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El viejo almacén

Diario El Mercurio, sección cartas al Director,
miércoles 22 de junio de 2011http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/06/22/el-viejo-almacen.asp
 
Hubo una época en que en Chile funcionaban
centenares de almacenes de barrio
que eran atendidos por sus propios dueños
y que vendían al menudeo las más variadas mercaderías.
 
El aceite por litro, el azúcar en cambuchos de papel
que eran hábilmente cerrados, el té en cajas metálicas
o el pan caliente eran productos que se mezclaban
con grata conversación matizada por los últimos chismes del barrio.
 
Cuando las familias atravesaban por momentos difíciles,
existía un grueso cuaderno en el cual se anotaba
la deuda del cliente que llevaba mercadería “al fiado”.
 
A fin de mes llegaban éstos a saldar su deuda.
El almacenero con un lápiz tachaba lo pagado
y todo quedaba saldado.
 
El sistema funcionaba sobre la base de la confianza por ambos lados:
el cliente pagaba puntualmente y el almacenero cobraba lo que correspondía.
 
Lejos están esos días en que las relaciones comerciales
se basaban en la honradez y la confianza mutua.
 
José Manuel Álvarez E.
 
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AQUEL VIEJO ALMACÉN
Letra de Juanca Tavera
Musica de Leonel Edmundo Rivero
 
Fue una esquina mimada,
paredón sin ochava
recalada de amigos,
de bohemios y tours.
 
Con la magia encendida
de su fe trasnochada
alumbrada de tangos
a la vera del sur.
 
Se marchó la piqueta,
no entendió tu presencia,
no perdona el progreso
con su espada de luz.
 
Pero donde a Balcarce
la cruza Independencia
brotan duendes de tangos
con los brazos en cruz.
 
Y aún estás aquí
peleando por vivir.
 
Que empiece la función,
el piano y el violín,
que siempre está de pie
donde hay un corazón
con alma de farol,
Viejo Almacén.
 
Allí estás con las alas
lastimadas de tiempo,
tu destino de tangos,
tu final de gorrión,
soportando la dura
realidad del cemento
que no llora, no ríe,
que no pide perdón.
 
Vámonos de este tiempo
que llegó la gran vía
con su traje de día
y el apuro en la piel.
 
Vámonos al recuerdo
que vive todavía,
el calor, la poesia,
de aquel Viejo Almacén.
 
Saludos desde Remedios de Escalada!
 
Roberto Carlos Suárez Leguizamón

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