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Fernando Krahn revisitado‏



Fernando Krahn revive en Sitges con completa exposición
El autor de "Dramagramas" es revalorado por el municipio
de la localidad en que vivió hasta sus últimos días
http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2014-06-03&NewsID=275403&BodyID=0&PaginaId=38


Entrevista realizada unos cinco años antes de que falleciera el reconocido ilustrador chileno:

Fernando Krahn: “Mi Vida ha Sido de Sucesos Extraños”

Posted on 15/05/2006 by 

cerebro
No es arriesgado decir que es el ilustrador chileno más reconocido a nivel mundial. Sus dibujos han estado presentes en libros infantiles, películas de animación, publicaciones antológicas, en importantes periódicos europeos y revistas de Estados Unidos. Ha sido expuesto en museos y a lo largo de su carrera ha ilustrado treintaidós libros en Norteamérica y veintiuno en España. Recibió a CARAS en su casa de Sitges y esta es su historia.
Por Ángela Precht
Desde hace veintitrés años Fernando Krahn (Santiago de Chile, 1935) ilustra la última página del magazine dominical de La Vanguardia, uno de los principales diarios de España. Es una historia colorida, abreviada generalmente en tres partes que dividen toda la página. No hay diálogos, los personajes son gente común y corriente -algo tímidos- y que destellan una vulnerabilidad sobrecogedora. Es difícil llamar “chiste” a lo que hace Krahn. Muchas veces sus historias dan pena, dejan pensando y un sabor amargo y solitario queda en el aire. Otras veces dan mucha risa, pero no de humor fácil, más bien negro e irónico que llama a la reflexión existencial. De hecho, la última vez que fue al oftalmólogo el médico le preguntó al más puro estilo ibérico:
“¿Usted es el dibujante que no entiende nadie? Pues sabe, no puedo dejar de mirarlo. Hay algo ahí que me intriga y me deja pensando”.
“¡Es el piropo más grande que me han hecho!” cuenta entre risas, mientras conversamos en un acogedor rincón de la galería que da al fresco y luminoso patio mediterráneo de su casa en Sitges. Fernando Krahn vive con Matías, el menor de los tres hijos que tuvo junto a María de la Luz Uribe, hermana de Armando, el poeta. Vivieron treinta maravillosos y creativos años hasta que ella murió “por tabaquismo”. Pero su hermosa historia de amor la dejaremos para más adelante.
Es curioso como muchos de nuestros creadores han optado por la costa catalana: la lista es larga y la encabezan escritores como José Donoso, Jorge Edwards, Mauricio Wacquez, Roberto Bolaño, y músicos comoRoberto Bravo y Antonio Restucci, por citar algunos. Pero en la casa de los Krahn se acogió a gran número de aquellos que se marchaban sin ser necesariamente perseguidos políticos.“Conseguimos una masía (caserón de campo catalán) y allí fueron llegando varios…terminaron todos peleados”, suelta con simpleza.
Aquella casa de Sitges, emplazada en pleno casco histórico del ahora exclusivo balneario cercano a Barcelona fue el lugar que acogió a la familia Krahn Uribe desde su partida definitiva de Chile, una semana antes del golpe. Por aquí pasaron figuras como Lafourcade, que entonces buscaba un rincón en el mercado editorial español y que luego de su obra “Salvador Allende” donde resumía la crisis nacional en la adicción al alcohol y los somníferos del ex presidente, se le cerró la puerta de golpe. También pasaron íntimos amigos como el pintor Nemesio Antúnez y el director de orquesta Juan Pablo Izquierdo, entre otros. “Recuerdo que Nemesio estaba muy mal al llegar. Le afectó mucho el golpe militar, además que había perdido su cargo de director del Bellas Artes.
Es difícil imaginar que el mismo Fernando Krahn que conversa de manera tan sencilla y amable es uno de nuestros ilustradores más reconocidos a nivel mundial. Desde que probó suerte como caricaturista en la revistaEsquire de Nueva York a principios de los ’60, su trayectoria lo ha llevado a trabajar con publicaciones tan importantes como las norteamericanas The New Yorker, Horizon, Atlantic Monthly, The ReporterEl País, La Vanguardia yMuy Interesante de España, Die Zeit, Stern y Transatlantik de Alemania, Internacional Herald Tribune de Inglaterra, La República de Italia, De Telegraff de Holanda, Tages Angeiger de Zurich yNebelspalter de Suiza.
