de las Vísperas dominicales
y de la Adoración al Santísimo
en la abadía benedictina,
desde nuestra perspectiva
un sol resplandeciente
se instala por algunos momentos
sobre la cumbre del cerro Manquehue
antes de desaparecer tras
el majestuoso e imponente monte.
Semeja una inmensa custodia
como pedestal del Sol sin Ocaso,
que es Nuestro Señor Jesucristo,
Luz y Redentor del Mundo.
A Él sea el Honor y la Gloria,
en el Amor del Padre
y la Comunión del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos
Amén
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