AXEL BUCHHEISTER, DIARIO LA TERCERA, DOMINGO 16 DE MARZO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/03/16/AXEL-BUCHHEISTER/LOS-PUERTOS-FIJARAN-LA-PAUTA/
Los puertos fijarán la pauta
SE HA instalado el nuevo gobierno y muchos intentan saber “cómo vendrá la mano”. La ansiedad al respecto siempre existirá frente a todo cambio de gobierno, pero en este caso es distinto, porque habrá cambios “no menores”, pero también porque muchos intuyen que ni el propio gobierno los tiene muy claros, cuando la campaña se nutrió de consignas más bien genéricas, como la equidad, la desigualdad o el lucro, pero sin entrar a explicar en detalle en qué consistirán las reformas. Un escenario propicio para los sectores más a la izquierda, que a falta de definiciones claras tienen la oportunidad de fijar una valla alta, extremando las cosas.
Por eso, la prensa y los analistas intentan desmenuzar cada cosa que se diga o haga para ver cuáles son las primeras señales. Pero lejos de que éstas las entreguen la educación, la reforma tributaria o la salud, más bien será la situación laboral de los puertos la que habilite a concluir el carácter, medios y principios con que se apeará del caballo este gobierno frente a las demandas sociales.
El caso es inaudito. Existe un conflicto entre los trabajadores portuarios eventuales y las empresas privadas del rubro, en que los primeros sostienen que tienen derecho a que la media hora de colación se considere parte de la jornada o que, al menos, se les compense en dinero (que es lo que en realidad pretenden) retroactivamente desde 2005. Eso costaría unos US$ 28 millones. Que exista ese derecho no es nada de claro, porque de lo contrario se habría intentado una demanda ante los tribunales del trabajo, que por regla fallan a favor del trabajador. En vez de ello, se optó por el mecanismo alternativo del uso de la fuerza: se tomaron los puertos. Esto se hizo en enero, una época muy sensible por la exportación de perecibles.
Lo insólito no fue la existencia de un conflicto laboral, ni la “toma” -eso ya es parte del paisaje-, sino la salida que negoció el anterior gobierno: que la supuesta deuda de los empleadores la pague el Estado con los recursos de Moya. Nadie ha explicado por qué los demás chilenos debemos pagar una deuda privada, si es que existe; y si no existe, peor aún. Una solución que sonrojaría a cualquier gobierno de centroderecha, pero no a uno que buscaba el 50% de aprobación a como diere lugar antes del término de sus funciones.
Todo eso requería de una ley que dejaría enviada la administración saliente, pero la flamante ministra del Trabajo nos ha precisado que el proyecto no fue remitido y que ni siquiera se han especificado los criterios para el pago, lo que aparte de provocarle una comprensible molestia, la dejó con la “papa caliente”.
Estando el asunto a fojas cero, la pregunta es cuál será la actitud del nuevo gobierno: ¿Atender los verdaderos intereses ciudadanos, los de todos, o las “demandas ciudadanas”, o sea, las de grupos de presión? A poco andar, se ha dicho que el proyecto de ley se mandará y que se trabajará para definir las cifras, o sea, con cuánto se pondrá Moya. Entonces el sueño del fin de los abusos no será más que eso, un sueño, y los abusos ahora los cometerán otros. Y de la desigualdad no se hable: habrá trabajadores más iguales que otros, unos que paguen y otros que cobren.
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