Curiosamente fue en Chile y para la legendaria revista Ercilla que Krahn realizó los Dramagramas, un trabajo que duró cuatro años hasta el ’73 y que dio frutos tanto para Suiza como para España y que hoy en día publica en La Vanguardia.
“La idea era hacer historias sin palabras, algo que siempre me interesó. Eran seis u ocho cuadros de dramagramas en blanco y negro. El nombre viene de hacer interpretaciones humorísticas de cosas más dramáticas”.
“Con María de la Luz habíamos ganado un premio en el ’82 con el libro infantil Cosas y Cositas y un amigo nos presentó al director de Opinión de La Vanguardia. Vio mi trabajo en Suiza y le gustó, que eran en el fondo losDramagramas en color. Al día de hoy llevo 1100 historias para La Vanguardia”.
¿De dónde le viene a usted ese humor tan especial?
“No sé, de chico recuerdo que tenía un profesor de dibujo que a mí me encantaba y los demás lo encontrarían una lata. Nos hacía dibujar temas como la erupción del volcán Llaima. Y yo gozaba dibujando unas micros repletas de gente que arrancaban de la erupción.”
“Mi padre era abogado y un gran caricaturista. Tenía una colección de libros de dibujantes de humor, revistas antiguas alemanas que fueron parte de mi infancia. Max und Moritz de Wilhelm Busch fue una gran inspiración que luego me serviría para encontrar mi camino. Nunca fui germanófilo ni nada de eso a pesar de venir de una familia con ascendencia alemana y de estudiar en el Colegio Alemán. Pero la vida, que siempre te muestra caminos curiosos, me llevó a tener una buena acogida en el mercado alemán y suizo.”
¿Entonces la vocación de caricaturista le viene por allí?
“Mi padre me dijo que estudiara leyes y así lo hice. No quería que fuera ilustrador. Pero era una lata, así que me salí al morir él. Era un hombre muy brillante al igual que mi hermano Pablo que también era abogado.”
Fernando Krahn tiene 71 años, una voz cálida y risa fácil. Es muy delgado, sus ojos verdes destellan vivacidad y su porte juvenil está en perfecta armonía con su mente curiosa y abierta. Se nota un dejo de timidez en los primeros minutos de la conversación al ir intercalando con un “mm” nervioso cada frase. Pero eso es sólo al principio, al poco aparece un gran conversador. Es el menor de dos hermanos; su madre fue una conocida cantante de ópera que murió a comienzos del año pasado y su padre era un abogado con aficiones circenses; escribía operetas, montaba espectáculos y era clown. Durante el verano recorrían pueblitos chilenos y los hijos hacían circo con él. El dinero recaudado lo destinaba a los más necesitados.
Recuerda que de niño “siempre fui Fernandito”, un niño tímido al que le gustaba dibujar, “muy dependiente de mi hermano Pablo, dos años mayor que yo.”
Al morir su padre de una úlcera cancerosa, su madre se quedó en Nueva York y los hermanos Krahn se dedicaron a hacer viajes de aventura por el país. Dos años después de su padre, su hermano moriría en uno de esos viajes. Fernando Krahn tenía 19 años y su hermano 21.
Hace unos años, en una entrevista concedida a la La Vanguardia, recordaba con especial sensibilidad ese hecho:
“Atravesábamos el desierto de Atacama. Era una noche de luna llena. El coche patinó y dio diez vueltas de campana. Yo quedé dentro del coche pero a él le aplastó el capó. Escarbé la tierra y conseguí sacarlo, todavía vivía. ‘Quiero que vuelvas con mamá, no la dejes sola. Abandona la carrera de Derecho y dedícate a lo que tú quieres, yo te voy a ayudar. Ahora me voy a morir, ya te dije que moriría joven, y quiero que me reces un padrenuestro lo más bonito que puedas’. Así lo hice y Pablo murió en mis brazos. A los diez minutos llegaron unos gitanos. Bajaron del camión y, sin decir nada, se llevaron todas las cosas personales que había tiradas. Hacía mucho frío y en aquel desierto de minerales las piedras iluminadas por la luna parecían un ejército que avanzaba hacia mí. Al cabo de 24 horas llegó la policía y me fui con el cadáver de Pablo a un pueblo del desierto donde acabé en el calabozo y donde sucedió un episodio que me conmovió. Empezaron a llegar todas las mujeres del pueblo con flores que habían arrancado de las macetas de sus ventanas y las colocaron sobre el ataúd de tablas que habíamos improvisado para mi hermano”.
