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Hemos levantado muchas barreras, pero pocos puentes...‏



PABLO ALLARD, DIARIO LA TERCERA, LUNES 24 DE MARZO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/03/24/PABLO-ALLARD/HORA-DE-TENDER-PUENTES/rioajhja

Hora de tender puentes

En la medida que las ciudades crecen, sus ríos no sólo se validan como corredores “a lo largo de”, también se convierten en barreras “a través de”. En el caso de Santiago, esa barrera fue salvada históricamente por el mítico puente de Cal y Canto, para luego ser reemplazado y complementado por la decena de puentes que se construyeron en la medida que se domaba y canalizaba el torrente.

Durante el siglo XIX y XX vimos surgir con fuerza los barrios de la ribera norte del Mapocho. “La chimba” fue dando vida a La Vega en Independencia, Patronato en Recoleta y Bellavista en Providencia. Barrios que se fueron urbanizando e incorporando a la ciudad formal que crecía entre el río y la Alameda. Ello generó grandes obras de urbanismo e infraestructura como los antiguos puentes de acero o el generoso puente del Arzobispo con sus distintivos arcos y bulevar comercial. En ese entonces los puentes no eran sólo infraestructura vial. Sus generosas veredas y la continuidad que producían por el hecho de estar al nivel de calles, con cruces semaforizados e incorporadas al sistema de avenidas-parque del Mapocho, hicieron que la sutura urbana de estos puentes fuera completa y agradecida hasta hoy.

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Lamentablemente, en las últimas tres décadas son contados con los dedos los nuevos puentes del Mapocho. Los pocos nuevos son parte de mitigaciones viales -no peatonales- de megaproyectos, o resultado de la necesidad de las autopistas urbanas por reemplazar algunos puentes en Providencia o agregar nuevos viaductos cuyo diseño privilegió la función velocidad y operación como vía segregada, minimizando el espacio del peatón a verdaderas jaulas e ignorando a los ciclistas. Lo más dramático es que precisamente en esos años es cuando más crecieron las comunas de la ribera norte. Tanto en Renca como en Vitacura y Lo Barnechea, la población ha aumentado en forma exponencial, al nivel que también Quilicura ha tenido las tasas de mayor crecimiento en la capital, o que en los próximos años cerca del 40% de la población de Vitacura vivirá en la ribera norte de la comuna.
Pese a lo anterior, prácticamente no se ha construido ningún puente nuevo. Si en Providencia o Santiago Centro contamos decenas de puentes, Vitacura tiene cinco, y Barnechea tres, más una pasarela, pese a ser las comunas con mayor número de vehículos por hogar en Chile. En este contexto no es casual el caos vial que mañana y tarde se aprecia en los puentes Lo Saldes, Lo Curro, San Francisco o La Dehesa, junto a la injusta incomodidad para los miles de peatones que trabajan al norte del río.
Ahora que estamos recuperando los bordes del Mapocho con obras tan relevantes como el parque Renato Poblete, y proyectos como el 42k o Mapocho pedaleable, es urgente tender esos puentes que por desidia hemos postergado.

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