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Cambios secuenciales, informados y evaluados de cómo hacer políticas públicas con indicadores objetivos de impacto y costos, son condiciones necesarias para asegurar la sustentabilidad de reformas de gran nivel...‏

Recetas para reformas estructurales exitosas

"A la fecha, Oportunidades/Progresa ha "tratado" a más de 30 millones de personas. Sus costos han sido astronómicos, incluso para el tamaño del presupuesto de México. En el 2006, estos superaban los US$ 3.000 millones. ¿Cómo levantar una reforma de esta magnitud y perpetuarla?..."


México, 1996. A pesar del sostenido crecimiento económico, la pobreza no sucumbe en la nación azteca. Con una tasa de pobreza de 69%, el país demanda una reforma estructural en sus políticas sociales. El cambio se llamó "Oportunidades", rebautizado luego como "Progresa" por el ex Presidente Fox. El programa revolucionó completamente las políticas sociales no solo en México, sino que en todo el mundo. 

Su lógica era sencilla y nacía de un diagnóstico bien fundado. Si bien la pobreza se detecta en función de la escasez de recursos económicos, es mucho más que eso. Para reducirla sería necesario generar las condiciones para que los hogares rompieran en forma permanente el ciclo de la pobreza, operando en función de incentivos, con énfasis en las necesidades de salud, educación y participación ciudadana, particularmente entre las mujeres.

A la fecha, Oportunidades/Progresa ha "tratado" a más de 30 millones de personas. Sus costos han sido astronómicos, incluso para el tamaño del presupuesto de México. En el 2006, estos superaban los US$ 3.000 millones. ¿Cómo levantar una reforma de esta magnitud y perpetuarla?

Al menos dos elementos han sido claves. Primero, el programa fue de menos a más. Su crecimiento fue secuencial. En sus inicios fue dirigido a pequeñas áreas rurales, para luego ser expandido a municipalidades de menos de 50.000 habitantes (2001), menos de un millón (2002), y a áreas metropolitanas de más de un millón de personas (2004). Esto permitió ajustes importantes en el tiempo, difíciles de anticipar en programas sociales de alta complejidad.

El segundo elemento que explica su éxito fue la continua evaluación de sus resultados. De hecho, esto evitó su desaparición al final del mandato del ex Presidente Ernesto Zedillo. Los resultados de evaluaciones formales, que demostraban que el programa tenía efectos positivos, particularmente sobre indicadores de salud en mujeres, evitaron su fin. Afortunadamente, la inmensa reforma había sido diseñada de tal forma de poder ser evaluada objetiva y externamente. Por cierto, no toda la evidencia sobre su impacto es positiva, pero la existente ha sido suficiente para sustentarla.

¿Por qué contarle de Progresa/Oportunidades? Pues es un ejemplo de cómo hacer políticas públicas (¡sí se puede!). Cambios secuenciales, informados, evaluados, con indicadores objetivos de impacto y costos, son condiciones necesarias para asegurar la sustentabilidad de reformas de gran nivel. Ad portas de cambios que pueden, para bien o mal, revolucionar nuestro sistema educativo, sería bueno revisar la experiencia mexicana. Por cierto, no es Finlandia, pero su experiencia en cómo implementar reformas de gran magnitud puede ser más informativa que varias charlas en Helsinki. 

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