Fue algo muy especial el episodio de la muerte de su hermano…
“No soy una persona creyente en el sentido religioso pero sí en algunos impulsos que te da la vida. La fe no tiene por qué ser patrimonio de una religión. Tener fe significa que si mi hermano me dice que me va a cuidar, le creo.”
A partir de ese minuto la vida del tímido Fernando Krahn dio un vuelco. Dejó la carrera de Derecho y volvió a vivir con su madre quien abandonó la ópera tras la muerte de su hijo. Estudió diseño teatral lo que lo llevó a trabajar conVíctor Jara en su debut como director en Parecido A La Felicidad deAlejandro Sieveking. “Con Víctor hicimos una gira por todo Latinoamérica y recuerdo que él se volvió antes y a mí me tocó quedar de encargado en Cuba”. Era el mismísimo año ’59 y Cuba estrenaba revolución.
“Víctor era un hombre muy afable. Recuerdo la última vez que lo ví antes de irme, estaba en casa de mis amigos Bélgica Castro y Alejandro Sieveking y Víctor guitarreaba los primeros acordes de Te Recuerdo Amanda”.
Más tarde vendría la escenografía de El Rinoceronte de Ionesco con la cual obtuvo el segundo premio de la Bienal de París de 1961.
Krahn pertenece a la generación que en los sesenta llenó de efervescencia vital y cultural nuestro provinciano Santiago. De aquellos años guarda los mejores recuerdos. “Era una vida muy alegre y además de haber gente muy talentosa había gente que sabía aunar todos estos talentos y armar reuniones divertidísimas como el cónsul de Brasil de aquella época, un hombre increíble que ponía el consulado para reuniones y fiestas”
Además participó del Taller 99, aquel mítico espacio de creación donde trabajaban su amigo íntimo Nemesio Antúnez, Roser Bru, Delia del Carril, Juan Downey y Santos Chávez, entre otros.
Se hace ilustrador
Eran comienzos de los sesenta y nuestro ilustrador aún no se lanzaba a la río por lo que le apasionaba. Fue durante una exposición de sus fotografías en Río de Janeiro que una amiga lo animó a mostrar sus dibujos a un editor para que se los publicasen. Al hombre le gustaron pero le ofrecía muy poco dinero y a la negativa de venta por parte de Krahn, irónico le dijo que probara con la revista Esquire de Nueva York. Así lo hizo y así fue como una de las más destacadas revistas, que por entonces contaba con figuras como Tom Wolfe escribiendo “el nuevo periodismo”, le dedico tres elogiosas páginas para mostrar sus trabajos.
“Luego de eso nos fuimos con mi madre a vivir a Nueva York. Ella confiaba mucho en mí. Conseguí contactos con agentes y empecé a trabajar en el mercado editorial de allá”.
“Volví a Chile en el ’65 y, como son en Santiago, me trataban como una celebridad. ‘El joven exitoso que triunfa en Nueva York’”, cuenta entre risas burlonas.“Fue durante ese viaje, en una exposición de mis fotografías en el Instituto Cultural de Providencia, que conocí a María de la Luz. Venía con una pareja de amigos míos. Luego nos fuimos a comer a casa de mi amigo, el arquitecto Cristián de Groote y lo pasamos muy bien. Recuerdo que a la salida la fui a dejar a su auto que era un cacharro que no andaba nunca y hubo que empujar para que partiera. Justo había un hombre que estaba dejando a una mujer a un taxi y le pedí ayuda y entre los dos empujamos el auto de María de la Luz hasta que arrancó. Más tarde me enteraría que ese hombre era Salvador Allende.”
