Álvaro Fischer: "Nuestro país durante 30 años progresó como nunca lo había hecho en su historia. Pero un voluntarismo utópico, sustentado en esquemas teóricos que fuerzan las voluntades de las personas, pretende cambiar ese rumbo y amenaza estrellarse con la naturaleza humana
¿Por qué, en la década de 1970, tantos jóvenes que vivían detrás de la Cortina de Hierro querían escapar a Occidente, mientras que tantos otros jóvenes latinoamericanos, inspirados en la Revolución Cubana, estaban dispuestos a tomar las armas para emularla, si ambas realidades estaban motivadas por la misma utopía?
¿Por qué en nuestro país, muchos de quienes proponen que la educación no dependa del bolsillo de la familia (Michelle Bachelet, Guido Girardi, Fernando Atria, Marcel Claude) tuvieron, o tienen, a sus hijos en colegios particulares pagados (La Girouette, Alliance Française, Santiago College, Saint George) si los colegios particulares pagados son expresión de segmentación y desigualdad económica? ¿Por qué no están dispuestos a hacer con sus hijos lo que proponen para toda la sociedad? ¿Será porque, acorde con la naturaleza humana, quieren para ellos la mejor educación que puedan ofrecerles, y no están dispuestos a ponerlos en desventaja, mientras no haya una ley que obligue a toda la población? (En ese caso, habrían preferido libertad sobre igualdad, lo que habría que elogiar, pues habrían optado por un impulsor fundamental del progreso humano a través de la historia.)
Incidentalmente, ¿por qué fracasó el experimento de separar, desde párvulos, a los hijos de sus padres en los kibbutzim israelíes? ¿Será porque nada reemplaza el esfuerzo que los padres pueden hacer por sus hijos durante su crianza?
¿Por qué cuando se fija el precio de los bienes por debajo de aquel que equilibra oferta y demanda, con el bien intencionado propósito de hacerlos más accesibles a personas con pocos recursos, se producen colas, mercados negros, desabastecimiento y acaparamiento, y el loable objetivo no se logra? ¿Por qué cuando se dictan leyes de inamovilidad laboral, para aumentar el empleo, se provoca lo contrario, y cuando se controla el acceso a las divisas, para que estén disponibles para los bienes más importantes, estas desaparecen? ¿Por qué la realidad humana se aparta de las utopías teóricas de la izquierda?
Para el filósofo de izquierda australiano, Peter Singer, "permanecer ciego a las realidades de la naturaleza humana arriesga un desastre". Creer que las personas nacen como una página en blanco y son meros constructos sociales está en contradicción con las ciencias sociales modernas y con la evidencia empírica. La revolución cultural de Mao, basada en la primera, multiplicó en 30 años el producto per cápita solo tres veces, mientras que la revolución económica de Deng, basada en la naturaleza humana ("no importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones", es decir, no importa el nombre del sistema, lo importante es que aproveche que las personas responden a los incentivos, porque es parte de su naturaleza), permitió, en los siguientes 30 años, un crecimiento del producto per cápita (PPP) de casi 50 veces.
De allí que la romántica e inspiradora frase pronunciada por Salvador Allende antes de morir -"se abrirán las grandes alamedas por donde transitará el hombre libre" (pensando en el hombre "nuevo")- se basa en una idea profunda y esencialmente equivocada de la naturaleza humana.
Construir esquemas teóricos, haciendo caso omiso de cómo son las personas, genera utopías trágicas. Los judokas expertos sostienen que la mejor forma de ganarle al adversario no es usando la fuerza propia, sino aprovechando la del contrario. Hay que aprovechar la naturaleza humana, y no forzarla con esquemas teóricos que la ignoran, pues eso "arriesga un desastre" como dijo Singer. Diseñar instituciones que usen la naturaleza humana en su favor es lo que permite el progreso duradero.
Nuestro país había aprendido esa lección y durante 30 años progresó como nunca lo había hecho en su historia. Pero un voluntarismo utópico, sustentado en esquemas teóricos que fuerzan las voluntades de las personas -base de muchas de las políticas públicas del actual gobierno- pretende cambiar ese rumbo y amenaza estrellarse con la naturaleza humana.
Mientras en Chile la Nueva Mayoría fustiga el "afán de lucro", el ex guerrillero tupamaro y actual Presidente de Uruguay, José Mujica, al inaugurar, hace algunas semanas, una planta de celulosa de capitales chilenos, suecos y finlandeses, agradeció "los intereses empresariales que lucharon por su conveniencia" para llevarla a cabo, por el progreso que esa planta implicaba para su país (¿Adam Smith?).
