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Un cuarto de siglo de autonomía del Banco Central‏

Columnistas
Francisco Rosende, Diario El Mercurio, 
Martes 18 de noviembre de 2014

25 años de autonomía del Banco Central

"La idea subyacente en este enfoque es que una administración prudente de la política monetaria impediría la gestación de desequilibrios de la balanza de pagos que pudieran llevar al establecimiento de restricciones a la compra y venta de divisas..."


El próximo mes de diciembre se cumplirán 25 años de la entrada en vigencia de la ley que establece la autonomía del Banco Central de Chile. No obstante los cuestionamientos y dudas manifestadas por algunos sectores durante la tramitación de este proyecto, en la actualidad pareciera existir un amplio consenso con respecto al aporte del mencionado diseño institucional a la estabilidad que ha exhibido la economía chilena en el último cuarto de siglo.

Para valorar la contribución que ha representado la existencia de un Banco Central autónomo, es útil contrastar el ambiente macroeconómico que ha prevalecido en el país en las últimas décadas con la historia monetaria chilena de buena parte del siglo pasado. Este es un ejercicio interesante. De hecho, para los actuales alumnos de los cursos de Economía Monetaria, el relato de una realidad donde lo habitual era que la inflación anual fuese de dos dígitos y con una recurrente tendencia a acelerarse parece algo demasiado lejano a lo que les ha tocado vivir.

En efecto, un rasgo característico de nuestra economía -al igual que en muchas otras de la región- fue una frecuente subordinación de la política monetaria a las necesidades de financiamiento del gobierno, lo que junto con alimentar una inflación elevada y persistente promovía un extendido uso de esquemas de indexación de precios y salarios. Ello dificultaba el funcionamiento del sistema de precios, dañando así la eficacia del proceso de asignación de recursos.

Una mención especial merece el enfoque que se incorpora en la ley que establece la autonomía del Banco Central con respecto al mercado cambiario. En efecto, en la mencionada reforma a la institucionalidad monetaria se eliminó una voluminosa red de regulaciones al funcionamiento del mercado cambiario, dando paso a una organización donde este es esencialmente libre. (A los mismos estudiantes se les podría contar cuentos -tan terroríficos como inverosímiles para ellos- con respecto a las restricciones que existieron por muchas décadas en nuestro país para las compras y transacciones en dólares).

La idea subyacente en este enfoque es que una administración prudente de la política monetaria impediría la gestación de desequilibrios de la balanza de pagos que pudieran llevar al establecimiento de restricciones a la compra y venta de divisas.

El establecimiento de un Banco Central autónomo busca delimitar la esfera de influencia de las diferentes herramientas que conforman el aparato de políticas públicas. Así, un aspecto esencial dentro de la ley que establece la autonomía del Banco Central de Chile es la claridad y precisión de sus objetivos, lo que facilita tanto el ejercicio de la política monetaria como su evaluación. Este mandato apunta a la consecución de un cuadro de estabilidad de precios (inflación baja) y el buen funcionamiento de la cadena de pagos de la economía. Ese es el aporte que la autoridad monetaria puede hacer al buen funcionamiento de la economía.

Por cierto, siempre será importante alcanzar altas tasas de crecimiento del producto y bajas tasas de desempleo. Todo ello en el contexto de una sociedad que ofrece igualdad de oportunidades a sus habitantes. Sin embargo, nuestro marco institucional reconoce un hecho largamente demostrado por la evidencia, el que indica que las herramientas apropiadas para perseguir tales objetivos están fuera del ámbito de influencia del Banco Central. En efecto, el dinamismo que observe una determinada economía, en términos de su capacidad para elevar el nivel de consumo de la población, no pasa por lo que pueda hacer la autoridad monetaria, sino que por el clima de negocios que se genere como resultado de la política tributaria, el marco regulatorio, la estabilidad política, etc.

El uso de la política monetaria para resolver los problemas asociados a la pérdida de dinamismo de una economía en el mejor de los casos será inútil, siendo lo más probable que, en definitiva, subsista el pobre desempeño de la economía real, pero acompañado de inflación.

No obstante la verificación de episodios de fuertes turbulencias en la economía mundial en el último cuarto de siglo, la economía chilena ha logrado sostener un cuadro de estabilidad monetaria y financiera, el que ya parece ser parte del paisaje de esta. Este resultado, junto con la amplia aceptación que se aprecia con respecto a la contribución de la política monetaria al mismo, hace necesario reconocer el aporte de quienes han sido sus autoridades desde el establecimiento de la ley de autonomía. Por cierto, un reconocimiento especial merecen quienes impulsaron con fuerza y convicción esta iniciativa, la que constituye una pieza importante dentro de un marco institucional que ha traído estabilidad y progreso al país por un período prolongado.

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