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Envenenamiento de rebaño


por Antonio Gil
Diario Las Últimas Noticias
Jueves 26 de junio de 2014

1 comentario:

  1. Envenenamiento de rebaño

    por Antonio Gil

    Diario Las Últimas Noticias

    Jueves 26 de junio de 2014

    http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2014-06-26&NewsID=280500&BodyID=0&PaginaId=62



    Los vándalos fueron

    un pueblo germano de Europa central

    que se domicilió en la Península Ibérica

    durante el siglo cuarto.



    La palabra "vándalo"

    significa "los que cambian"

    y fueron el cuco

    de todos los pueblos

    más o menos civilizados

    de esos siglos oscuros y remotos.



    La razón es simple:

    ni los templos,

    ni las ciudades,

    ni el orden romano

    tenían nada que ver con ellos

    y por ese simple motivo

    no trepidaban en volver ceniza

    lo que les salía al paso

    cada vez que podían.



    Ellos eran "los otros",

    los que habitaban

    aldeas de paja

    y vivían marginados

    de todos los progresos

    materiales y espirituales

    del mundo que compartían

    con otros pueblos más desarrollados.



    Todo lo civilizado les era ajeno.



    Por razones poco claras

    se los culpó, en el año 430,

    de la muerte de san Agustín,

    uno de los pilares

    de la Iglesia católica,

    lo que les trajo la mala prensa

    de que gozan hasta hoy en día.



    Hoy asistimos a la repetición majadera

    de la palabra "vándalo" o "vandalismo"

    para referirse a los estropicios

    que algunas hordas perpetran

    por el motivo que sea,

    sobre todo en ese sector

    de nombre incierto:

    Plaza Italia o Plaza Baquedano.



    Pero nadie es capaz

    de una reflexión

    más o menos coherente

    que dé explicación

    a saqueos y destrozos

    que ya son parte

    de nuestro folclor.



    Nos asiste la certeza

    de que esa tribu vándala contemporánea

    actúa movida por los mismos motivos

    que sus ancestros de la vieja Hispania.



    ¿Qué diablos tienen que ver ellos

    con los ricos y ornamentados paseos

    y comercios civilizados

    que engalanan Santiago?



    ¿Qué participación han tenido

    en su construcción y en sus beneficios?



    Son estos vándalos nuestros

    gatos mirando la carnicería

    en forma crónica,

    y obran en consecuencia

    movidos por un instinto

    que permanece agazapado

    en el ADN de la especie humana.



    ¿Que si los justificamos?



    Por cierto,

    porque no son los dueños de sí

    y como tal deben ser mirados y juzgados.



    Dice el gran pensador Aldous Huxley:



    "En pocas palabras,

    un hombre en una multitud

    se comporta como si hubiera ingerido

    una fuerte dosis de un poderoso tóxico.



    Es víctima de lo que yo he denominado

    envenenamiento de rebaño.



    Como el alcohol,

    el veneno de rebaño

    es una droga activa, extrovertida.



    El individuo

    con embriaguez de multitud

    escapa de la responsabilidad,

    la inteligencia y la moral,

    y entra en una especie

    de irracional animalidad frenética".



    Pues bien, nuestros vándalos,

    que tan caros salen

    al erario de Roma

    (perdón, de Santiago),

    se hallan envenenados

    de esa rara droga colectiva.



    De otra forma

    no se explica

    que pierdan tiempo

    rompiendo semáforos

    y robando pizzas

    habiendo tanto rutilante botín

    más suculento del cual echar mano.



    Es fácil y barato

    rasgar vestiduras

    ante estos hechos

    que se repiten una y otra vez.



    Nos parece llegada la hora

    de efectuar un gran exorcismo

    que les saque del cuerpo

    a estos pobres vandalitos chilenos

    ese veneno torpe y de tan poco provecho.



    Pero el premio mayor

    no se encuentra

    en esa malograda plaza

    donde Baquedano monta,

    impertérrito,

    a su caballo Diamante

    y el Prosit nos guiña un ojo

    con sus cervezas bien heladas.

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