“Desde que nos conocimos no nos separamos más. No podíamos creer que teniendo tantos amigos en común no nos hubiésemos conocido antes. ¡Si era hermana de Armando Uribe, el mejor amigo de mi hermano Pablo! A veces hablábamos de fiestas y eventos en los que los dos habíamos estado y parece ser que mientras uno entraba el otro estaba saliendo por otra puerta”.
Al hablar de María de la Luz a Fernando Krann se le ilumina la mirada y una sensación de dulzura envuelve la sala: “La amé desde el primer día”, cuenta.
“Yo estaba de paso en Santiago y me tenía que volver a Nueva York en tres semanas. A los pocos días de habernos conocido nos dimos cuenta que esto iba en serio y nos pusimos a hablar de qué íbamos a hacer. Incluso le regalé una caja de lata, de esas de galletas, para que guardara las cartas que le mandaría. Pero las relaciones a distancia son terribles y más en esa época que no habían las comunicaciones de ahora. Las cartas tardaban en llegar y no sabías si le habían llegado o no…¡puf! Por esos días María de la Luz iba a firmar el contrato de su primer trabajo, iba a ser la encargada del Instituto Cultural de las Condes. La acompañé al lugar a dónde tenía que firmar el contrato, en la casa de un conocido. Estábamos muy compungidos y entonces le dije que se casara conmigo. ‘Cásate conmigo y nos vamos a vivir a Nueva York’, le pedí”.
“María de la Luz entró en casa de su amigo y yo no quise entrar, no podía…Y al poco rato ella salió y me dijo que le había dicho al hombre, que la esperaba con el contrato listo, que no podía firmarlo porque se iba a casar. ?Y nos vino un ataque de risa de horas! Fue una catársis”,recuerda.
Desde aquel ataque de risas, María de Luz Uribe, educadora de Montessori, escritora de novelas para niños y que para quienes recuerden, creadora del disco infantil “Tolín, Tolín, Tolán” junto a la folclorista Charo Cofré, formó una dupla creativa con su marido que dejaría más de 33 libros para niños. “Es una maravilla que encuentres tal sincronía con tu pareja porque generalmente, en el mundo editorial, el escritor está por un lado y el ilustrador por otro…Con María de la Luz hicimos muchos trabajos juntos como también muchos encuentros en escuelas de niños españoles y una vez con niños chilenos en Suecia”, recuerda.
¿Por qué dejaron Chile?
“Salimos una semana antes del golpe de estado a Nueva York. La circunstancia por la que nos fuimos de Chile fue bastante curiosa. Con María de Luz nos habíamos casado el ’65 y llegamos a Chile de visita. Teníamos un departamento muy bonito en Nueva York, en el Village y se terminaba en contrato. Así que llegamos a Chile con los dos niños y con un pasaje de un año de validez. Imagínate lo que es llegar a Chile con niños y está los abuelos, los amigos, casa con jardín…mis libros se publicaban en dólares y así, en Chile se vivía muy bien. Y se cumplió el primer año del pasaje y nosotros no nos queríamos ir todavía y una amiga que trabajaba en la agencia de viajes nos dijo que podíamos hacer un “chanchullo” y comprar un tramo desde Nueva York a Boston y con eso se alargaba automáticamente el pasaje. Y así lo hicimos. Al año siguiente lo alargamos a Vancouver y así estuvimos durante cinco años en los que nos compramos un casita en Pedro de Valdivia norte y nació nuestro tercer hijo y yo me había ganado la beca Guggenheim. A todo esto ya habíamos cruzado el Atlántico alargando el tramo a Lisboa y el quinto año lo pensamos bien y decidimos ir a Barcelona.”
“En medio de todo esto, sorpresivamente, hay una inspección del presidente de Lan Chile y se da cuenta de nuestra situación y dice que esto es aberrante que no puede ser que una familia esté con un pasaje válido desde hace 5 años. La mujer que nos había ayudado intercedió por nosotros, dijo que éramos una familia tan simpática y amable.Y el hombre dijo que nos daba 15 días para salir del país o perdíamos los pasajes”.