El científico y humanista norteamericano E. O. Wilson, máximo experto mundial en las "comunitarias" hormigas, cuando le preguntaron por el comunismo, dijo "linda teoría, pero los humanos son la especie equivocada para aplicarla".
Álvaro Fischer Abeliuk
¿Por qué en nuestro país, muchos de quienes proponen que la educación no dependa del bolsillo de la familia (Michelle Bachelet, Guido Girardi, Fernando Atria, Marcel Claude) tuvieron, o tienen, a sus hijos en colegios particulares pagados (La Girouette, Alliance Française, Santiago College, Saint George) si los colegios particulares pagados son expresión de segmentación y desigualdad económica? ¿Por qué no están dispuestos a hacer con sus hijos lo que proponen para toda la sociedad? ¿Será porque, acorde con la naturaleza humana, quieren para ellos la mejor educación que puedan ofrecerles, y no están dispuestos a ponerlos en desventaja, mientras no haya una ley que obligue a toda la población? (En ese caso, habrían preferido libertad sobre igualdad, lo que habría que elogiar, pues habrían optado por un impulsor fundamental del progreso humano a través de la historia.)
Incidentalmente, ¿por qué fracasó el experimento de separar, desde párvulos, a los hijos de sus padres en los kibbutzim israelíes? ¿Será porque nada reemplaza el esfuerzo que los padres pueden hacer por sus hijos durante su crianza?
¿Por qué cuando se fija el precio de los bienes por debajo de aquel que equilibra oferta y demanda, con el bien intencionado propósito de hacerlos más accesibles a personas con pocos recursos, se producen colas, mercados negros, desabastecimiento y acaparamiento, y el loable objetivo no se logra? ¿Por qué cuando se dictan leyes de inamovilidad laboral, para aumentar el empleo, se provoca lo contrario, y cuando se controla el acceso a las divisas, para que estén disponibles para los bienes más importantes, estas desaparecen? ¿Por qué la realidad humana se aparta de las utopías teóricas de la izquierda?
Para el filósofo de izquierda australiano, Peter Singer, "permanecer ciego a las realidades de la naturaleza humana arriesga un desastre". Creer que las personas nacen como una página en blanco y son meros constructos sociales está en contradicción con las ciencias sociales modernas y con la evidencia empírica. La revolución cultural de Mao, basada en la primera, multiplicó en 30 años el producto per cápita solo tres veces, mientras que la revolución económica de Deng, basada en la naturaleza humana ("no importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones", es decir, no importa el nombre del sistema, lo importante es que aproveche que las personas responden a los incentivos, porque es parte de su naturaleza), permitió, en los siguientes 30 años, un crecimiento del producto per cápita (PPP) de casi 50 veces.
De allí que la romántica e inspiradora frase pronunciada por Salvador Allende antes de morir -"se abrirán las grandes alamedas por donde transitará el hombre libre" (pensando en el hombre "nuevo")- se basa en una idea profunda y esencialmente equivocada de la naturaleza humana.
Construir esquemas teóricos, haciendo caso omiso de cómo son las personas, genera utopías trágicas. Los judokas expertos sostienen que la mejor forma de ganarle al adversario no es usando la fuerza propia, sino aprovechando la del contrario. Hay que aprovechar la naturaleza humana, y no forzarla con esquemas teóricos que la ignoran, pues eso "arriesga un desastre" como dijo Singer. Diseñar instituciones que usen la naturaleza humana en su favor es lo que permite el progreso duradero.
Nuestro país había aprendido esa lección y durante 30 años progresó como nunca lo había hecho en su historia. Pero un voluntarismo utópico, sustentado en esquemas teóricos que fuerzan las voluntades de las personas -base de muchas de las políticas públicas del actual gobierno- pretende cambiar ese rumbo y amenaza estrellarse con la naturaleza humana.
Mientras en Chile la Nueva Mayoría fustiga el "afán de lucro", el ex guerrillero tupamaro y actual Presidente de Uruguay, José Mujica, al inaugurar, hace algunas semanas, una planta de celulosa de capitales chilenos, suecos y finlandeses, agradeció "los intereses empresariales que lucharon por su conveniencia" para llevarla a cabo, por el progreso que esa planta implicaba para su país (¿Adam Smith?).
El científico y humanista norteamericano E. O. Wilson, máximo experto mundial en las "comunitarias" hormigas, cuando le preguntaron por el comunismo, dijo "linda teoría, pero los humanos son la especie equivocada para aplicarla".
Álvaro Fischer Abeliuk
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