Puerto cosmopolita a fines del siglo XIX y exclusivo balneario en las primeras décadas del XX, los paisajes costeros de la Región del Maule conquistaron a Luis Orrego Luco y fueron la inspiración del criollismo de Mariano Latorre. Crisis económicas, plantas de celulosa y maremotos le quitaron su esplendor, pero aún inspira a los autores chilenos.
por Roberto Careaga
Diario El Mercurio, Revista de Libros
Domingo 25 de enero de 2015
Justo después de terminar de leer la última página de la novela "Playa negra", el ex presidente Arturo Alessandri Palma decidió escribirle al autor, su amigo Luis Orrego Luco. "Me ha hecho pasar instantes deliciosos", empezaba, para luego extenderse por seis páginas de elogios, análisis y descripciones del libro. Terminaba diciéndole que debía figurar a la "vanguardia de los escritores chilenos y frente a los de mayor fama de otros continentes". A Alessandri no solo lo movía un interés literario, además la novela le había tocado una fibra personal: retrataba las playas de Constitución y sus alrededores en la Séptima Región, una zona que le había dado tantos imborrables veranos.
La carta del político está fechada el 6 de enero de 1948, a los pocos días de que "Playa negra" fuera publicada y en momentos en que Constitución aún ostentaba la categoría de balneario exclusivo y lujoso. Alguna vez, antes de la irrupción de Cartagena, había sido el más importante de Chile. A fines del siglo XX, de hecho, era oficialmente puerto mayor, como Talcahuano y Valparaíso; tenía un aire cosmopolita, y la famosa roca conocida como la Piedra de la Iglesia que se levanta en sus arenas oscuras, era usualmente rodeada por miembros de la clase alta. Un especialista en ese mundo, como había demostrado ser Orrego Luco en "Casa grande", no se resistió a retratar a los visitantes del balneario del Maule.
Fundada en 1794 como Nueva Bilbao de Gardoqui por Ambrosio O'Higgins, en 1828 adquirió su nombre actual en honor a la Constitución promulgada ese año. En adelante, la ciudad floreció como puerto, recibiendo los vapores que navegaban por el río Maule y siendo el lugar de salida a todo Chile y también al mundo, de sus célebres faluchos, barcos hechos del pellín de la zona. La llegada del ferrocarril detuvo el desarrollo marítimo de la ciudad, pero la transformó en el más famoso balneario del cambio de siglo. Presidentes como Manuel Bulnes y Manuel Montt visitaron sus playas, y mirando a la costa se construirían amplias casonas, alternadas con el Hotel Negri, el Gran Hotel de la Playa y el Gran Hotel. Glorias del pasado: si no cayeron con el tiempo, el maremoto de 2010 las echó abajo.
El costado literario de la historia de Constitución no solo tiene a Orrego Luco entre sus protagonistas. En la ciudad creció Mariano Latorre y fue también su entorno rural el que le dio el material para impulsar el criollismo en la década de 1910. Uno de sus discípulos, Leoncio Guerrero, escribió "Faluchos" (1946), una novela sobre esos barcos exclusivamente maulinos. Décadas después, el poeta Efraín Barquero leería las novelas y cuentos de Latorre mirando al mar y la tierra para encontrar su propia voz, mientras un poco más al norte, en Licantén, Pablo de Rokha había madurado su tumultuosa visión del mundo. Pasado el tiempo, cuando la playa terminó de perder su glamour a manos de una planta de celulosa, escritores como Oscar Bustamante, Cynthia Rimsky o Eduardo Soto, cada uno en su estilo, escribieron con la zona de Maule como telón de fondo.
"Para mí es una zona de mucha resonancia literaria", dice el escritor Diego Muñoz Valenzuela, nacido en Constitución aunque desde hace años instalado en Santiago. "Raúl Ruiz decía que Chile era la zona central y particularmente esa parte del Maule y puede que sea cierto, ese mundo rural y campesino tiene mucho que ver con la chilenidad. Los criollistas fueron los que entendieron mejor eso. Sin embargo, Constitución creció y cambió completamente. No es el lugar que yo conocí en la infancia. Me siento de un lugar que ya no existe", agrega.
Puerto Mayor
Descolgado de la ruta ferroviaria central, el ramal que cubre el tramo entre Talca y Constitución es una reliquia con un siglo de vida. Es el único que queda de los diez que existieron en Chile. El buscarril que lo recorre -un tipo de tren más ligero y pequeño- cruza 25 estaciones, pasando por el paisaje rural, que tanto encandiló a los criollistas, hasta llegar al mar. En 2011, la escritora Cynthia Rimsky hizo de esos 88 kilómetros la materia de su novela "Ramal", la historia de un hombre contratado por el Servicio Nacional de Turismo para salvar el ramal, que se enfrenta también a su memoria: su padre huyó alguna vez de esa zona. De fondo, Rimsky relata el abandono de esos pequeños pueblos, incluyendo los fantasmas que aún habitan el balneario de Constitución.
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