“Entonces hubo que hacer miles de papeleos y trámites, le dejamos la casa a unos amigos y recuerdo que cuando estábamos con las maletas arriba del taxi y cerré la puerta de la casa, tuve la sensación que no volvíamos nunca más. De hecho fuimos el último vuelo que salió de Chile. Lo sé porque mi madre tenía el mismo billete pero de noche y ya no pudo viajar.”
“Recibí la noticia del golpe en un hotel. Me llamó un periodista del New York Times que no sé cómo se llamaba ni por qué lo hizo pero me dijo: ‘Mister Fernado Krahn, i’m affraid to tell you that there has being a militar coup in Chile, your president is dead.”
“Llegamos el 12 de octubre del ’73 a esta casa. Sitges que en ese entonces era un pueblito con mar, con su casco antiguo, y nos pareció ideal para criar a los niños”.
¿Cómo se hizo un espacio aquí?
“Era aún la España de Franco y me puse en contacto con algunos ilustradores que hacían birlerías para poder criticar sin que se notara. Llegué a publicar pero me salí porque lo mío era un humor muy raro, más centro europeo quizás. Me fui a probar suerte a Suiza y a Alemania y tuve buena acogida.”
Acá los ilustradores son muy contingentes además
“Sí, yo soy atemporal.”
¿Cómo es su método de trabajo, cómo puede crear una ilustración cada semana de temas tan variados?
“Mira, voy al diccionario y escojo al azar una palabra o cinco y empiezo a hacer asociaciones y conexiones que me lleven a algo que se concretará en una historia. La paradoja es que no tengo palabras en mis historias y busco la palabra como sustento.”
¿Y siempre lo hace así?
“En mi trabajo ha sido fundamental la constancia. Sin ella estás perdido. Tengo que tener la confianza de que esto tiene que salir adelante. Y así ha sido. Es una cosa de actitud, hay gente que es pesimista y que no puede sencillamente.”
Actualmente el trabajo de Krahn se muestra en una exposición itinerante por Cataluña, además la escuela de artes barcelonesa la Llotja, la misma donde se formó Picasso, expone y realiza un curso de análisis de su estructura de su trabajo. La productora chilena APLAPLAC prepara un trabajo antológico con sus Dramagramas dentro de su Colección de Dibujantes Chilenos, que ya ha publicado a Hervi, Pereirano y Rodrigo Salinas.
Fernando Krahn se alegra de esto y hasta parece sorprendido.
¿Ha vuelto a Chile?
“Los últimos años de mi madre, con parkinson, empecé a ir a Chile más a menudo, incluso con Montse (su actual compañera), que por suerte la quiso mucho. Ella es enfermera y curiosamente ayudó mucho a María de la Luz en sus últimos tiempos. Es además mi vecina. Fue una circunstancia especial, me quedé viudo…”.
¿Se retiraría allá?
“Santiago está muy cambiado, con muchas obras públicas nuevas que lo hace ver muy moderno pero no me gustaría vivir allí. Tanta opulencia, tanta desigualdad… Se supone que no hay racismo pero las micros van abarrotadas con gente de rasgos indígenas. Aquí estoy muy bien y vivo cerca de mis hijos que uno vive conmigo, otro cerca de Barcelona y la otra en Graz (Austria). Lo paso bien aquí”.
“Sabes, hace poco fui jurado de la Mostra de Cine Latinoamericano de Lleida y se presentó la película “La Sagrada Familia”. No sabes la campaña que hice para ganara una mención. Creo que retrata tan bien esa cosa falsa de la familia burguesa que come pescado en Semana Santa. Me gustó mucho”, comenta con entusiasmo.
Las horas se han pasado volando y Krahn acompaña amablemente a la periodista hasta la puerta de su casa. Antes de la despedida comenta.
“Mira, uno se llena de prejuicios y tópicos y estructuras para sentirse más seguro pero que finalmente no te dejan ver. Yo tengo fe en las cosas y en poder ver las cosas y señales que te da la vida y así puedes llegar a enfocarte y hacer lo que te gusta.”
La tarde está soleada, las calles del casco antiguo limpias y silenciosas. Su silueta va desapareciendo vulnerable y sencilla mientras el viento mediterráneo sopla primavera.

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