanquecino
de la nieve cayendo
ocupa el valle de San Damián.
Poco a poco el entorno
comienza a cambiar
y el suelo y el follaje
de los árboles se cubren
de un blanco albísimo
iluminando el paisaje
de luz irradiada desde las nubes
y también de la reflejada desde el suelo.
Es el día en que se inaugura
el Mundial de Brasil.
El anterior ocurrió
un par de años, o algo más,
antes de que naciéramos.
Al ver caer la nieve sobre Santiago
me recordó esas celebraciones
con que recibían en Nueva York
a los héroes de la aviación
o a los astronautas de regreso de la Luna.
¿Será una señal que algo bueno
depara a Chile este Mundial?
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