Filsa: Un clásico que se repite
La primavera santiaguina se abre con la tradicional Feria Internacional del Libro de Santiago, que en esta versión 2014 estuvo a punto de no ocurrir. Esto por el verdadero golpe de estado que le propinaron un puñado de editores y libreros a Arturo Infante, quienes se amotinaron y le demandaron un completo reporte de su gestión. Ahora el buque de la gremial del libro será comandado por Carlos Ossa, ex gerente de Santillana, quien de inmediato se desmarcó de Infante en temas como la eliminación del impuesto al libro en Chile. Si Infante y la Cámara del Libro que él dirigía (en rigor, lo hará hasta marzo de 2015) eran acérrimos partidarios de eliminar el impuesto al libro, y fijaban esa eliminación como un elemento esencial para el desarrollo de la industria chilena del libro, Ossa rápidamente dio un giro en 180º y echó por tierra cualquier posibilidad en ese ámbito.
El tema del impuesto al libro, que al parecer se quedará igual por un buen tiempo –baste recordar la insólita declaración que la ministra Claudia Barattini lanzó en El Mercurio, cuando dijo que el IVA al libro “no era tema”-, viene a cuento porque en la inauguración de la Filsa la escritora Lina Meruane le pedía a la propia Michelle Bachelet eliminar el impuesto y así ayudar no solamente a libreros y editores, sino también a los autores. En fin.
Una vez dentro de Filsa hay novedades (no relacionadas con la entrada, pues todavía hay que pagar para entrar a gastar), por ejemplo, es la primera vez en que estará el mega grupo editorial Penguin Random House, que hace unos pocos meses absorbió al sello Alfaguara. En este sentido el debut fue algo desprolijo, un pabellón algo desordenado, que palideció ante el de su sempiterno rival, Planeta, que estaba con anaqueles más claros y ofertas más atractivas. Por su parte, Catalonia apostó por el diseño con un pabellón más que acogedor, mientras que el Fondo de Cultura Económica se despacha descuentos de 25% en obras de pensamiento, filosofía e historia.
Más allá de la luminosidad y tamaño de los sellos multinacionales, están los demás pabellones, los de las editoriales más pequeñas, las independientes, que en el último tiempo están dando cuenta de una labor esmerada por editar buenos libros, incluso cariñosa, sucede así con editoriales como Hueders, Alquimia, Cuneta, Libros del Laurel, Montacerdos, LOM y su colección de libros traducidos, así como sellos universitarios como los de la UDP y la UCV. Si va a Filsa, pase directo al fondo. Ya no encontrará churros ni cajeros automáticos, pero sí buenas alternativas para comprar, especialmente si usted es un fan del cómic.
La tónica de la Feria del Libro no cambia (puesto que el esquema es casi invariable), siempre lo mejor es ir con ganas de escudriñar montones de libros. Una joya siempre aparece. Los compradores compulsivos de libros deben abstenerse de ir con depresión, se escuchó en algún pasillo, porque harán zumbar sus billeteras o tarjetas de crédito. Filsa es más de lo mismo, pero en este caso, la frase no es peyorativa.
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