“Sofía aprende con todos” es una de esas historietas típicas con que le ha dado al actual Gobierno de Chile por “informar” sus sabios, progresistas, imposible no estar de acuerdo, propósitos. Esta vez respecto a la tan incomprendida Reforma Educacional que si se llega a aprobar garantizará “una educación amorosa, solidaria, gratuita y de calidad que incluya a todos nuestros niños de Chile, sin excepción”, palabras del dibujante quien parece haberse creído su propio cuento.Unos pérfidos quienes le han sacado en cara los ingentes honorarios pagados por todos nosotros.
Si, además, el mundo de Sofía y sus amigos es tan lindo, tan verde, soleado, todos jugando en plazas y columpios, o andando en bicicleta. Nadie en patines y con “headphones” zumbando al lado de uno. Nadie tatuado, nadie con piercings, nadie fumándose un pito. Todos peinaditos y bien comportados. El índice UV siempre verde (“verde que te quiero verde/ verde viento verdes ramas”). Un mundo jardín para niños que adultos terminan siempre traicionando. Esto usted lo sabe, y si no, léase el folletín que se lo va a ilustrar. Para empezar, los papás son lo que son arribistas y poco solidarios, lo decía el ministro. Quieren lo mejor para sus hijos pero no entienden que no hay que asustarse, no hay que excluir a nadie, como los amigos y animalitos de la plaza con que juega Sofía: “las plantas no crecen tan bien cuando son todas iguales”, todas puras rosas, “las plantas distintas crecen mejor juntas…” (mala la metáfora, algunas precisan más agua, sombra, otras más sol). “Mi experiencia de perro callejero me indica que se pasa mucho mejor cuando compartimos con los que no conocemos”, dice el quiltro sabelotodo que hace de asesor educacional en la historieta, por supuesto que blanco, sarnoso y cojo no, cómo se le ocurre.
Y muy aleccionadora también la trama generacional entre Sofía y su mamá (el papá no aparece, no es tema). La mamá se cree “Superwoman” aunque, claramente, no las tiene todas consigo.Chile cambió. Es muy Confepa, desubicada, “cómplice pasiva”, lo más probable. Ha asistido a marchas en pro de la educación (“bueno, un poquito”). Todo lo que le parece mal al Ministerio ella lo encuentra regio (“Acá estamos bien, gracias. Por eso les pido, con todo cariño, sin enojarse, NO TOQUEN MI COLEGIO, ¿YA?”). Le interesan sólo las notas. Si sueña con algo es con su papá cuando la llevaba al colegio (ella sí tenía papá) y estaban todos mezclados socialmente (¿finales de Frei y durante la UP?). La mamá, está visto, es otro cliché.
Complicado lo de este comic “informativo”. No pasa más allá de la burda caricatura. Destila simplismo e infantiliza el asunto. “Ir a un colegio va a ser como ir a jugar a una plaza”, igual de fácil, igual de gratis, sentencia Sofía. Francamente, si a esto le llaman comunicar y explicar mejor lo que pretenden, estamos en la primera etapa, la pedagógica propagandística, donde se prepara, no una reforma, sino el blanqueo mental de toda una nueva generación idiotizada.
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