Editorial Lumen publica "Antología", una selección que cubre toda su producción poética y, además, Galería D21 lanza dos libros, uno de ellos firmado por Gonzalo Dittborn.
por Roberto Careaga C.
Diario El Mercurio, miércoles 14 de enero de 2015
Por años les hizo el quite.
Prefería palitos, piedras, hojas, cualquier cosa natural.
A los zapatos los miraba de reojo cuando caminaba por la playa,
cada vez más admirado por los inesperados colores y formas
que tomaban después de estar en el mar.
"Eran hermosos, realmente fuera de serie",
recuerda el poeta Claudio Bertoni (1946),
que una vez que tomó uno ya no pudo dejar de hacerlo.
A mediados de los 80, agarró la rutina
de salir a diario de su casa en Concón
a buscar zapatos desperdigados en la arena.
Caminaba kilómetros recogiendo esos "ecos del tiempo".
Cuando contó cuántos tenía llegó a 1.344.
Cuando un vecino le dijo que se habían abierto
las postulaciones para la I Bienal de Valparaíso
supo qué hacer con ellos.
Los zapatos de Bertoni fueron expuestos
por primera vez en dicha bienal en 1987,
sin más montaje que ubicados uno al lado del otro.
Mientras los instalaba,
les dio un sentido político al bautizarlos como
"1.344 miembros de la comunidad del calzado nacional
marchan sobre nuestra conciencia".
Con los años, la obra llegó al Museo de Bellas Artes,
estuvo en galerías de Estados Unidos y Alemania.
Hito en una carrera que jamás buscó Bertoni,
para el artista Gonzalo Dittborn encierra una pregunta:
"¿Será el intento de acumular el transcurso del tiempo
en el saco roto que los contiene?".
Su duda está en el libro visual "Un mar de zapatos",
que acaba de publicar la Galería D21.
Al libro firmado por Dittborn se suman otros dos
que también recogen el trabajo que Bertoni
lleva haciendo, en poesía o fotografía, desde los 70.
La misma D21 está lanzando "Dieciocho esculturas efímeras
y tres actuaciones repentinas y pasajeras",
una selección de fotos inéditas,
de alguna forma biográficas, muy cotidianas:
imágenes de desayunos a medio comer,
efímeras instalaciones de hojas entre muebles de la casa,
una que otra mujer desnuda, etc.
"Tengo cientos de esas fotografías, la mayoría en negativos.
Las tomé porque me parecieron epifanías
y creo que son una extensión de mis poemas", dice Bertoni.
"Dieciocho esculturas efímeras..." funciona, de hecho,
como una posible galería de "Antología",
una selección de los mejores textos
que Bertoni ha publicado entre 1973 y 2014,
desde el libro "El cansador intrabajable" a "No queda otra".
Con prólogo de Rafael Gumucio,
se trata del título con que la prestigiosa editorial Lumen
debuta en la publicación de poesía chilena
[el 2000 había publicado ya 'Los Perros Románticos',
una antología de poemas de Roberto Bolaño]
y, entre otras cosas, supone que la más coloquial
de nuestras voces líricas opte por una distribución en España.
Una voz alejadísima de cualquier épica,
que se rinde ante las mujeres, le aterroriza el tiempo,
a veces es únicamente un chiste y existe,
como insiste Bertoni, porque cura: "Yo al escribir me alivio".
Coloquial, erótica y muchas veces desoladora,
los 40 años de poesía que recoge "Antología"
parecen movidos por una idea
que Bertoni suelta sin darle demasiada importancia:
"La literatura para mí son
desde los boletos de micro
hasta la 'Divina Comedia'. Son palabras".
Pero al contrario de los zapatos
que encontró en la playa
o las fotos que toma incesantemente,
en sus poemas la naturalidad también es trabajo:
"Trato de concentrar en cada palabra
el mayor sentido posible.
Sacar todo lo que sobra".
El último poema del libro
encarna precisamente esa idea.
"Mientras puedas bailar / Dios bailará contigo".
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